Si observas tu vida, es probable que veas pruebas sólidas de la obra del Señor desde que tienes memoria. Nuestras vidas mismas son prueba de Su obra.
El libro de Hechos dice que después de que Jesús ascendió, después de sentarse a la diestra del Padre, «
por el Espíritu Santo… se presentó vivo [a los apóstoles], después de haber padecido, con muchas pruebas convincentes» (Hechos 1:2-3, RVA-2015).
¡Esas pruebas somos tú y yo! Nuestras vidas son la prueba infalible de Su amor y Su poder. Cuando miro en retrospectiva, puedo ver a Dios trabajando en mi vida desde que era un pobre niño pecador que odiaba a todo y a todos. Desde ese momento en adelante, veo milagro tras milagro tras milagro. También veo pruebas infalibles en aquellos que me rodean.
Hubo un tiempo en el que se suponía que mi esposa, Vickie, debía morir de cáncer en los próximos 32 días… y ella se sanó. Mi nuera, Trish, también tenía cáncer mortal, pero el Señor intervino. Es posible que hayas escuchado la historia acerca del día en que mi nieta se ahogó en nuestra piscina y fue declarada muerta… y luego fue resucitada de entre los muertos instantes más tarde. Las pruebas infalibles de la obra y el amor del Señor siguen y siguen. Estoy seguro de que eso también aplica en tu vida.
Pero eso no debería ser demasiado sorprendente. Se supone que tú y yo tengamos el poder de Dios fluyendo a través de nuestras vidas.
Hechos 1:8 declara: «Pero cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo recibirán poder, y serán mis testigos…, y hasta lo último de la tierra.» El poder del Espíritu Santo en nuestras vidas es nuestro testigo. El Señor se muestra al mundo a través de nosotros como Su prueba infalible.
Entonces, ¿por qué será que tantos cristianos pegan con cinta adhesiva al Espíritu Santo en algún lugar del fondo de sus vidas, nerviosos por la idea de dejarlo salir a la luz?
Sin mi jefe, no
Esto también sucede en algunas de las iglesias más populares y de más rápido crecimiento en todo el mundo.
Un pastor me llamó y me dijo: “Hermano Barclay, nos gustaría que viniera a predicar a nuestra conferencia, pero hemos cambiado un poco el formato. No queremos esas cosas del Espíritu Santo.”
“Agradezco la invitación”, le respondí, “pero no voy sin mi Jefe. Te amo, pero no estaré allí si me dices que el Espíritu Santo no está invitado.”
Créeme, ¡nadie quiere escuchar a Mark Barclay sin su jefe!
En otra ocasión, justo antes de que predicara, un pastor me dijo: “quiero que sepas, no seguimos eso de ‘hablar en lenguas’.”
“Espera un minuto”, le dije. “Pensé que esta era una iglesia llena del Espíritu.”
“Sí, pero ya no hacemos eso.”
Luego agregó: “Si dices tan solo una frase en lenguas, nos quedaremos con tu ofrenda.”
Menos mal que tenía suficiente gasolina para volver a casa porque él mantuvo su palabra y la ofrenda. ¡Imagínatelo! Tratando de sobornar a este hombre que camina con Dios…
En otra ocasión, otro joven pastor me dijo: “Hermano Barclay, hemos cambiado algunas cosas en nuestra iglesia para tratar de atraer a la gente.”
Eso es ridículo. La verdad es que, si los pecadores se sienten cómodos en tu presencia o en tu iglesia, le habrás fallado horriblemente a Jesús. Actuar como lo hace el mundo no salvará a los pecadores. Lo que trae la salvación es mostrarles la esperanza de que es posible salir de su propio desastre.
¡Nosotros no damos concesiones! Dios nos eligió para hacer brillar la luz donde hay oscuridad, y para convertir a los perdidos de la oscuridad a Su luz maravillosa (Mateo 5:16, 1 Pedro 2:9). No puedes hacer eso si das concesiones… ¡y no puedes hacerlo sin el Espíritu Santo!
Algo que te abrirá los ojos
Cuando fui lleno con el Espíritu Santo, no fue “un poquito”. Fui lleno del Espíritu Santo.
Todavía estaba en la Infantería de la Marina cuando asistí a mi primer servicio religioso “pente-colosal” y “caris-maníaco”. ¡Fue una verdadera revelación! En el llamado al altar, me acerqué para recibir el Espíritu Santo y me impusieron las manos. Por lo que experimenté, no pasó nada. Pero por supuesto, algo sucedió.
Era un instructor del Batallón de Reclutas de San Diego y, un día, poco después de ese servicio, teníamos a infantes de marina en la línea de fuego entrenándose para calificar con sus rifles. Pero mi corazón no estaba enfocado en la actividad. Mis pensamientos seguían volviendo a esa reunión de la iglesia. Me encontré orando, ¡necesito estar lleno del Espíritu Santo! ¡Por favor, Señor! Lo deseaba demasiado.
De repente, desde algún lugar profundo de mi interior, nació un río. A medida que esos jóvenes disparaban sus armas, comencé a gritar en el espíritu. De hecho, quedé tan atrapado en Dios que no me di cuenta cuando dejaron de disparar. Saltaba y gritaba: “¡Lo tengo! ¡Lo recibí! ¡Finalmente lo tengo! ¡Gracias, Señor!” Entonces me di cuenta de que cada recluta me estaba observando.
Cuando el oficial de tiro salió de su barraca, el Espíritu Santo me dijo: Decide ahora mismo si te avergonzarás de Mí, o no.
Entonces, hice lo más inteligente que sabía hacer. Le grité al oficial de tiro: “¡Sólo estoy orando en lenguas, señor! ¡Bailando un poco!”
No le gustó en absoluto. “¡Vuelve al trabajo!”, me gritó.
Desde ese entonces, he disfrutado estar lleno del Espíritu.
Una vez que recibes Su poder, orar en lenguas debe convertirse en un acontecimiento regular. Recuerda que el apóstol Pablo dijo: «Doy gracias a Dios de que hablo en lenguas más que todos ustedes.» (1 Corintios14:18).
Quemándose más que la tostada
Uno de mis mentores fue John Osteen, quien me enseñó que siempre debería orar en el Espíritu Santo por cada servicio, incluso después de haber preparado mi mensaje. “Tómate un tiempo para presentarte ante Dios y descubrir cuál es tu tarea”, me dijo. “Averigua lo que el Espíritu Santo quiere llevar a cabo.”
Una vez recibí una invitación de parte de una importante estación de televisión secular, para asistir a uno de sus programas de entrevistas. No tenía idea de lo que iban a preguntar, así que seguí el consejo de John Osteen y oré en el Espíritu Santo, pidiéndole que me diera las palabras apropiadas.
Cuando llegué, me sentaron en una silla y comenzaron la cuenta regresiva, y de repente me di cuenta de que era una transmisión en vivo.
La presentadora sonrió a la cámara y dijo: “Hoy tenemos al gran reverendo Mark Barclay con nosotros, y le haremos algunas preguntas.” Luego se volvió hacia mí.
“¿Entiendo que hablas en lenguas?”
Su cara parecía la de alguien que acaba de quemar una tostada. Estoy seguro de que ella esperaba que me estremeciera y me ocultara, o que entrara en pánico por el solo pensamiento de que el mundo estaba descubriendo mi secreto.
Todo lo contario.
Con la convicción del Espíritu Santo en mi interior, me volví hacia ella y le dije: “¡Sí! ¿Quieres escuchar algo?” Entonces estallé en lenguas.
De repente, como las cucarachas, el equipo de televisión apareció en cada uno de los rincones del estudio.
En los monitores se leía: “¡CORTE – A COMERCIAL!”
Un gerente de piso irrumpió en el estudio con un gran cartel que decía: “¡A comercial ahora! ¡Ahora!”
Lo hicieron. Entonces el gerente de piso se me acercó, limpiándose el sudor de la frente. “Reverendo, no lo va a hacer otra vez, ¿verdad?” “Yo no lo comencé”, le respondí. “Ella fue la que me preguntó.” Tartamudeó: “Está bien…pero no lo repetirá, ¿verdad?” Me encogí de hombros. “No lo sé.” “¿Qué quiere decir con ‘no lo sé’?” “Bueno, cuando estoy feliz, oro en lenguas. Y cuando me molestan, oro en lenguas. Incluso, cuando estoy enojado, oro en lenguas. Por lo tanto, no lo sé. Podría volver a suceder.”
¡Resultó ser la transmisión en vivo más corta que haya tenido la estación!
Mientras me indicaban el camino hacia la puerta, me dijeron: “No podremos invitarte de nuevo.”
“No fui yo quien pidió venir”, le dije. “Ustedes me invitaron.”
Así que tomé mi Biblia y me fui. ¡Pero no sin antes darme la vuelta y liberar las lenguas una vez más!
Podría haber dejado que la experiencia me impactara. Pero al buscar la sabiduría del Espíritu Santo, me encontré lleno de audacia en una situación en la que fácilmente podría haber sido avergonzado y minimizado. Lo que sea que el Señor te diga que hagas, ya sea para orar o imponer las manos sobre la gente, para expulsar demonios o para curar a los enfermos, hazlo sin vergüenza ni concesiones.
Naturalmente Sobrenatural
Jesús dijo: «Y estas señales acompañarán a los que crean: En mi nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán en sus manos serpientes, y si beben algo venenoso, no les hará daño. Además, pondrán sus manos sobre los enfermos, y éstos sanarán.» (Marcos 16:17-18). Algunos cristianos han sido tan “naturalizados” que vivir de esa manera sobrenatural les parece increíble. Pero expulsar demonios, hablar en lenguas e imponer las manos sobre los enfermos, es parte de una vida cristiana empoderada.
Somos gente del Espíritu Santo. No debería ser raro para un creyente creer que Dios puede hacer lo milagroso. ¿Por qué será que tan a menudo lo apagamos? ¿Por qué lo entristecemos? ¿Por qué nos resistimos a Él? ¿Por qué nos avergonzamos de Él? ¿Por qué lo atamos con cinta adhesiva y lo escondemos en el cuarto del fondo de nuestras vidas?
En realidad, es sólo un truco del diablo. Si no puede lograr que nos apartemos del Señor, al menos quiere asegurarse de que no seamos efectivos. Intentará convencerte de que necesitas vivir una vida cristiana agradable y tranquila: ir a la iglesia, entregar tu ofrenda, cantar algunas canciones y regresar a casa. Él te dirá que debes evitar ser radical y aguantar lo que el mundo quiera hacerte.
Pero ese no eres tú. ¡Eres un ser sobrenatural!
Vive lo que crees
No eres un simple hombre ni una simple mujer. Tú estás poseído por Dios. Eres el templo del Espíritu Santo. Estás habilitado. Estás empoderado. Tienes los dones del Espíritu. Tú tienes la armadura de Dios.
Créelo.
Todos los días me digo a mí mismo: “Mark Barclay, no eres carnal. No eres natural. Ya no usas armas naturales. Las armas de tu guerra son poderosas a través de Dios. ¡Ve a la guerra en nombre del Señor Jesucristo!”
No pegues con cinta adhesiva al Espíritu Santo en el cuarto trasero de tu vida. No ores en lenguas en casa ni finjas que no lo crees cuando estás en público. Cada momento de tu vida es una prueba infalible de Su amor y de Su obra. Ahora es el momento de recibir todo Su poder y comenzar a caminar en todo lo que Él tiene reservado para ti.
¡Ahora es el momento de vivir lo que crees!