Dios quiere llenar las habitaciones de tu casa espiritual y natural con preciosas y agradables riquezas. Tu parte, es caminar en Su sabiduría y mantener firme tu fe en Él.
Cuando leo Proverbios 24, me encuentro con versículos que me recuerdan algunos puntos de referencia en mi vida en los que “peleé la buena batalla de la fe” y gané.
Por ejemplo, este capítulo incluye la que llamo “la escritura de la casa”—un pasaje clave en el que nos mantuvimos firmes, durante muchos años, para recibir nuestra primera casa libre de deudas: «La casa se edifica a través de la sabiduría habilidosa y la piedad (una vida, un hogar, una familia) y se establece con entendimiento (un cimiento firme y bueno) y a través de conocimiento y buen juicio, sus habitaciones (cada parte de ella) se llenan de toda riqueza preciosa y agradable» (versículos 3-4, Edición Clásica de la Biblia Amplificada). ¿No es maravillosa esta palabra?
Entonces, veamos algunos principios de fe en Proverbios 24 que nos ayudarán a llenar nuestras casas y nuestras vidas con ¡las riquezas preciosas y agradables de Dios!
Creyendo por una casa
En 1968, Kenneth y yo nunca habíamos comprado una casa. ¡La verdad es que nunca habíamos rentado una casa que fuera deseable!
Más o menos esa fue la época en la que empezamos a aprender a cómo aplicar la Palabra de Dios a nuestra vida. También fue en esta época cuando encontramos la escritura que dice: «No tengan deudas con nadie, aparte de la deuda de amarse unos a otros» (Romanos 13:8). Kenneth y yo habíamos hecho el compromiso de obedecer la Palabra de Dios sin importar lo que fuera, así que cuando encontramos ese versículo, inmediatamente dejamos de comprar cosas a crédito y pedir dinero prestado.
La única cosa material que yo realmente deseaba en esta vida era una casa hermosa. Cuando yo era una niña pequeña no jugaba mucho con muñecas, pero sí jugaba a la “casa”.
En 1968, comprar ropa o tener un auto sin deudas parecía imposible para nosotros. Pero ¿pagar en efectivo por una casa? Jamás había escuchado algo así. Mis padres jamás habían comprado una casa, y en ese momento yo tenía unos 25 años.
Sin embargo, encontré una escritura para edificar mis expectativas y mantenerme firme por una casa. Y una de las escrituras principales en la que me mantuve fue en ese capítulo de Proverbios 24. ¡Este versículo nos compró la casa y después la llenó!
Solía decirle al Señor: “¡Por fe veo a nuestra familia y nuestra casa edificada por la sabiduría de Dios! Veo el conocimiento de Dios llenando cada habitación con riquezas preciosas y agradables”.Cuando la situación parecía imposible, me mantenía en esa escritura. El diablo me decía cosas como: “Seguramente jamás tendrás una casa nueva”; “¿Dónde has escuchado que alguien puede pagar en efectivo por una casa? ¿Cómo conseguirás todo ese dinero? Sin embargo, yo había encontrado otra escritura: «Y Dios puede hacer que toda gracia (cada favor y bendición terrenal) venga sobre ti en abundancia, para que siempre y bajo toda circunstancia y sin importar la necesidad, seas autosuficiente [poseyendo lo suficiente para no pedir ayuda o favor de los hombres y les abunde para ayudar en toda buena obra]» (2 Corintios 9:8, AMPC).
Gracias a esta escritura yo podía decir en fe: “¡Dios puede! No necesito saber cómo nos dará una casa nueva. Todo lo que tengo que hacer es confiar que Él puede, y lo hará”.
Por mucho tiempo parecía que no existía ninguna manera en la que podríamos ser dueños de una casa. Hasta el día en que tomamos la decisión de “no pedir prestado dinero”, habíamos pedido prestado para todo lo que habíamos comprado. En lo natural, pagar en efectivo por una casa parecía imposible.
Sin embargo, me mantuve confesando: “Dios puede. ¡Veo mi casa llena de riquezas preciosas!” No me di por vencida. Mientras esperábamos, Dios nos proveyó un buen lugar para vivir, pero no era nuestro.
Requirió de paciencia esperar en fe por esa casa. No sucedió en un año. No sucedió en dos. Pero después de seis años de crecimiento en la sabiduría y el conocimiento de Dios, compramos nuestra primera casa—¡en efectivo!
La primera casa nos tardó seis años. La siguiente casa donde vivíamos nos tomó tres semanas (1980). Mientras escribo esto nos preparamos para construir la casa de nuestros sueños. Antes de que los planos estuvieran terminados, el dinero estaba listo. GLORIA A DIOS—¡ÉL PUEDE!
Por más de 30 años esta casa ha sido preparada por fe en la Palabra de Dios y sembrando semillas por ella con palabras y dinero. ¡El tiempo de la cosecha ha llegado!
No salimos de una casita pequeña rentada a la casa de nuestros sueños en un paso. Dios, durante estos 30 años de fe, nos ha dado cada casa que le hemos pedido y hemos sido muy bendecidos. En el caminar de la fe no puedes despreciar los pequeños comienzos. A través de la fe y la paciencia heredas las promesas (Hebreos 6:12).
Al comienzo, hablamos acerca de la ley del crecimiento gradual o el incremento progresivo, y esa ley ha sido nuestra experiencia. Caminas en escalones porque caminas en una revelación progresiva. Tu fe funciona de acuerdo a la Palabra que te es revelada y en consecuencia, por la que vives.
Los amigos de Job le dijeron: «Aunque tu comienzo haya sido insignificante, tu porvenir se engrandecerá en gran manera (Job 8:7, RVA-2015). Exactamente eso fue lo que sucedió. «El SEÑOR restauró a Job, cuando él oraba por sus amigos, y aumentó el SEÑOR al doble todo lo que le había pertenecido a Job» (Job 42:10, RVA-2015).
Estoy convencida de que Dios hizo esta Tierra exclusivamente para Sus hijos. Dios tiene la escritura de propiedad de la Tierra, con excepción de aquello que Él ya ha cedido. Creo que es importante para Él que Sus hijos la posean. Recuerda que Dios quería que Israel, Su pueblo de pacto, poseyera la tierra. Esta es una parte muy importante de la BENDICIÓN.
Él no creó esta Tierra para el diablo y su multitud. Él la hizo para Su familia. Él desea que disfrutemos Su provisión y nos regocijemos dándole toda la gloria.
Por fe debemos: 1. Pedirle lo que deseamos de acuerdo con la Palabra. 2. Creer que lo recibimos cuando oramos. 3. Hablar y actuar como si nuestras oraciones fueron escuchadas y respondidas.
«Ahora, la fe es la seguridad (la confirmación, la escritura de propiedad) de las cosas que [nosotros] esperamos, siendo la prueba de las cosas que [nosotros] no vemos y la convicción de su realidad [fe que percibe como un acto real que no ha sido revelado a los sentidos]» (Hebreos 11:1, AMPC).
A pesar de que nosotros empezamos con poco, ahora podemos construir de acuerdo a Isaías 54:2-3 (RVA-2015): «Ensancha el sitio de tu tienda, y sean extendidos los tapices de tus moradas. No te limites; alarga tus cuerdas y afirma tus estacas. Porque vas a extenderte a la derecha y a la izquierda; tus descendientes heredarán naciones y habitarán las ciudades desoladas».
Existen otras escrituras en las que puedes mantenerte firme mientras crees por la casa perfecta para tu familia. Dios prometió: “Su descendencia será poderosa en la tierra… Bienes y riquezas hay en su casa» (Salmo 112:2-2, RV-1960). Él también dice: «florecerá la tienda de los rectos» (Proverbios 14:11).
Vi dos promesas más mientras trabajaba en este libro: «Cada mujer sabia construye su casa» (Proverbios 14:1 AMPC) y —«Dios al que está solo le da una familia y le da a los que están desolados una casa en la que puede vivir; Él guía a los prisioneros a la prosperidad; sin embargo, los rebeldes viven en tierra seca» (Salmo 68:6 AMPC). (Esta también es una escritura grandiosa para aquellos que están en la cárcel y creyéndole a Dios por su futuro). Estas escrituras producirán una cosecha de bendición en tu casa y en tu vida mientras te mantengas firme en tu fe y hagas lo que debes hacer de acuerdo a la Palabra. Dios te dará una casa llena con el amor de Dios y sus preciosos tesoros.
Una Palabra para los momentos difíciles
Algunas veces rehusarse a darse por vencido es algo difícil de hacer cuando enfrentas circunstancias difíciles. Sin embargo, Dios dice: «Si en momentos difíciles te rindes, muy limitada es la fuerza que tienes» (Proverbios 24:10, RVC).
En otras palabras, deberíamos poder soportar las presiones y las pruebas en fe hasta que llegue la victoria. Debemos mantenernos firmes en la Palabra de Dios sin dudar hasta que veamos nuestras respuestas manifestadas en el ámbito natural. Si no podemos hacer eso, entonces tenemos poca fuerza.
Sin embargo, ¡Dios dice que podemos hacerlo! Dios promete en el Salmo 94:12-13 (AMPC), darnos el poder para que no desmayemos en el día de la adversidad: «Bendecido (feliz, afortunado, para ser envidiado) es el hombre a quien disciplinas e instruyes, oh Señor, y le enseñas Tu ley, y le das el poder de mantenerse en calma en los días de adversidad, hasta que es excavado [inevitablemente] el pozo de corrupción para los malvados».
Requiere de paciencia permanecer confiado en los días de adversidad intensa. Cuando la presión viene, cuando aparecen imposibilidades en frente, cuando escuchas reportes negativos—ese no es el momento de darse por vencido y desmayar. ¡Es cuando más necesitas mantenerte firme en la Palabra y depender en el poder de Dios de mantenerte calmado hasta que llegue la victoria!
No te inquietes por los pecadores
Para poder permanecer confiado en los momentos de adversidad, tienes que prestarle atención al consejo de Dios de: «No te inquietes por causa de los que hacen el mal, ni envidies a los perversos» (Proverbios 24:19, NTV). El Salmo 37:1,3 dice lo mismo. No te inquietes por los pecadores, sino que confía en el Señor y haz el bien.
Si empiezas a envidiar a los pecadores, tu carne se levantará y hará que tu fe se desanime. Por ejemplo: una que otra vez, a lo mejor has pensado: Señor, mira a toda esa gente pagana; viven como animales y aun así tienen muchos bienes.
Es posible que los que no están en Cristo tengan posesiones materiales. Pero, si no conocen a Dios, no tienen paz y gozo. Así que no pueden disfrutarlas realmente.
En realidad, los pecadores no tienen nada que envidiar. Es posible que luzcan bien, pueda que parezca que están pasando por un buen momento. Sin embargo, si no pertenecen a la familia de Dios, no son felices en el interior porque no existe paz por fuera de Él. Dios dice que no existe la paz para el malvado (Isaías 57:21, AMPC).
Algunas veces los creyentes no solamente se irritan por los pecadores, sino que además se irritan con Dios porque piensan que los pecadores son más bendecidos que ellos—¡Y no les gusta eso! Cuando las personas se irritan con el Señor, Dios les dice: «Las palabras de ustedes contra mí han sido violentas» (Malaquías 3:13).
La Biblia explica qué clase de palabras son consideradas “violentas” en Su contra: «Pues han dicho: «Servir a Dios no nos sirve de nada. ¿Qué ganamos con cumplir su ley?» ¡Ahora resulta que tenemos que llamar bienaventurados a los soberbios! ponen a Dios a prueba y salen bien librados!» (Malaquías 3:14-15).
Dios no aprecia que te portes como un niño pequeño porque piensa que ha tratado a alguien mejor de lo que piensa que te ha tratado a ti. ¡Eso no es confiar! Así que cuando le preguntas a Dios: “¿De qué me sirve servir a Dios? Él te responde: “Esas palabras en mi contra han
sido violentas”.
Malaquías 3:16 nos enseña la manera en la que deberíamos actuar respecto al Señor: «Entonces los que temen al Señor hablaron el uno con el otro, y el Señor los escuchó atentamente. Luego, en Su presencia se escribió un libro de actas para los que le temen y piensan en Su nombre».
En esa misma línea, el Señor nos escucha cuando hablamos el uno con el otro. No solamente nos escucha en la iglesia. Él está con nosotros todo el tiempo. Él escucha las palabras violentas en Su contra cuando nos quejamos y murmuramos, o escucha las palabras de reverencia y adoración.
No solo eso, sino que Dios recuerda lo que escucha. Él nunca se olvida de recompensarte cuando caminas en honra con Él y te mantienes en tu confesión de fe en Su habilidad y bondad. Tu parte consiste en continuar caminando en la sabiduría de Dios—lo que Él dice que está bien. ¡El compromiso de Dios es llenar las habitaciones de tu casa espiritual y material con riquezas preciosas y agradables!