Ninguna persona cuerda va en busca de problemas. Especialmente los creyentes, y particularmente las personas de fe. Porque amamos a Dios y creemos en Su Palabra, no vamos por ahí esperando que cosas malas nos pasen. ¡Siempre estamos a la expectativa de las cosas buenas! Sin embargo, como vivimos en un mundo en decadencia y todavía tenemos que lidiar con el diablo, de vez en cuando los problemas golpearán a nuestra puerta. Cuando eso sucede, necesitamos estar preparados, porque Jesús lo dijo claramente en Juan 16:33 «Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he venido al mundo» (NVI).
Ken y yo podemos confirmarlo por nuestra experiencia personal. A través de los años, desde que empezamos a aprender a caminar en fe, nos hemos encontrado ocasionalmente en situa-ciones problemáticas. La mayoría de las veces fueron problemas financieros, y en algunas ocasiones situaciones muy serias.
Hace poco estaba pensando, por ejemplo, acerca de la vez que estábamos atrasados con $6 millones de dólares en las cuentas de televisión del Ministerio. Ése sí que calificaba como un gran problema, ¡y rápidamente descubrimos que no estábamos preparados para enfrentarlo! Una vez que caímos en ese hueco financiero, no importaba nuestro nivel de esfuerzo; parecía que no podíamos salir del pozo.
A pesar de que oramos por la situación, los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses, y el déficit persistía. Sabíamos que Dios no tenía la culpa. Él dijo que cualquier cosa que deseemos cuando oremos, si creemos la tendremos (Marcos 11:24). Y Dios no tiene ningún problema financiero ni se impresiona por la cantidad de ceros. Su economía está siempre prosperando, sin importar que tan mal esté la economía del mundo. Adicionalmente, aunque Jesús dijo: “En este mundo tendrán problemas”, Él también dijo: “Cobra ánimo, Yo he vencido al mundo”. Así que sabíamos que para Dios, los $6 millones ya eran nuestros desde el momento que lo habíamos pedido.
Pero por alguna razón, seguíamos sin poder cubrir el déficit.
Cuando le pedimos al Señor que nos ayudara a ver cuál era el problema, esto fue lo que nos mostró: en ese momento en particular no teníamos suficiente Palabra en nuestro corazón para recibir los $6 millones extras. Primero necesitábamos un cambio en nuestro interior, para que luego pudiéramos recibir un cambio en el exterior.
Así que esto fue lo que hicimos: en lugar de desalentarnos y decir: “Dios, ¿por qué permitiste que esto nos pasara?”, empezamos a invertir más tiempo leyendo, meditando y declarando lo que la Biblia dice acerca de nuestras finanzas. En vez de darnos por vencidos, ¡redoblamos nuestra apuesta en la Palabra!
Esta es siempre la mejor ayuda para salir de problemas.
¿Por qué?
Porque la fe es la victoria que vence al mundo (1 Juan 5:4), y la fe viene por el oír la Palabra de Dios (Romanos 10:17). Esa es la razón por la que la Biblia dice en Proverbios 4:20-21: «Hijo mío, presta atención a mis palabras; Inclina tu oído para escuchar mis razones. No las pierdas de vista; guárdalas en lo más profundo de tu corazón». Por esa razón leemos en Josué 1:8: «Procura que nunca se aparte de tus labios este libro de la ley. Medita en él de día y de noche, para que actúes de acuerdo con todo lo que está escrito en él. Así harás que prospere tu camino, y todo te saldrá bien».
A pesar de que a Ken y a mí nos tomó algún tiempo subir nuestra fe de nivel a la marca de $6 millones, el Señor nos ayudó y nos mantuvimos. Continuamos sembrando la semilla de la Palabra, la mantuvimos en nuestros corazones y en nuestras bocas, y eventualmente la semilla creció, produjo fruto, y recibimos nuestra cosecha: ¡pagamos esas cuentas de televisión y ese problema se convirtió en un testimonio!
Cualquiera puede hacerlo
Hemos estado viviendo de esta manera por más de 43 años y nunca nos ha fallado. Cada vez que hemos estado en una situación apretada (y hemos tenido bastantes), la fe en la Palabra de Dios nos ha sacado de ese lugar.
Y lo hemos visto pasar en la vida de muchas otras personas.
Podría contarte acerca de muchos creyentes que sabemos empezaron enfrentando casi tantos problemas como Ken y yo. Como nosotros, no tenían nada cuando fueron salvos. Estaban viviendo por debajo de cero.
Pero cuando empezaron a poner la Palabra de Dios en primer lugar en sus vidas y a llenar sus corazones y bocas con Su Palabra, empezaron a prosperar. Hoy en día, están disfrutando de la BENDICIÓN de Dios. Grandes cosas han pasado en sus vidas.
Veamos a Keith Moore, por ejemplo. Cuando él y su esposa Phyllis empezaron a escuchar el mensaje de fe se mudaron a Tulsa para asistir a la escuela bíblica; escasamente tenían dinero para sobrevivir. El único apartamento que podían pagar quedaba en una de las peores áreas de la ciudad. Algunas veces oían disparos afuera y veían las luces de los móviles policiales. La primera noche que pasaron allí, alguien les robó la gasolina del auto.
En esos días, los problemas del mundo estaban golpeando la puerta de Keith y Phyllis, literalmente. Pero ellos salieron de ese problema. Comenzaron a poner las promesas de prosperidad de Dios en sus corazones y en sus bocas, y a hacer cualquier cosa que Dios les dijera.
Poco tiempo después, estaban experimentando incremento en sus finanzas. La abundancia y las riquezas estaban rebosando en su casa, tal como Salmos 112:3 lo dice. Después de un tiempo, se pudieron mudar a un mejor barrio, y a una mejor casa.
A medida que continuaron caminando con Dios y creyendo en Su Palabra, continuaron creciendo en cada área. El Señor los BENDIJO con un auto nuevo, un bote nuevo, esquíes y toda clase de cosas hasta que casi no tenían lugar en su casa para guardarlas. Un día, el vecino de Keith que había estado observando este fenómeno, llegó a preguntarle: “Quiero saber qué es lo que está pasando acá”, le dijo. “¿Cómo estás consiguiendo todas estas cosas?”
Como resultado, Keith tuvo la oportunidad de hablarle acerca de la bondad de Dios — y aquello que una vez le causó tantos problemas, se había convertido en un testimonio.
¿Significa eso que Keith y Phyllis nunca más experimentaron dificultades económicas? Ciertamente no. A pesar de que ellos son personas de fe y algunos de los creyentes más dedicados que conozco, sé que siempre se esfuerzan en obedecer a Dios y en avanzar Su reino. Así que, como Ken y yo, consistentemente enfrentan desafíos financieros.
Pero por supuesto, esto también le pasa a casi todos los creyentes.
Lo sé porque, de vez en cuando, hago entrevistas informales cuando predico. Y le pregunto a la gente, “¿Cuál es tu problema más grande?” Luego, les doy una lista de opciones como enfermedades, relaciones interpersonales y finanzas. Y la mayoría de las veces la gente me dice que las finanzas son lo que más les causa problemas.
A pesar de que esto puede sonarte como malas noticias, aquí está el lado bueno: los aprietos financieros —sin importar que tan grandes sean— no son un problema para Dios. Esto significa que cualquiera puede salir de ellos. Todo lo que tienes que hacer es lo que Ken y yo, y Keith y Phyllis hicieron: poner a Dios en primer lugar en sus vidas en lugar de desanimarte y darte por vencido; escoge redoblar la Palabra.
¡Cualquier persona puede hacerlo! Cualquiera puede poner la Palabra de Dios en su corazón con tal abundancia que eventualmente saldrá en fe de su boca y producirá un cambio financiero de proporciones bíblicas.
Sin embargo, he descubierto que tristemente muchos cristianos no están dispuestos a darle a la Palabra esta clase de atención focalizada. Ellos no quieren dedicarle tiempo y hacer el esfuerzo.
Ellos se parecen a Naamán en el Antiguo Testamento. ¿Has leído alguna vez acerca de su historia? Él era un oficial del ejército Sirio que tenía lepra y fue a donde el profeta Eliseo esperando recibir sanidad. Cuando Eliseo le dijo que se sumergiera en el rio Jordán siete veces, se enojó. No quería hacerlo. Él sólo quería que Eliseo sacudiera su mano sobre él y dijera una oración rápida; él quería resultados instantáneos.
Algunas veces los creyentes hoy en día tienen esa misma actitud. No quieren hacer nada por ellos mismos. Y cuando llegan los problemas, vienen para que alguien más les imponga las manos y ore por ellos. Pero, generalmente, no es así como Dios obra. Él dispuso las cosas para que recibamos de parte de Su parte a través de la ley espiritual de la siembra y la cosecha.
Con esto no estoy implicando que nunca puedas recibir una sanidad instantánea o un cambio financiero. Cuando eres joven en el Señor y espiritualmente inmaduro, podrás recibir de esa manera. Tu pastor u otro creyente lleno de fe podrá imponer sus manos sobre ti, y tú podrás recibir tu milagro inmediatamente.
Pero no es así como se supone que vivamos. Dios nunca quiso que sobrevivas de milagro en milagro, o que vayas colgado de los faldones de la fe de otra persona.
La voluntad de Dios para ti es que crezcas en tu propia fe, continuamente, sembrando la Palabra de Dios en tu interior. Él quiere que seas como el hombre del que habla Jesús en Marcos 4: “El reino de Dios es como cuando un hombre arroja semilla sobre la tierra, y luego continúa… de día y de noche mientras la semilla brota y se incrementa” (Versículos 26-27, La Biblia Amplificada).
Como ya lo dijimos, ¡esta es la clave para experimentar victoria en forma consistente y para vencer toda clase de problema! Lo haces con la fe que viene de vivir cada día con la Palabra de Dios en tu corazón y en tu boca.
Puedes escoger el resultado
Quizás digas, “Pero Gloria, no puedo ver cómo la Biblia podría hacer tal diferencia en mi vida. A pesar de que lo que dice es cierto, de cualquier manera sigue siendo sólo un libro”.
Puede que sea un libro cuando únicamente está puesto sobre tu mesa de noche o la mesa de la sala, pero las palabras que están adentro contienen el mismo poder de Dios. ¡Su Palabra es Su poder creativo! Cuando las pones en tu corazón y las declaras con tu boca, ese poder trabaja en tu cuenta de banco, tu cuerpo, tu familia y cualquier otra cosa que necesite cambios en tu vida.
“Bueno, ya probé declarando la Palabra durante un tiempo, pero se hizo difícil. Simplemente no pude seguir haciéndolo”.
Eso es porque no la tenías dentro de tu corazón en la abundancia requerida. Pero si te aferraras a ella, y te mantuvieras sembrándola en tu corazón al escucharla y leerla todos los días, eventualmente echaría raíces y crecería. Tendrías un cambio en tu interior, y este empezaría a verse en el exterior. Te escucharás hablando la Palabra sin siquiera pensarlo.
En Mateo 12:33-35, Jesús lo explicó de esta manera: «Si el árbol es bueno, también su fruto es bueno; pero si el árbol es malo, también su fruto es malo. Al árbol se le conoce por sus frutos.… Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno saca cosas buenas del buen tesoro de su corazón; el hombre malo saca cosas malas de su mal tesoro».
Observa que en ese versículo, Dios no es el que decide lo que el hombre bueno y el hombre malo reciben; ellos lo hicieron. Cada uno de ellos determinó su propia cosecha, dependiendo de lo que hicieron con sus ojos, oídos y atención. Ambos escogieron la siembra en sus corazones y la cosecha con sus palabras; eso fue lo que recibieron.
Así es como la ley espiritual de recibir funciona para cualquier cosa — buena o mala, positiva o negativa.
Por ejemplo, piensa cómo la pornografía toma control de la gente. Ellos posan sus ojos en ella y empiezan a prestarle atención. Pueda que un día ellos solo estén buscando algo en internet y repentinamente una imagen mala aparece en sus pantallas. En vez de ignorarla, ellos deciden prestarle atención. Luego, empiezan a buscar esas imágenes a propósito. Ellos consumen pornografía más y más hasta que llega a sus corazones, y empieza a tomar control de su vida.
Jamás permitas que eso te pase. Cuando estás en la fila del supermercado y ves esas revistas con una foto mala en la portada, no digas, “¡Guau, mira eso!” Más bien voltea tu cabeza hacia otro lado… pon tu atención en otra cosa. Di: «Me niego a mirar cualquier cosa vil o vulgar» (Salmos 101:3, NTV).
¡Este es un asunto serio! Lo que haces con tus ojos y oídos, a lo que le prestas atención, baja a tu corazón, y de acuerdo con Proverbios 4:23, de tu corazón “mana la vida” (AMP). Si mantienes tus ojos en cosas malas, las cosas malas entran a tu corazón y empiezan a fluir en tu vida. Pero si mantienes tus ojos en las cosas de Dios, Sus BENCIONES fluirán.
Sea como fuere, tu futuro está contenido en tu corazón y en tus palabras. Puedes escoger cual será el resultado. Si has atesorado cosas malas en el pasado, puedes arrepentirte y arrancar esa cosecha mala con la sangre de Jesús. Luego, puedes empezar de nuevo con un terreno limpio.
¿No es maravilloso? Dios está tan lleno de misericordia, que ha diseñado la posibilidad de cambiar nuestro futuro en cualquier momento en el que lo decidamos tan solo con la Palabra. Así que si no te gusta lo que estás pasando en este momento, en lugar de darte por vencido, ¡redobla tu esfuerzo!
Redobla la cantidad de Palabra, y cambia cada problema al que te enfrentes en un testimonio. Véncelo con la fe en tu corazón y en tu boca, y haz que el diablo desee nunca haber tocado a tu puerta.