El Valle de la bendición. :: ¿Te gustaría estar viviendo hoy en ese lugar? ¿Te gustaría estar en un lugar donde eres tan bendecido, que todo lo que haces prospera? ::Puedes estarlo.
No importa qué clase de problemas estés enfrentado. Es posible que el banco quiera quitarte tu casa. El diablo personalmente puede haber venido a buscarte para destruir tu hogar. Sin embargo, si escuchas y obedeces la voz del Espíritu Santo, atravesarás esas adversidades hacia la bendición.
Eso fue lo que le pasó a Josafat. Él estaba rodeado por enemigos. Las cosas lucían muy mal. Después, el Espíritu de Dios le habló a través de un profeta: «y dijo: «¡Escúchenme ustedes, habitantes de Judá y de Jerusalén! ¡Y escúchame tú, rey Josafat! El Señor les dice: ìNo tengan miedo ni se amedrenten al ver esta gran multitud, porque esta batalla no la libran ustedes, sino Dios» (2 Crónicas 20:15).
Esa palabra es grandiosa ya en sí misma. La batalla no la libras tú, sino Dios. Aun así, el profeta no se detuvo ahí. Continuó y dijo: «Mañana, cuando ellos suban por la cuesta de Sis, ustedes caerán sobre ellos… ustedes no tienen por qué pelear. Simplemente quédense quietos, y contemplen cómo el Señor los va a salvar… ¡el Señor estará con ustedes!»
Quédense quietos y contemplen.
En mis momentos de meditación, el Señor me ha dicho esas palabras una y otra vez. Quédense quietos y contemplen. Y creo que es lo que Dios nos está diciendo hoy. Quédense quietos y contemplen en Dios, y terminarán en el lugar de bendición de la misma manera que Josafat lo hizo. ¿Cómo nos posicionamos en Dios? El Salmo 1:1-2 (NVI) nos ayuda a comenzar. Dice: «Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella».
Si nosotros queremos ser bendecidos, no podemos ponernos en la posición de recibir consejo de los malvados, o los blasfemos. Ahora, el consejo de los malvados no solo lo obtenemos en lo que escuchamos en una reunión satánica. La Palabra original en hebreo traducida como malvado significa “torcido”. Los consejos que son malos son torcidos—torcido de la verdad de la Palabra de Dios—.
Todo lo que necesitas hacer para quedar atrapado en un consejo malvado es empezar a adoptar actitudes y opiniones del mundo. Por ejemplo: hay consejos malos circulando hoy en día en contra del Cuerpo de Cristo. Este consejo dice: “Mira el Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo es un fracaso. Estamos todos desordenados. Dios debe estar molesto y frustrado con nosotros porque no hacemos nada bien”.
Sin embargo, ¿sabes qué? Dios no dice eso en lo absoluto. Dios ama al Cuerpo de Cristo. Seguramente no le gustan algunas de las cosas que hacemos, pero Su fe es hacia nosotros. Él se mantiene fiel en creer lo que ha declarado acerca de nosotros.
El Salmo 1:1 (RVA-2015) continúa advirtiéndonos en contra de que adoptemos actitudes del mundo diciéndonos: «ni se sienta en la silla de los burladores.». La actitud del burlón nos sacará de la posición de la bendición. Despreciar es burlarse. Desde hace algún tiempo, los profetas (o portavoces) del mundo han estado tratando de burlarse, ridiculizar y avergonzar a hombres y mujeres de Dios. Me niego a ser influenciado por sus actitudes de desprecio. No me alinearé con el profeta del mundo, sin importar a quién estén criticando.
Me sorprende ver cómo los creyentes están dispuestos a tragarse las palabras del mundo. Me asombra la frecuencia con que forman actitudes y hacen ajustes en la vida basados en las opiniones de los profetas mundanos. Hacer eso es unirnos al espíritu burlón que está determinado en destruir la credibilidad de la Iglesia entera. ¡Si tengo que elegir, prefiero creerle a un hombre o mujer de Dios que está cometiendo errores, que ponerme en contra de ellos con un mundo burlón!
Actitudes y Acciones
Bueno, hemos establecido por el Salmo 1 que, para posicionarnos para la bendición, debemos evitar el consejo, las actitudes y las acciones del mundo. Ahora veamos las actitudes y acciones que tenemos que adoptar. Encontraremos tres de ellas en Hebreos 10:19-22: «Hermanos, puesto que con toda libertad podemos entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, es decir, de su propio cuerpo, y puesto que tenemos un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con un corazón sincero, y con la plena seguridad de la fe…»
Ahí está el No.1: Acerquémonos. Para estar en la posición de la bendición debemos acercarnos a Dios. Eso suena simple, y hasta parece tonto decirlo. De todas maneras, voy a decirlo porque nosotros necesitamos oírlo una y otra vez. Necesitamos acercarnos a Dios. Necesitamos ir con confianza al lugar santo de Su presencia, sabiendo que pertenecemos a ese lugar, sabiendo que tenemos un pacto con Él a través de la Sangre de Jesús. Necesitamos acercarnos con la total confianza de la fe, sabiendo que, sin importar cuánto nos hayamos equivocado, todavía podemos regresar a Él.
La segunda acción que hacemos para posicionarnos para la bendición es: «Mantengamos firme y sin fluctuar la esperanza que profesamos, porque fiel es el que prometió» (versículo 23). Cuando un problema natural se aproxima y trata de derrotarte, no fluctúes. Mantente firme en tu profesión que los beneficios del pacto prometidos en la Palabra de Dios te pertenecen. Mantente firme en tu confesión de que tus necesidades son suplidas (Filipenses 4:19). Mantente firme en tu confesión de que Dios ha perdonado tu iniquidad, ha sanado tu cuerpo, y ha restaurado tu juventud (Salmo 103:3-5). Mantente firme en la Palabra mientras caminas en la presencia de este mundo.
La tercera acción es mantenerse en comunión. Hebreos 10:24-25 lo dice de esta manera: «Tengámonos en cuenta unos a otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como es la costumbre de algunos, sino animémonos unos a otros
».
Esta tercera acción de posicionarse para la bendición es de la que Dios me ha estado hablando con mucha fuerza últimamente.
Debemos permanecer en pacto de comunión el uno con el otro en el Cuerpo de Cristo. Nos necesitamos el uno al otro. No podemos hacer esto solos. Yo tengo que mantenerme firme contigo y necesito profundamente que tú te mantengas firme conmigo. La iglesia del libro de los Hechos tenía esa comunión. Cuando digo comunión, no significa sentarnos juntos, comer, hacer visita y pasar un buen rato juntos. Quiero decir que participaban el uno con el otro. El pacto de comunión real se da cuando damos un paso para tener una participación activa en la vida de otra persona. Ocurre cuando colaboramos el uno con el otro, saliendo de nuestra zona de confort y nos ayudamos a tomar el plan de Dios para nuestra vida.
Mira lo que Apocalipsis 17:14 dice acerca de los que vencieron con Jesús: «el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y a los que están con él se les llama “elegidos” y “fieles”». Cuando todo el conflicto de la Tierra se acabe, aquellos que se mantengan no solamente serán los llamados o los escogidos. Serán aquellos que serán llamados escogidos y fieles. ¿Fieles a que? A Dios. A la Palabra. Pero hay otro punto donde debemos ser fieles. Debemos ser fieles al Cuerpo de Cristo. Necesitamos desarrollar un pacto de lealtad mutuo.
Hace algún tiempo, hablé con un ministro que atravesó por una época devastadora. Su esposa lo abandonó. Su ministerio estaba herido. Su vida hecha añicos. Me dijo que ante de nacer de nuevo, había pertenecido a las pandillas. Él dijo: “Cuando estaba en las pandillas, había lealtad. Si estaba en problemas, ellos peleaban y morían por ti, solamente porque pertenecías a la misma pandilla”. Pero cuando él tuvo problemas en su matrimonio y ministerio, no pudo lograr que un solo ministro de su área le devolviera una llamada. Este hombre había encontrado más lealtad en las pandillas que en el ministerio. Tú y yo debemos cambiar eso. ¡Debemos empezar a ser fieles los unos a los otros!
Ahora detengámonos y volvamos a Josafat. Veamos lo que le sucedió cuando se posicionó propiamente en Dios.
«Después de reunirse con el pueblo para ponerse de acuerdo con ellos, Josafat nombró a algunos para que, ataviados con sus vestimentas sagradas, cantaran alabanzas al Señor, mientras el ejército salía con sus armas. Y decían:
«¡Demos gloria al Señor, porque su misericordia es eterna!» Cuando los cantos de alabanza comenzaron a escucharse, el Señor puso contra los amonitas y moabitas, y contra los del monte de Seir, las emboscadas que ellos mismos habían tendido contra Judá, y acabaron matándose los unos a los otros» (2 Crónicas 20:21-22).
¡Los enemigos de Josafat fueron derrotados aun antes de que él se involucrara! Cuando él y su ejército salieron del desierto, lo primero que vieron fue su victoria. Sus enemigos muertos dejaron tantos tesoros, que la gente de Josafat paso tres días recogiéndolos. Piénsalo. ¡Ellos recogieron cosas valiosas, joyas de un ejército que ni siquiera destruyeron! ¡De razón que lo llaman el Valle Beraca [Bendiciones]!
¿Estás enfrentando hoy un ejército enemigo en algún área de tu vida? Si es así, no temas. Tan solo haz lo que Josafat hizo. Posiciónate. Sepárate del consejo malvado y de las actitudes burlonas del mundo. Acércate a Dios. Mantente firme en tu profesión de fe. Da un paso en el pacto de comunión con otros creyentes.
¡Posiciónate! Y el valle de bendiciones será tuyo muy pronto.