Todd White entró a la casa rodante donde vivía con su novia Jackie, y su hija Destiny.
Vacía. Así se sentía la casa.
No se trataba de algo pasajero, como si acabaran de salir a comprar un helado. Esto era diferente.
Lo invadió una sensación de desesperación.
Todd recogió la nota que le había dejado su hija. Cada palabra escrita lo impactó como un golpe de gracia. Tanto ella como su mamá se habían mudado con la madre y el padrastro de Jackie, le informaba la nota.
“Mamá no va a volver.”
Las letras improvisadas de los garabatos de la niña lo despojaron de su valentía.
Dejándose caer en el sofá, se recostó y cerró los ojos, evitando posar su mirada en los agujeros que había abierto en las paredes.
En un periodo de nueve años había tenido alrededor de 30 empleos diferentes, y había sido despedido o renunciado a cada uno de ellos. Peor aún: nunca había traído en ese largo tiempo un sueldo a casa. Lo había gastado en drogas. Se lo había fumado.
Todd White era un hombre adulto. Pero su vida había descendido en espiral desde sus 11 años, cuando sus padres habían llamado a los hijos a la mesa de la cocina para anunciarles que se estarían divorciando.
“Su mamá ya no me ama”, explicó el padre mientras salía de la casa maleta en mano.
Todd había intentado correr tras él, pero su mamá lo detuvo antes de que pudiera salir por la puerta. Superado por la ira y el odio, en respuesta destruyó la habitación, rompiendo discos de vinilo y arrancando yeso de las paredes.
El jefe de la madre de Todd era un masón de 32º grado.
“Hay un lugar donde Todd puede ir”, le explicó. “Se encargarán de él.”
Trasladaron a Todd a vivir en una casa masónica para huérfanos. Su madre le dijo que podría regresar a casa a fines de ese verano, pero luego cambió de opinión.
A sus 12 años, Todd ya era un adicto completo a las drogas. Vivió en el orfanato hasta cumplir unos 16½, momento en el que finalmente fue expulsado. Regresó a casa solo para descubrir que su madre se había vuelto a casar.
Eso no fue nada bueno.
“Nunca podrías ser un infante de marina”, se burló el padrastro de Todd. “Los infantes de marina son hombres de verdad. Nunca serás un hombre de verdad.”
Desafiado, Todd se enlistó en la Marina y pasó el entrenamiento básico de ingreso. En la superficie parecía que todo había cambiado, pero no era así. Seguía siendo un adicto.
Así fue que comenzó un ciclo de deserción, escondiéndose de la policía militar; finalmente fue arrestado y enviado de regreso al servicio militar. Con el tiempo, lo dieron de baja por mala conducta.
Fue entonces cuando había conocido a Jackie, y más tarde había nacido Destiny.
Jackie nunca iba a ser la clase de mujercita que se fuera a dormir esperando que volviera a casa de su última fiesta. No importaba a qué hora se arrastrara de regreso, Jackie y Destiny estaban allí, esperando en el sofá.
Jackie le gritaría.
Destiny sollozaría: “¡Papá, lo prometiste!”
Ahora se habían ido.
Todo lo que había hecho era lastimarlas y decepcionarlas.
Ya era suficiente.
Todd fue a buscar un arma. Con una bala en la boca terminaría con el sufrimiento de todos. Pero primero, escribiría una carta de despedida.
De camino al armario donde guardaba su arma, Todd vio una guía telefónica. Cuando la recogió, se abrió en la página de iglesias. Todd odiaba a los cristianos y pensaba que eran unos hipócritas. Sin embargo, por algún motivo, terminó conduciendo hacia una de las iglesias que encontró en las páginas amarillas. Era una iglesia de la Palabra de Fe, sea lo que fuere que eso significara.
Un pastor de nombre Dan lo recibió en la puerta.
Todd explotó, contándole lo que había planeado hacer.
“Bueno, ¿puedo hablarte de Jesús?”
“¡No vine aquí para escuchar acerca de Jesús!” replicó Todd. “¡Él no es real! ¡Jesús se murió!”
“Eso es justo lo que quería decirte. Él está vivo.”
Todd hizo una pausa. Creía en los fantasmas. Él creía en los ovnis. Creía en Drácula y en las casas embrujadas. Quizás Jesús estaba vivo.
“Escucha, ya que no quieres tu vida, ¿por qué no se la das a alguien que sí la quiera?”
“¿Quién querría lo que tengo?”
Una semilla pequeña
“De repente pensé que, si Jesús realmente quería mi vida, se la podría entregar”, recuerda Todd.
“Más tarde hablé con Jackie y Destiny para que volvieran a casa. Cuando llevé a Destiny a su cama, le dije que Jesús estaba en mi vida y que las cosas habían cambiado, que estaría allí para ayudarla. Un par de horas después, mi cuerpo gritaba por cocaína. Le robé la tarjeta de débito a Jackie y me fui a conseguirla. Cuando volví a casa, Jackie y Destiny estaban esperándome. Jackie gritó que me odiaba. Destiny sollozó.
“¡Llamé al pastor Dan y le dije que Jesús no servía para nada! Me dijo que había una semilla creciendo dentro de mí. Exploté, y le respondí que necesitaba que creciera ¡más rápido!”
Disparos en la oscuridad
En su caminar, Todd se había conectado con algunas personas y había comenzado a cantar con una banda. “Tocábamos en bares y teníamos buenos seguidores”, recuerda Todd. “Escribía nuestra música y fuimos bastante buenos. Durante nuestra práctica de banda, seguí hablando de Jesús. Tres de los muchachos me dijeron que, si volvía a mencionar ese Nombre, se irían y nunca volverían a tocar conmigo. Tenía el micrófono y los burlé, así que se fueron. Bobby, nuestro guitarrista, se quedó porque yo era su mejor amigo. Me drogaba con él, festejaba con él y le hablaba de Jesús. Bobby no creía en Jesús.”
Una noche muy tarde, Todd estaba parado frente a un teléfono público tratando de llamar a su distribuidor cuando se volvió y vio a Jackie y Destiny. Estaban en pijama. Era la 1:30 de la mañana y lo habían seguido cuando salió de la casa. Todd saltó a su Jeep Wrangler color negro y salió a toda velocidad.
Poco después, recogió a un niño que traficaba drogas.
“¿Qué buscas?” preguntó el niño.
“Todo lo que tengas.”
Sacó cocaína en bolsas separadas. Tan pronto Todd tomó las bolsas, fingiendo ser un policía encubierto, le dijo: “Tienes derecho a permanecer en silencio. Todo lo que digas, puede y será usado en tu contra en un tribunal de justicia…”
“¡Sabía que eras policía! ¡Lo sabía!”
Todd detuvo su Jeep.
“Sal y pon las manos en el capó”, le dijo al niño.
Antes de que Todd pudiera moverse, el niño salió del auto, se dio vuelta y comenzó a disparar su pistola 9 mm a corta distancia, vaciando el cartucho, mientras Todd se alejaba a toda velocidad.
¡Estoy muerto! ¡Estoy muerto! pensó Todd. ¡Me han disparado! ¡Tengo que salir de aquí!
A pura adrenalina, Todd aceleró a toda velocidad y atravesó el semáforo en rojo mientras escapaba. Mientras conducía, escuchó una voz audible que era más fuerte que la explosión del arma: Recibí esas balas por ti. ¿Estás listo para vivir para mí?
Mientras conducía fuera de la ciudad, Todd se dio cuenta de que no sentía dolor alguno por las balas. Cuando llegó a un lugar seguro, comenzó a drogarse. Durante las siguientes tres horas y media, Todd consumió toda la cocaína. Sin embargo, por alguna razón, recuerda que no le hizo efecto alguno. Cada vez que aspiraba, escuchaba esa misma voz: Recibí esas balas por ti. ¿Estás listo para vivir para mí?
“Conduje a casa y me bajé del auto”, recuerda Todd. “Usé una linterna para ver cuántos agujeros de bala había en el auto. No había ninguno. Ni siquiera un rasguño.”
“Esto sucedió a principios de agosto de 2004 a las 5:30 de la mañana. Entré y Jackie comenzó a gritarme. Sabía que algo más grande que yo me había salvado la vida. Esas palabras seguían resonando en mi cabeza. Antes habían sido audibles, viniendo del exterior. Ahora las palabras eran tranquilas, en mi interior.”
“Me puse en contacto con el pastor Dan y me dijo que me había conseguido un cupo en el programa de rehabilitación Teen Challenge, y que me podían admitir en tres días. Acepté. Era un compromiso de un año.”
“Jackie se alegró de que me fuera. Ella me odiaba. Destiny estaba triste. Bobby se alegró de que fuera a un programa de rehabilitación, hasta que se enteró de que era un programa cristiano. Eso lo hizo enfurecerse.”
Teen Challenge
“No solo era drogadicto; tenía trastorno de atención e hiperactividad (TDAH), dislexia y trastorno bipolar. Estaba tomando antidepresivos. Teen Challenge no era el típico programa de rehabilitación. No nos enumeraron 12 pasos, ni nos hablaron de drogas o alcohol. Nunca mencionaron los desequilibrios químicos ni los niveles de serotonina. Solo nos hablaron de una sola cosa: someterse a Dios. Nos hablaron de Jesús y nos enseñaron la Biblia.”
“Nunca había podido leer, aprender o memorizar nada, pero comencé a leer, aprender y comprender la Biblia. Me sorprendió descubrir que tanta gente supiera acerca de Jesús, pero que nadie hubiera compartido el evangelio conmigo en 34 años.”
A dos meses de comenzar el programa, el corazón de Todd se había aplacado cuando se sentó en una banca en la acera opuesta al edificio de Teen Challenge. Percibió a un hombre sin hogar con barba descuidada y que usaba una gorra de béisbol, un uniforme militar y gafas de natación, empujando un carrito de compras.
Todd lo miró y le dijo: “Oye, Jesús te ama. Espero que lo sepas.”
El hombre empujó su carro a un lado.
“Sé cuánto me ama”, le respondió a Todd. “¿Sabes tú cuánto te ama?”
“Dime.”
El hombre comenzó a compartir el evangelio de la manera más convincente que Todd hubiera escuchado alguna vez.
“¿Por qué empujas un carrito de compras?” le preguntó Todd.
“Hace años, el Señor me dijo que levantara mi cruz y lo siguiera”, le respondió el hombre. “Vendí todo y he estado empujando este carrito por todos los Estados Unidos.”
El carro estaba lleno de Biblias.
“Voy a orar por ti”, le dijo a Todd, “y esa cosa que te ha invadido como una plaga ya no la tocarás nunca más.”
Después de que el hombre oró, Todd le dio las gracias y cruzó la calle. Cuando se volvió para mirar hacia atrás, el hombre y su carrito habían desaparecido.
Por un tiempo, Todd había estado plagado de terrores nocturnos. Después de esa oración, desaparecieron, reemplazados por dulces sueños sobre un valle entre dos montañas. Una y otra vez el Señor le dijo a Todd que no temiera. Entonces, una noche durante el sueño, el Señor le dijo: Esta adicción nunca te volverá a tocar. Ve y restaura a tus amigos y familiares.
Al día siguiente, Todd llamó al pastor Dan y le pidió que fuera a buscarlo. Durante todo el camino a casa, el pastor Dan le compartió todas las razones por las que sería exitoso: que todo iba a estar bien. Una vez en casa, Destiny salió corriendo y se arrojó a los brazos de Todd.
“Papi, hay algo diferente en tus ojos.”
Jackie salió a la calle. No estaba gritando.
“Lamento mucho todo lo que te he hecho pasar”, comenzó Todd. “Te amo y espero que puedas perdonarme. Conocí a Jesús y Él realmente me ha cambiado. Con el tiempo lo verás. Voy a conseguir un trabajo y mantener a nuestra hija.”
Nuevas criaturas en Cristo
“Sé que lo harás”, le respondió Jackie. “Mientras estabas lejos, le entregué mi corazón a Jesús.”
El pastor Dan había estado compartiendo el evangelio con Jackie y Destiny.
“No puedo vivir con ustedes porque no estamos unidos por pacto”, le dijo Todd a Jackie.
“Por supuesto que no”, respondió Jackie. “Necesitamos casarnos primero.”
“Lo haremos el domingo entre servicios.”, les dijo el pastor Dan.
Todd recorrió toda la casa, deshaciéndose de drogas, alcohol y pornografía. Puso todo en una bolsa de basura, lo molió con un martillo y luego lo prendió fuego. El domingo, él y Jackie se casaron.
Al día siguiente, Todd fue a ver a Bobby.
El día que Todd había partido hacia su Teen Challenge, Bobby había sufrido un aneurisma cerebral. Ahora estaba mantenido un respirador artificial y no se esperaba que viviera mucho más. En la habitación del hospital, Todd se disculpó con Bobby por no ser un mejor amigo.
“Bobby”, le dijo Todd, “Jesús es real.”
Esa noche, Bobby murió.
“Estaba destrozado”, recuerda Todd. “Jackie me abrazó mientras lloraba. ‘Esto es lo que sucede cuando no vives tu vida completamente para Jesús. Sucede por no vivir una vida consagrada. Esto nunca volverá a suceder.’”
La esposa de Bobby le pidió a Todd que hablara en el funeral.
De pie frente al ataúd, Todd compartió que no había sido un buen amigo para Bobby. Dijo que la verdadera amistad significa dar tu vida por tus amigos.
Cuando el ministro hizo un llamado al altar, la mitad de la gente respondió, entregando sus corazones a Jesús.
Una semilla completamente desarrollada
Fiel a su palabra, Todd consiguió un trabajo y comenzó a mantener a su familia. Nunca volvió a tocar las drogas o el alcohol. Se sometió a la iglesia local y vivió su nueva vida para Dios.
“Cuando fui salvo por primera vez, descubrí a Kenneth Copeland en la televisión”, recuerda Todd. “Vi su programa, leí sus libros y ordené su Biblia de estudio de la Palabra de Fe, que sigue siendo mi favorita. El simplemente me gustó. Me di cuenta de que él y Gloria eran dos de los mejores maestros que había escuchado. Seguí su ministerio, siempre admirándolos.”
Un día, Todd estaba entregando hielo en su trabajo cuando notó que un hombre cojeaba hacia su automóvil.
“Señor, ¿qué le pasó a su pierna?” le preguntó Todd.
“Tuve polio cuando era niño.”
“¿Puedo verla?”
“¿Por qué?”
“Déjame ver tus piernas.”
El hombre se sentó y estiró las piernas.
Todd pudo apreciar que una pierna era varias pulgadas más corta que la otra. “En el nombre de Jesús”, comenzó, “le ordeno a tu pierna que crezca.” De repente, la pierna del hombre creció para coincidir con la longitud de su otra pierna.
“¿Que acaba de suceder?” preguntó el hombre, con lágrimas en los ojos.
“Oré por ti en el Nombre de Jesús”, le dijo Todd.
Entonces Todd compartió su historia con el hombre.
“¿Dios te libró de las drogas?”
“Seguro que lo hizo, pero también te sanó.”
“Soy pastor y no creo en los milagros. No creo en los dones del Espíritu Santo. He predicado durante muchos años que esas cosas murieron con los apóstoles.”
“Eso es extraño, porque tu pierna está sanada”, le respondió Todd. “¿Qué vas a hacer con eso? No puedes entrar a la iglesia sin cojear porque la gente lo notará.”
“Oh, ellos lo sabrán. Esto lo cambia todo. Tengo que decirles que he predicado una mentira.”
Preparándose para la cosecha
“He visto sanar a miles de personas”, explica Todd. “Este es un evangelio móvil, no es solo para la Iglesia. El mismo Espíritu que levantó a Jesús de los muertos habita en cada hijo e hija. Dios quiere que compartamos las buenas noticias. Él quiere que sanemos a los enfermos. Él quiere que profeticemos sobre las personas y que demos palabras de conocimiento. Dios quiere que se elimine todo tipo de concesiones en la Iglesia y en nuestras vidas, para así poder representarlo de manera adecuada.”
“Jackie y yo llevamos 16 años casados. Durante 13 de esos años, he viajado por el mundo predicando el evangelio. En el 2015 comencé a viajar ida y vuelta a Texas. Mientras lo hacía, el equipo de 14forty, el ministerio juvenil de KCM, me pidió que ayudara con sus sesiones durante la Convención de Creyentes del Suroeste. Jesús apareció y al año siguiente la asistencia se duplicó.”
Finalmente, el Señor habló con Todd y le dijo que se mudara a Texas.
“Me dijo que construyera un equipo a mi alrededor y un centro de capacitación ministerial”, nos cuenta Todd. “Me dijo que levantara personas que lleven el evangelio alrededor del mundo. Sería un centro de entrenamiento, como una incubadora para el avivamiento. No tenía equipo ni oficina. Mi ministerio era solo yo, un predicador itinerante. Lo que Dios me pidió fue mucho más de lo que había imaginado alguna vez.”
“Nos mudamos a Texas en enero de 2016. Estaba pensando en alquilar un espacio hasta que el Señor me dijo que el edificio tendría capacidad para 3.000. Vi una propiedad que era mucho más grande de lo que imaginaba. Era un edificio de 19.000 metros cuadrados en un lote de 15 hectáreas. Tiene capacidad para 3.000. El precio era de unos $20 millones. Le pregunté al Señor qué hacer. Me dijo que sembrara semillas con un propósito: que ofrendara $200.000 en KCM como semilla y le creyera por el resto.”
“Había conocido al hermano Kenneth antes en las reuniones, y ahora me reuní con él en su oficina. Le dije lo que el Señor había dicho y le entregué el cheque. Kenneth me tomó las manos y me arrojó al suelo. Él oró, pidiéndole a Dios que me diera el edificio.”
“Lo amo tanto. Daría mi vida por la suya en cualquier momento de cualquier día. Tenemos una relación increíble, y él vierte en mi vida de manera regular.”
“Por supuesto, Dios nos dio el edificio. En este momento, tengo 43 empleados de tiempo completo. Comenzamos la Universidad Estilo de Vida Cristiano (Lifestyle Christian University) y ya graduamos a 350 estudiantes en la primavera de 2020. Comenzaremos otra clase en septiembre. También lanzaremos la iglesia ese mismo mes.”
Hoy, la hija mayor de Todd y Jackie, Destiny, tiene 23 años y está casada. Tienen otras dos hijas, Zoey de 14 años, y Brylee de 9 años. Adoptaron a Azariah, una bebé que nació adicta a la heroína y que ahora es inteligente e indemne. Y están en el proceso de adoptar a otro bebé, Asher, de 9 meses.
A medida que avanzamos hacia la mayor cosecha de almas en el planeta Tierra, Todd White te pide tan solo una cosa: Vive tu vida por Jesús… por completo. V