Debido a que Ken y yo hablamos todo el tiempo acerca de vivir en victoria, algunas personas tienen la idea de que vivimos una vida libre de problemas. Todo lo contrario. En nuestros años de caminar con el Señor, hemos estado en problemas muchas veces, y hay algo que puedo decirte al respecto: Cada vez que nos encontramos atrapados, siempre fue porque no teníamos suficiente Palabra dentro de nosotros para sacarnos del pozo.
La problemas más grandes que hemos enfrentado fue cuando nos atrasamos $6 millones en las facturas de televisión. En lo natural, no había absolutamente ninguna solución para ese problema. No estábamos solo atrapados; como las facturas seguían llegando, el déficit amenazaba con empeorar aún más. Necesitábamos un rompimiento sobrenatural y, alabado sea el Señor, ¡lo obtuvimos! Sin embargo, no nos cayó automáticamente del cielo. Tuvimos que creerle a Dios durante meses para recibir el suministro financiero que necesitábamos. Tuvimos que superar ese déficit de $6 millones de dólares con fe en la Palabra de Dios.
En realidad, es lo que hemos aprendido de la Palabra sobre la “Ley del Recibir” lo que siempre nos ha sacado de apuros. Nunca hemos estado en un aprieto tan grande del que no nos haya podido sacar. Nos ha permitido disfrutar de la victoria y prosperar en todas las áreas de la vida. La ”Ley del Recibir” se expone una y otra vez a lo largo de la Biblia. Es muy simple, y cualquiera puede activarla. Funcionará para ti cómo funciona para Ken y para mí. No importa qué tipo de problema venga; te sacará y te hará triunfar en cada situación… cada vez, todo el tiempo.
Sin embargo, para que la ”Ley del Recibir” trabaje a tu favor, debes ponerla en acción. No puedes ser como Naamán. ¿Has leído alguna vez sobre él? Segunda de Reyes 5 dice que cuando él fue al profeta Eliseo para recibir sanidad, él no quiso creer y actuar en la Palabra del Señor que le fue entregada a través de Eliseo. Pensó que Eliseo simplemente debería agitar su mano sobre él y obraría un milagro instantáneo. Pero, las cosas normalmente no funcionan así. No funcionaron así en la situación de Naamán, y normalmente no funcionan así para nosotros como creyentes.
Generalmente, cuando necesitas recibir algo de Dios –ya sea sanidad, liberación de problemas, una casa nueva o un mejor trabajo— no llegarán sólo porque tu pastor te imponga las manos. Incluso si tu pastor es ungido, sano y próspero, la mayoría de las veces para que recibas esas cosas, debes hacer lo mismo que tu pastor hizo para obtenerlas: ¡creer y actuar en la Palabra de Dios! No estoy diciendo que nunca recibirás un milagro instantáneo. Pero, si eres un creyente, los milagros deben ser la norma en tu vida. Como ciudadano del reino de Dios, debes creer para que Su voluntad se haga en la tierra como en el cielo.
¡No hay milagros en el cielo! ¿Por qué? Porque allí no hay necesidad de que ocurran. Dios quiere que lo mismo sea verdad en tu vida. Dios no quiere que tengas que vivir de milagro en milagro. Él quiere que te llenes de Su Palabra para que Él pueda sostenerte en salud divina y prosperidad. Él quiere que el reino de los cielos se manifieste continuamente en tu vida. Esto no es algo que alguien más pueda hacer que suceda por ti. No es algo que puedas hacer simplemente viviendo bajo el ala de tu pastor. Para que vivas en la tierra como un ciudadano del cielo, debes continuamente poner la ”Ley del Recibir” en acción en tu vida. Debes encontrar lo que Dios dijo acerca de lo que sea que necesites, ponerlo en tu corazón y en tu boca, ¡y hablar de tu propia liberación y victoria por fe!
No Solo los Domingos por la mañana
Tristemente, muchos cristianos siguen haciendo lo opuesto. En vez de hablar la Palabra de Dios, deciden hablar de los problemas que enfrentan. Como resultado, se meten en más dificultades al hablar palabras de preocupación y duda. Jesús nos dijo que no hiciéramos eso. Él dijo en Mateo 6:31-33, Biblia Amplificada, Edición Clásica:
Por lo tanto, no se preocupen ni se inquieten, diciendo: ¿Qué vamos a comer? o, ¿Qué vamos a beber? o, ¿Qué vamos a tener para vestirnos? Porque los gentiles (paganos) desean y anhelan y buscan diligentemente todas estas cosas, y vuestro Padre celestial sabe bien que las necesitad todas. Sin embargo, busca (apunta y ve por) primero el reino de Dios y Su justicia (Su manera de hacer las cosas y estar bien), y todas estas cosas juntamente te serán añadidas.
¿Cómo buscas primero las maneras de Dios de hacer lo correcto y estar bien? Viviendo día a día de acuerdo con Su Palabra. La Palabra de Dios revela Sus caminos y contiene Su sabiduría; y buscar, en hebreo, significa “caminar con frecuencia, perseguir, seguir, ser diligente”. Así que, para buscar primero el reino de Dios y Sus caminos, pones Su Palabra en primer lugar en tu horario. No solo pasas tiempo en la Palabra, sino que la haces tu prioridad y autoridad final, y dependes de ella para tu dirección en la vida. Cada mañana cuando te levantas, hablas con el Señor primero y le dices, “Hoy dependo de Ti. Tú eres mi Fuente, Tú eres mi Ayuda, mi Sabiduría, mi Salud, mi Todo.”
No piensas en Él sólo el domingo por la mañana. Vives con Él todos los días. Le adoras y honras a diario. Dices: “Señor, todo lo que veo en Tu Palabra, todo lo que escucho en mi corazón de Ti, lo haré”. He descubierto en mi propia vida que parte de buscar al Señor es ser flexible. Es escucharle y responder rápidamente a Su Palabra y a Su voz. Me esfuerzo por ser sensible al Señor todo el tiempo. Por ejemplo, si estoy conduciendo hacia algún lugar y siento que Él me impulsa a tomar una ruta diferente de la que había planeado, no discuto con Él. No intento averiguar por qué quiere que vaya por ese camino. Simplemente le obedezco.
Su dirección puede no golpearme como un gran destello de luz. Puede ser muy sutil, pero si recibo una dirección en mi espíritu, la sigo. Mientras esté en línea con la Palabra escrita de Dios, sé que no puedo equivocarme. “Pero Gloria”, podrías decir, “no estoy segura de poder oír así de Dios”. Entonces toma Su Libro, léelo y haz lo que dice. Cuanto más escuches y actúes según lo que Él dice en Su Libro, más sensible te volverás a la guía de Su Espíritu. Buscando a Dios en Su Palabra escrita, te sintonizarás cada vez más con Su voz.
Ken y yo tenemos la bendición de conocer a muchos hombres y mujeres poderosos de Dios, y muchos de ellos comenzaron como nosotros: sin nada. No tenían dinero. No sabían nada acerca de la Biblia o cómo escuchar a Dios. Comenzaron su caminar en el Señor en cero. Sin embargo, ahora prosperan. Son ricamente bendecidos y de bendición para los demás, y Dios está realizando grandes cosas en y a través de sus vidas. Sin embargo, no conozco a ninguna persona que no se haya entregado completamente a Dios. Todos ellos llegaron a donde están hoy por ponerlo a Él y a Su Palabra en primer lugar en sus vidas.
No importa qué tipo de problema venga a tu camino, deberá hacer lo mismo. Siempre es la clave para vencer porque la Biblia dice acerca de la sabiduría de Dios: «Yo amo a los que me aman, y los que me buscan pronto y con diligencia me encontrarán. Las riquezas y el honor están conmigo, la riqueza duradera y la justicia» (Proverbios 8:17-18, AMPC). Cuando haces las cosas a la manera de Dios, la prosperidad y las riquezas vendrán a ti. Terminas prosperando en todas las áreas de la vida. ¿Por qué? Porque cuando haces las cosas a la manera de Dios, las haces bien. Estas en el flujo de la unción y Él puede moverse y manifestarse a tu favor.
Las cosas te comenzarán a suceder como a nuestro amigo Keith Moore, por ejemplo. Él es una de las personas más dedicadas que conozco. El busca al Señor con todo su corazón (Jeremías 29:13), y por eso sigue prosperando. Cuenta que una vez el Señor le bendijo con tantas cosas –autos, barcos y demás— ¡que no le cabían en el garaje! Cuando su vecino lo vio, se acercó para averiguar qué estaba pasando.
Es una tremenda herramienta evangelística para ti ser próspero y abiertamente conocido como cristiano. El dinero tiene mucha influencia sobre la gente en este mundo. Siempre están buscando maneras de obtener más. Así que, cuando ese vecino vio a Keith prosperando, le pregunto al respecto. Y Keith estaba más que feliz de decirle que lo que estaba viendo ¡era la bondad de Dios manifestándose en su vida!
Dios te encontrará dondequiera que estés
Cuando nos hicimos cristianos por primera vez, Ken y yo no sabíamos que Dios quería prosperarnos. Pero como las finanzas eran nuestro mayor problema, cuando finalmente descubrimos que la Palabra de Dios era nuestra respuesta, fuimos tras ella. Nos dedicamos a ella completamente porque estábamos desesperados. ¿Sabías que la desesperación puede ser algo bueno? Si Ken y yo hubiéramos empezado siendo ricos, no sé qué hubiera pasado. Tal vez no hubiéramos perseguido a Dios tan vigorosamente como lo hicimos. Pero ser ricos no era nuestro problema – la pobreza lo era. Así que, una vez que nos dimos cuenta de que podíamos resolverlo metiendo la Palabra de Dios al respecto en nuestros corazones y bocas, ¡fue fácil para nosotros llevarlo a cabo!
Dios es muy bueno. Él te encontrará dondequiera que estés. Él no te echará en cara el hecho de que esperaste hasta que te metiste en problemas para empezar a buscarlo. No te dará la espalda sólo porque no pensaste mucho en Él hasta que estuviste en una situación desesperada. Él se alegra de que finalmente te hayas vuelto hacia Él. Dios te ama. Él desea bendecirte tanto como tú deseas ser bendecido. Por eso te dio Su Palabra. Es a través de Su Palabra que la fe viene y te permite recibir de Él salvación, sanidad, liberación, prosperidad financiera y todo lo demás que necesitas para vivir la vida abundante que Jesús ha provisto. Dios lo declara en la Biblia una y otra vez:
• «La Palabra que Dios habla está viva y llena de poder [haciéndola activa, operativa, energizante y efectiva]» (Hebreos 4:12, AMPC).
• «Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía [sin producir ningún efecto, inútil], sino que hará lo que yo quiero y me propongo, y prosperará en aquello para lo que la envié» (Isaías 55:11, AMPC).
• «Hijo mío, presta atención a mis palabras; Inclina tu oído para escuchar mis razones. No las pierdas de vista; guárdalas en lo más profundo de tu corazón. Ellas son vida para quienes las hallan; son la medicina para todo su cuerpo. Cuida tu corazón más que otra cosa, porque él es la fuente de la vida» (Proverbios 4:20-23).
¡La Palabra de Dios contiene Su poder creador! Mientras esté en tu mesa o en tu biblioteca, será sólo un libro. Pero, cuando la pones en tu corazón y en tu boca, se convierte en el poder creativo de Dios para cambiar tu cuerpo o tu cuenta bancaria o tu familia –o hacer cualquier otra cosa que Dios prometió en Su Palabra que haría—.
Sin embargo, para que la Palabra produzca resultados en tu vida, no puedes simplemente hablarla cuando estés en la iglesia. No puedes entusiasmarte cuando escuchas al pastor predicar sobre sanidad o prosperidad, gritar amén y luego ir a casa y hablar de lo enfermo y quebrado que estás. Al contrario, para mantener la ”Ley del Recibir” en operación, debes mantener la Palabra en tu boca todo el tiempo. “Pero Gloria”, podrías decir, “eso es difícil de hacer cuando tengo problemas. A veces la presión me domina, y las palabras negativas simplemente se me escapan.”
Eso significa que necesitas tener más de la Palabra en tu corazón. Necesitas seguir escuchándola y leyéndola y meditando en ella. No puedes controlar tu lengua solo con tu fuerza de voluntad. Pero sí puedes controlar lo que hay en tu corazón. Y si mantienes tu corazón lleno de Dios y de Su Palabra, tu boca caerá en línea, porque, como Jesús dijo, «Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno saca cosas buenas del buen tesoro de su corazón; el hombre malo saca cosas malas de su mal tesoro» (Mateo 12:34-35).
Vuelve a leer esos versículos. ¿Quién determinó lo que obtuvieron esos dos hombres? Ellos mismos. ¿Cómo lo determinaron? Por lo que pusieron en sus corazones. Lo que pusieron en sus corazones salió de sus bocas y se manifestó en sus vidas. Esta es la ”Ley del Recibir”, y funciona tanto en el lado positivo como en el negativo. Puedes dar tu atención a cosas negativas –como el pecado, la enfermedad y la escasez— y esas cosas se apoderarán de ti. Te meterán en problemas y no podrás salir. Esas son las malas noticias.
Las buenas nuevas son que puedes poner tu atención en la Palabra de Dios y ella se apoderará de ti. Puedes mantenerla frente a tus ojos y en tus oídos hasta que se meta en tu corazón y en tu boca; ¡y no sólo te sacará de los problemas, sino que te hará triunfar continuamente en cada área de la vida! V