Cuando el diablo trate de decirte que tal vez no sea la voluntad de Dios bendecirte financieramente, aquí tienes una buena manera de hacerlo callar: Comienza a citar la oración del Padre Nuestro. Recuérdale al diablo (y a ti mismo en el proceso) que Jesús nos enseñó a orar para que el reino de Dios venga y se haga Su voluntad, «en la tierra como en el cielo» (Mateo 6:10).
¡El cielo es, claramente, un lugar financieramente BENDITO!
Con su desbordante abundancia, nadie necesita pensar en maniobra alguna para alcanzar el fin de mes. Nadie vive en escasez o se preocupa por la inflación o la recesión. Todos los habitantes del cielo están bien abastecidos y disfrutando de la abundancia.
Dios quiere que eso mismo ocurra en nuestra vida, aquí abajo. De lo contrario, Jesús no nos habría dicho que oráramos por ello. Él siempre hizo la voluntad del Padre, así que la voluntad de Dios debe ser que nosotros, en condición de hijos, lo miremos a Él como nuestro Dios y nuestra Fuente financiera, sigamos Sus instrucciones, y disfrutemos de las BENDICIONES del reino de los cielos aquí en la tierra.
Ese siempre ha sido el plan de Dios. Él no creó la Tierra para el diablo y su pandilla. Él no planeó que ellos tomaran posesión de todas las buenas propiedades, riquezas y recursos que Él puso a disposición en este planeta. Al contrario, Dios creó la tierra para Su familia. El diablo la robó haciendo que la humanidad pecara y usurpando nuestra autoridad en el proceso. Pero, cuando Jesús resucitó de entre los muertos, esa autoridad nos fue restablecida.
Ahora la Tierra le pertenece a la familia de Dios una vez más, y Él quiere que seamos BENDITOS en todo sentido durante nuestra estadía terrenal, incluyendo el financiero. La Biblia nos lo asegura una y otra vez. Dice:
– La bendición del SEÑOR es la que enriquece y no añade tristeza con ella. (Proverbios 10:22, RVA-2015).
– ¡…Él Señor… se deleita en el bienestar de su siervo! (Salmo 35:27).
– Jesucristo… siendo rico se hizo pobre, para que con su pobreza ustedes fueran enriquecidos (2 Corintios 8:9).
– Dios…que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. (1 Timoteo 6:17).
– Por lo tanto, no se preocupen ni se pregunten “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” Porque la gente anda tras todo esto, pero su Padre celestial sabe que ustedes tienen necesidad de todas estas cosas. Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. (Mateo 6:31-33).
Podrías decir: “Sé que la Biblia lo dice, pero seamos realistas. El mundo está atravesando tiempos financieros difíciles en este momento. El dinero es realmente escaso en muchos lugares hoy por hoy.”
¿Y qué si fuera así? Nuestro Dios no está limitado por la economía del mundo.
Aquí en KCM, recibimos testimonios todo el tiempo de personas que nos comparten cómo Dios los ha prosperado sobrenaturalmente. Adicionalmente, no todas esas personas viven en naciones financieramente establecidas como los Estados Unidos. Algunos viven en países donde casi no hay dinero, o donde la moneda que tienen vale tan poco que se necesita una maleta llena para comprar cualquier cosa.
Uno de los testimonios que recibimos fue el de un pastor de Sierra Leona, un país africano donde la pobreza es endémica. Nos dijo que durante años siguió siendo pobre, incluso después de nacer de nuevo, porque su denominación enseñaba que ser pobre era la voluntad de Dios.
“Éramos muy religiosos y creíamos que la pobreza era una forma de vida espiritual”, escribió. “Mi denominación me pagaba un dólar al mes. Estaba casado y tenía un hijo, y no podía pagar la comida para mi familia ni el alquiler.”
“Entonces escuchamos sus enseñanzas en la Conferencia de Fuego de Zimbabue. Dejé esa denominación y… hemos sido bendecidos desde entonces. La fidelidad de Dios ha puesto comida en nuestra mesa, nos ha provisto un auto, y nuestro ministerio y nuestros miembros están prosperando. La oposición es silenciada, y nos consideran una ‘iglesia del evangelio de la prosperidad’. Estamos viendo a Dios salvar, sanar y liberar almas. Gracias por afectar mi vida y mi ministerio.”
Conectado con el Sistema del Reino de Dios
No importa cuán loca esté la economía mundial. No importa si el dinero es escaso, o incluso si no hay dinero en absoluto. El reino de Dios vive en abundancia constante, y Su deseo es siempre: «que seas prosperado en todo», (3 Juan 2:1). Su voluntad es que siempre tengas todo lo que necesitas… y más.
Dios quiere que prosperes financieramente al punto que, dondequiera que mires, recuerdes Su bondad. Cada vez que te subas al auto, o lo conduzcas hasta tu casa, o abras tu closet, veas Su abundante provisión y digas: “¡Gracias, Dios!”
Sin embargo, aunque esa es la voluntad de Dios, no llegarás automáticamente a ese nivel. Sus abundantes BENDICIONES financieras no recaerán sobre ti como cerezas maduras de un árbol simplemente porque hayas nacido de nuevo. Al contrario, deberás aferrarte a ellas por fe. Deberás creer lo que la Palabra de Dios dice acerca de la prosperidad sobrenatural, mantenerlo delante de tus ojos y en tu boca, creerlo y actuar en consecuencia.
Muchos cristianos quieren prosperar, pero descuidan seguir esas instrucciones. Pueden ir a una iglesia que predica la prosperidad. Pueden estar de acuerdo con los mensajes que escuchan al respecto y pensar, ¡Eso es bueno! ¡Me gusta! Pero no pasan suficiente tiempo renovando su mente con la Palabra de Dios para desconectarse del sistema financiero del mundo y conectarse con el sistema del reino de Dios. Gritan amén el domingo, pero en su vida diaria siguen pensando, hablando y actuando como el mundo.
Santiago 1:22 nos advierte que no cometamos ese error. Dice: «Pero pongan en práctica la palabra, y no se limiten sólo a oírla, pues se estarán engañando ustedes mismos». Los cristianos que son engañados tienen un falso sentido de seguridad. Asumen que Dios cuidará de ellos –financieramente y en cualquier otra área— sólo porque son Sus hijos, y no se dan cuenta de que están bajo Su cuidado al recorrer Sus caminos.
En lugar de creer y declarar, como lo hace el Salmo 1:3, que todo lo que hagan prosperará, van por ahí hablando de cómo están “muertos de miedo” de no avanzar financieramente. “Tengo miedo de perder mi trabajo”, dirán. “Si esta economía no se recupera y los precios siguen subiendo, no saldremos adelante.”
Esos cristianos no tienen motivos para sentirse seguros en la vida. Sí se sienten seguros en la otra vida; han recibido a Jesús como su Salvador, así que, cuando mueran, irán al cielo. Pero no experimentarán mucho del cielo en la tierra.
Para experimentar el cielo en la tierra debemos operar por fe en la Palabra de Dios. Como dice 1 Juan 5:4: «Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe».
Experimentas la victoria en tus finanzas al enfocarte en las promesas de provisión en la Biblia hasta que ya no tengas miedo de las tormentas financieras del mundo. Desarraigas ese temor con la Palabra hasta que haya sido reemplazado con la fe y la paz de Dios, y haces lo que Él dijo en las Escrituras acerca de diezmar y ofrendar. Entonces, cuando una tormenta financiera te amenace con la escasez, podrás tomar autoridad sobre ella, así como Jesús tomó autoridad sobre la tormenta en el Mar de Galilea. Podrás decir, “De acuerdo con Malaquías 3:10-12, las ventanas del cielo están abiertas sobre mis finanzas y la escasez es reprendida por mi causa. Así que, tormenta, en el Nombre de Jesús, no tienes lugar en mi vida. Paz… aquiétate.”
La carencia financiera es una manifestación de la maldición, y Jesús: «nos redimió de la maldición» para que, «en Cristo Jesús la bendición de Abraham» nos «alcanzara» (Gálatas 3:13-14). Si eres un hijo de Dios nacido de nuevo, las bendiciones financieras te pertenecen. Son tuyas, independientemente de lo que ocurra en este mundo. Así que no te conformes con menos. Mantente firme en la Palabra de Dios. Sé agresivo para apoderarte, por fe, de las cosas del reino de Dios.
Los violentos lo conquistan por la fuerza
Jesús dijo acerca del reino de Dios que «los violentos lo conquistan por la fuerza» (Mateo 11:12, LBLA). ¿Por qué tenemos que conquistar las cosas del Reino por la fuerza? Si las bendiciones del reino de Dios ya nos pertenecen, ¿por qué tenemos que apoderarnos de ellas por la fuerza?
Porque en esta tierra tenemos un enemigo. Su nombre es Satanás. Y debido a su influencia en este mundo, la ley del pecado y de la muerte sigue en constante funcionamiento aquí abajo.
Yo viví bajo esa ley antes de nacer de nuevo y la desprecio. Bajo esa ley, no tenía ninguna opción sobre si experimentaba la BENDICIÓN o la maldición. Financieramente, y en todos los demás sentidos, la maldición era mi única opción, y las únicas opciones que me ofrecía eran entre malo o peor.
Pero, gracias a Dios, cuando recibí a Jesús como mi Señor, mi vida cambió dramáticamente. «Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte» (Romanos 8:2), y una vez que me liberé, decidí que iba a permanecer libre. Decidí que no volvería a estar bajo la ley del pecado y de la muerte.
Podría volver a estar bajo su influencia si así lo decidiera. Ya que esa ley todavía está en funcionamiento alrededor de nosotros en la oscuridad de este mundo, podría volver a esa oscuridad y hacer tonterías. Entonces, volvería a estar sujeta a la ley del pecado y de la muerte tal como lo están las personas en el mundo y no tendría ninguna seguridad real.
En contraste, si continúo viviendo conforme la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús que me ha sido revelada por la Palabra de Dios, no estaré viviendo bajo un falso sentido de seguridad. Estaré segura en el reino de Dios donde Su voluntad puede ser hecha en mi vida en la tierra como en el cielo.
Realmente, esa es la única manera segura de vivir en estos días. El sistema oscurecido por el pecado de este mundo se está volviendo cada vez más loco. Ya estamos viendo que suceden cosas en él que nunca hubiéramos imaginado, y antes de que llegue el fin el mundo será todavía peor.
Es francamente peligroso ser un cristiano perezoso en estos tiempos. Financieramente, y en todos los demás sentidos, no podemos permitirnos ser sólo oidores de la Palabra. En estos tiempos peligrosos, no podemos permitirnos ser como la gente de Lucas 6 a la que Jesús preguntó: «¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les mando hacer?» (versículo 46).
Al contrario, si realmente queremos estar seguros y prosperar en la vida, debemos hacer las tres cosas que Él les dijo a esas personas que hicieran:
1. Acercarse a Él. En otras palabras, creer en Jesús y nacer de nuevo. (Si aún no lo has hecho, hazlo ahora; es el primer paso).
2. Escuchar Su Palabra. (Porque, según Romanos 10:17, la fe viene por el oír de la Palabra de Dios).
3. Actuar conforme a lo que Él dice.
Esa es la única manera de vivir seguros en este mundo loco y confuso. Porque, como dijo Jesús en Lucas 6:
Les voy a decir como quién es el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica: Es como quien, al construir una casa, cava hondo y pone los cimientos sobre la roca. En caso de una inundación, si el río golpea con ímpetu la casa, no logra sacudirla porque está asentada sobre la roca. Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica, es como quien construye su casa sobre el suelo y no le pone cimientos. Si el río golpea con ímpetu la casa, la derrumba y la deja completamente en ruinas.» (versículos 47-49).
Fíjate, el hombre que construyó su casa sobre una roca la construyó él mismo. Dios no la construyó por él. Tampoco lo hizo su esposa, su pastor ni otra persona. Él fue el que invirtió el tiempo necesario para estar sólidamente cimentado en las Escrituras. Él fue el que puso el esfuerzo que se necesita para cavar lo suficientemente profundo para desarrollar una vida cimentada en la Palabra de Dios.
Con tanta oscuridad alrededor, tienes que cavar profundo para operar en las leyes del espíritu de vida en Cristo Jesús en esta tierra. No puedes hacerlo solo yendo a la iglesia el domingo por la mañana. Las personas que conozco que viven libres de deudas y carencias escarban en la Palabra a diario. La leen, la escuchan, la declaran y actúan de acuerdo con ella todo el tiempo.
Cuando lo haces, aunque las tormentas de la vida seguirán llegando, serás como el primer hombre del que habló Jesús y no como el segundo. Esos dos hombres se enfrentaron a las mismas circunstancias. La tormenta no fue divertida para ninguno de los dos, pero ambos obtuvieron resultados muy diferentes. Para el hombre que no tenía fundamento, el resultado fue catastrófico. Cedió bajo la presión de la tormenta, que tuvo la última palabra… y lo perdió todo.
El hombre que construyó sobre la roca, sin embargo, tenía cimientos fuertes y sólidos. Cuando llegaron los vientos de la recesión, no pudieron derribar su casa. Cuando la depresión y la inflación llegaron, no pudieron destruirlo financieramente porque estaba preparado.
Tenía la Palabra en su corazón en abundancia y ya tenía el hábito de actuar en consecuencia, así que triunfó sobre esa tormenta con la victoria que vence al mundo. Por la fe, salió triunfante, sólido como una roca y seguro en el reino de Dios. V