Es probable que te sientas desanimado cuando no recibes la respuesta a alguna oración que has estado haciendo por mucho tiempo. Puedes percibirlo como si Dios se estuviera escondiendo de ti. David también se sintió de esa manera. En Salmos 55:1, leemos: “Dios mío, ¡escucha mi oración!”.
¿Está escondiéndose Dios de tu oración?, ¿acaso se ha ido de pesca? o ¿Está sucediendo algo más?, ¿qué haces cuando pareciera que Dios está “escondiéndose” de ti?
“Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, se le abre.” (Mateo 7:7-8).
Las palabras: pidan, busquen y llamen; están escritas en griego en un tiempo verbal que indica acción continua. La oración debe ser constante. En ese versículo, Jesús nos está enseñando como orar. Debemos insistir cuando se trata de pedir, perseverar en la búsqueda, y continuar llamando a la puerta hasta que logremos prevalecer.
¡No dejes de orar! Si te dejas desanimar y te das por vencido, puedes perder tu respuesta. Si ya te rendiste orando por algo o por alguien, arrepiéntete y comienza a orar de nuevo.
De acuerdo con Santiago 5:16: “…La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos” (NTV) ¡Tus oraciones tienen energía! Y cuando oras fervientemente desatas el poder de Dios en cualquier situación.
Cuando parece que Dios no responde, ¡Él está haciendo cambios!
A veces, Dios tarda en responder algunas oraciones porque está haciendo cambios en tu vida. Puede que no estés listo para manejar la respuesta a tu oración, hasta que tú hayas cambiado. Cuando oras por alguna situación, particularmente si es algo relacionado con tu vida, Dios tratará primero contigo. Algunas veces, Dios no se está escondiendo de nuestras oraciones; Él está tratando de llamar nuestra atención acerca de algo que desea que cambiemos en nuestras vidas. Frecuentemente, ese cambio conlleva un proceso, ypor lo tanto requiere de tiempo. A veces pensamos que Dios está siendo lento en responder nuestras oraciones, pero, ¿qué pasa si Él está esperando que tú cambies primero?
Considera la vida de Jacob. Él tenía un problema con su carácter. Mintió, engañó y hasta conspiró para robar la bendición y la primogenitura de su hermano. Cuando le llegó el tiempo de regresar a la Tierra Prometida, y entrar a recibir su bendición, su carácter aún no estaba preparado. Aun después de haberle servido 20 años a un suegro engañador, Jacob todavía tuvo que luchar con Dios para estar listo y recibir su respuesta.
José es otro ejemplo.
A la edad de 17 años, Dios le dio sueños, en los cuales veía que un día toda su familia se postraría ante él. Durante los siguientes 13 años, todas las pruebas y tribulaciones por las que atravesó lo prepararon para obtener su milagro. A la edad de 30 años, José se convirtió en el primer ministro de la nación más poderosa y civilizada sobre la Tierra: ¡Egipto! La espera y los cambios que Jacob y José tuvieron que hacer fueron valiosos para que recibieran su bendición. ¡Y también para ti valdrán la pena la espera y los cambios!
¡Ensancha tu fe!
Hebreos 6:12, dice: “…por la fe y la paciencia heredan [nosotros] las promesas”. Deberías repetir ese versículo todos los días, a fin de recordarte que nada viene de Dios, si no tienes fe y paciencia.
Abraham tuvo que esperar 25 años para que su hijo prometido naciera. En el transcurso de esos años, él cometió algunos errores muy serios. Algunas veces mintió, en lugar de confiar en Dios. En otra ocasión, trató de ayudar a Dios a cumplir Su promesa; sin embargo, el resultado fue desastroso. No obstante, recibió su promesa; y hoy en día es llamado: “el Padre de la fe”.
Después de que Isaac nació, Abraham necesitó fe. Pues Dios le pidió que tomara a Isaac y lo llevara hacia la montaña para sacrificarlo. Abraham ni siquiera parpadeó, discutió, lloró o se quejó. Sólo preparó su burro y obedeció. ¿Cómo pudo Abraham obedecerle a Dios una petición como esa? Obedeció gracias a la fe tan poderosa que había desarrollado durante su tiempo de espera a la respuesta de su oración por un hijo. Pues él creía que Dios podía resucitar a su hijo. Dios tardará en responder tus oraciones para edificar tu fe también.
Persevera hasta que recibas tu respuesta
Estamos viviendo en los últimos tiempos. Dios necesita personas que sean perseverantes, conformes a Su imagen y poderosas en fe. ¿Deberías enojarte, deprimirte, dejar de asistir a la iglesia o tirar tu Biblia por la ventana cuando Dios se esconde? ¡No! Debes perseverar hasta recibir tu respuesta. Sé agresivo, y háblate a ti mismo diciendo: No dejaré de orar y creeré hasta que obtenga mi milagro.
Elías tuvo que orar siete veces para que lloviera. Moisés oró por 40 días por las personas que estaban murmurando. Daniel oró durante tres semanas, antes de escuchar del Señor. Jesús oró toda una noche antes de escoger a Sus discípulos.
Cada una de esas personas perseveró, hasta que Dios contestó sus oraciones. Así que, cuando parezca que Dios está escondiéndose, ¡debes esperar y perseverar!