Durante los 20 años posteriores a la muerte y resurrección de Jesús, los judíos dispersos en todo el imperio Romano se enfrentaron a una persecución muy terrible e intensa. ¿Puedes imaginártelo? Durante 20 años fueron perseguidos, golpeados brutalmente y asesinados por su creencia en Cristo. Con el tiempo, comenzaron a preguntarse: ¿Por qué Dios permite esto?
¿Alguna vez te lo has preguntado? ¿Alguna vez has enfrentado algún problema, cuestionando el propósito de Dios al permitirlo? ¿Te has preguntado si esa situación no era más que un tipo de nalgadas espirituales para enseñarte una lección, o hacerte parecer más como Jesús?
Eso es lo que esos judíos se estaban preguntando.
Estaban tan desesperados por una respuesta que le escribieron al medio hermano de Jesús, Santiago, quien era el pastor en Jerusalén y la persona más notoria en la iglesia en ese momento.
“Santiago, ¿por qué Dios permite esto?”
Su respuesta, registrada con gran ahínco en su carta, aclaró esa pregunta de los creyentes del primer siglo. Y todavía nos responde esa pregunta a ti y a mí, hoy en día.
Sin Contención
Santiago no se contuvo. En su carta, él escribió: «Nadie diga cuando sea tentado: “Soy tentado por Dios”…» (Santiago 1:13, RVA-2015).
En el griego original, esta es una reprimenda muy fuerte para los creyentes. Cuando Santiago dijo: «Nadie diga…», lo que estaba diciendo era: “¡Cómo se atreven a decir eso! Lo que dicen no está bien, y deben detenerse ahora mismo”.
Cuando los creyentes judíos dijeron que fueron “tentados por Dios”, no estaban sugiriendo que Dios los estuviera aplastando y destruyéndolos con una acción directa… sino que habían llegado a creer que Dios simplemente lo estaba permitiendo de manera indirecta, o como literalmente lo expresa el texto original, desde la distancia o remotamente. En otras palabras, ellos decían y creían que, “Dios es Dios, y si Él quisiera detener esto, podría hacerlo. Entonces, de alguna manera misteriosa, Dios debe permitir remotamente que estos eventos trágicos ocurran en nuestras vidas”.
¿Te suena familiar?
¿Alguna vez lo pensaste, o conoces a alguien que lo haya hecho?
Cuando Santiago escuchó eso, su respuesta fue muy contundente: “¡Cállate! ¡Que nadie diga eso! ¿Cómo te atreves a alegar que Dios remotamente permitiría que te sucedieran estas cosas? Ese no es Dios en lo absoluto”.
Cuestionando las Creencias
Era fácil para los creyentes judíos pensar que Dios había permitido tal tragedia porque, en los tiempos del Antiguo Testamento, realmente no había una clara revelación de la figura del diablo. En aquellos días, la gente generalmente pensaba que todo provenía de Dios. Si llegaba una inundación, pensaban que era de parte de Dios. Si una enfermedad llegaba, era atribuida a Dios. Si la guerra empezaba, “debe ser de Dios.” Esa era básicamente la actitud de todas las personas en el Antiguo Testamento: finalmente, todo viene de Dios… todo es la voluntad de Dios, y lo hace todo de manera soberana.
Sin embargo, el propio hermano de Jesús escribió que esa teología estaba equivocada de manera muy enfática.
Ahora puedes entender muy bien de dónde provenían las ideas de ese grupo de creyentes judíos. Habían estado en la fe por 20 años, pero no estaban viendo resultados; y, como los creyentes de nuestros días, cuando a menudo no ven resultados, comenzaron a preguntarse…
¿Estoy creyendo lo incorrecto?
¿Podría mi doctrina ser la incorrecta?
¿Podría ser que Dios, desde lejos, de alguna manera haya permitido que estas cosas pasen en mi vida?
Y luego, en lugar de resistir el trabajo del enemigo, abrieron sus brazos para abrazar esas cosas como si fueran la perfecta voluntad de Dios.
Crecí en una denominación que me enseñó muchas cosas maravillosas, y estoy muy agradecido por ello. Pero nunca olvidaré sus reuniones de oración los miércoles por la noche.
En esas reuniones, por ejemplo, alguien podía levantar la mano y decir: “¿Podríamos orar por mi tío que tiene cáncer?” El pastor contestaba: “Oremos para que tenga la gracia de recibir ese cáncer. Oremos para que él pueda glorificar a Dios en su aflicción.”
Esa es una forma de pensamiento muy del Antiguo Testamento… pero todavía está viva en la iglesia de hoy.
Incluso, cuando era adolescente, recuerdo haber pensado: si alguna vez me enfermo, buscaré a otra persona que sepa cómo orar por mí.
Identificando al Diablo
Fue Jesús quien trajo la revelación del diablo a la iglesia. Cuando comenzó Su ministerio, Él iluminó a los que estaban en tinieblas (Mateo 4:16). Jesús reveló que había un Dios bueno en el cielo y un diablo malo en la Tierra. Él reveló que era el Dios bueno Quién hacía las cosas buenas, y el diablo malo quién hacía las cosas malas.
Es por esa razón que, cuando Santiago escuchó a los judíos preguntándose si el mal en sus vidas era la manera en la que Dios los ayudaba a conformarse a la imagen de Cristo, lo consideró un insulto. En lo que a él respecta, ¡Dios nunca haría eso! De hecho, Santiago dijo que Dios no podía hacer eso: «porque Dios no es tentado por el mal, y él no tienta a nadie.» (Santiago1:13).
¿Hay algo que Dios no pueda hacer? Sí. ¡Absolutamente sí!
El texto griego aquí establece que Dios es incapaz de responder con maldad. Él no sabe nada del mal y no tiene maldad en Él. La única vez que el mal intentó entrar en la presencia de Dios, Dios rápidamente lo erradicó del cielo. Él no tiene maldad que ofrecer. Es por eso que, al final del versículo, dice: «…él no tienta a nadie.». Dios no tiene ningún mal en Él y, por lo tanto, no puede usar el mal para cambiar a alguien. Es simplemente imposible.
Además, Isaías 53 dice claramente que Jesús tomó nuestras debilidades en la cruz. Es un hecho. Para que Jesús tome nuestras debilidades y luego Dios nos las devuelva, estaríamos caminando en círculos alrededor de la obra redentora de la cruz, y Dios no hará eso.
Santiago estaba diciendo: “Dios nunca, nunca, nunca usa algo destructivo para enseñarnos o hacernos más como Él.” Como pastor, Santiago le estaba dando a su iglesia una prueba muy simple que podían aplicar a cualquier circunstancia que enfrentaran.
¿El cáncer es destructivo? Entonces falla la prueba. No viene de Dios.
¿La bancarrota es destructiva? Entonces falla la prueba.
¿El divorcio es destructivo? No pasa la prueba.
Cualquier cosa que viene a robar, matar y destruir, simplemente no es enviada por Dios (Juan 10:10).
¿Qué viene de parte de Dios?
Si Dios no da aflicción, ¿qué nos da Él? Santiago también nos lo revela: «Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de variación.» (Santiago 1:17).
La palabra buena en griego describe algo que está mejorando, perfeccionándose u optimizándose. Cuando recibes algo de Dios, no te quitará la vida. Por el contrario, la mejora, perfecciona y optimiza.
La palabra dádiva suena singular, pero en griego se refiere a algo continuo o habitual. Así es como Dios nos da: habitual y continuamente.
La palabra perfecto en el texto original describe algo que está completando o perfeccionando. En otras palabras, si proviene de Dios, nos completa y nos adiciona.
Finalmente, él dice que estos dones “descienden” del Padre. Esta es la misma frase utilizada por los primeros griegos para describir un aguacero o un chaparrón.
Crecí en Oklahoma y tenemos lluvias torrenciales. Si conducía el automóvil en medio de un aguacero, ni siquiera podía ver las luces traseras del automóvil que tenía enfrente. Así es como Dios nos está enviando dones buenos y perfectos. Él no está enviando unas gotas aquí y allá; cuando Dios te envía regalos, bajan de manera constante… consistente… ¡un torrente pesado y sin parar de la bondad de Dios!
Tómalo por fe
La siguiente pregunta lógica es: si Dios está realmente derramando dones buenos y perfectos en mi vida, ¿por qué a veces no me están alcanzando, aunque sea uno solo?
Todo lo que Dios da debe ser recibido por fe. Debes ponerte en una posición receptiva y usar tu fe para abrazar lo que Dios está vertiendo a tu alrededor. Si tu mente no se renueva y piensas que Dios ha enviado tragedias a tu vida, probablemente no estás mirando Su bondad. Si miras hacia abajo a la cuneta, perderás todo lo que Dios está tratando de enviar a tu vida.
Tienes que mirar hacia arriba, renovar tu mente y abrazar Su bondad por la fe. Hebreos 2:1 (RVA-2015) lo dice de esta manera: «Por lo tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.» Esas palabras “nos deslicemos” evocan la imagen de Dios con promesas buenas y preciosas tratando de encontrar a alguien que busque atraparlas. Dios está arrojando Sus dones en nuestra dirección, y está esperando a alguien que se acerque por fe y diga: “¡Tomaré ése! ¡Tomaré éste! ¡Tomaré aquel!”
Si no tomas Sus dones por fe, ellos pasarán de largo a tu lado.
Traza una línea
No tienes que cuestionar si algo proviene de Dios. El pensamiento religioso tratará de decirte que, a través de circunstancias terribles, oscuras y profundas, Dios de alguna manera está tratando de conformarte a la imagen de Jesucristo. Pero eso es un insulto a la integridad de Dios.
Dios puede cambiarte a la imagen de Cristo sin enfermedad y sin dolencias. Él no necesita la bancarrota para darte una lección. Si es algo malo o destructivo, ni siquiera tienes que detenerte y preguntarte: ¿Está Dios haciendo esto en secreto? No, no lo está haciendo. Él simplemente no puede hacerlo.
Si lo que enfrentas no supera la prueba de Santiago 1:17, entonces puedes saber qué recibir y qué resistir.
Al igual que los primeros creyentes, puedes trazar una línea muy clara. Tú puedes saber cómo orar y, además, saber cómo ganar.