Las palmeras se mecían con la brisa de la Florida. Daniel Kolenda, a sus 16 años, llegaba a la Asamblea de Dios de Brownsville en Pensacola. Daniel no era de los que miraba con desatino a sus padres. Pero si lo fuera, lo habría hecho en ese instante, cuando su padre decidió que llevaría a la familia para asistir una vez más a otro avivamiento.
Como si ya no fuera suficiente del tema en casa.
El padre de Daniel era pastor. También lo era su abuelo. En el periodo que abarcaba las cinco generaciones pasadas, todos los hombres habían sido pastores. El padre de su madre también era pastor. Daniel prácticamente vivía en la iglesia. Asistía a todos los servicios y también al colegio en el mismo lugar. Incluso cumplía las veces de conserje.
Mientras algunos niños soñaban con ser bomberos o policías, Daniel sabía desde que tenía 8 años que estaba llamado a predicar el evangelio en África. Soñaba con predicar en el continente africano. Amaba a Dios y quería cumplir su destino. Pero, ¿los avivamientos? Eran aburridos.
“Lo que está sucediendo en Brownsville podría ser histórico”, le explicó su papá. “Si hubieras estado vivo durante la época del avivamiento de la calle Azusa, desearías haberlo visto con tus propios ojos. Quiero asegurarme de que, cuando seas grande, puedas decir que viste esto con tus propios ojos.”
Ya dentro de la iglesia, cualquier pensamiento de aburrimiento se disipó rápidamente de su mente. Había muchos jóvenes en fuego por Dios. Amaba la música. Amaba los mensajes. Se sentía como si hubiera sido iluminado por dentro por el Espíritu Santo.
La segunda vez fue con su grupo de jóvenes. Había una dama llamada Suzette Hattingh que era la intercesora principal del evangelista Reinhard Bonnke. Ella no habló. Ella no ministró. Todo lo que hizo fue orar, y el poder de Dios cayó en ese lugar.
Cuando lo hizo, Daniel sintió una explosión de poder en el interior tan grande que supo que nunca más volvería a ser el mismo. También escuchó al Espíritu Santo: Vas a trabajar con Reinhard Bonnke.
Esa noche, Daniel le escribió una carta a Reinhard en la que le explicaba que el Señor le había dicho que trabajaría con él. Una vez escrita, Daniel necesitaba una dirección a cual enviarla. ¿Quién era este hombre? Nunca había escuchado su nombre hasta ese día.
Al investigar a Reinhard, Daniel vio fotos de él ministrando a cientos de miles de personas en África. Se trataba del evangelista más famoso del mundo.
Daniel guardó la carta en una caja vieja de zapatos y se acostó.
Cambiado para siempre
“Nunca volví a ser el mismo después de asistir al avivamiento de Brownsville”, recuerda Daniel. “Empecé a reunir a amigos para orar. Orábamos durante dos horas todas las mañanas. Nos volvíamos a encontrar y orábamos durante el almuerzo. Eso duró toda mi adolescencia. Después de graduarme, asistí a la Escuela de Ministerio Brownsville Revival – Brownvaille School of Ministry, que era un programa de dos años. Asistíamos a clases todo el día y a reuniones de avivamiento todas las noches. Eran días de 12 a 15 horas, todos los días durante dos años. Durante ese tiempo conocí a Rebekah, la mujer con la que me casaría más adelante.”
Durante esos dos años, Reinhard Bonnke estuvo en la Florida para filmar la película Full Flame. Daniel fue uno de los 20 estudiantes de Brownsville seleccionados como extras en la película. Durante una parte de la filmación, el productor instruyó a los extras dónde debían pararse.
“Estaba parado en mi lugar cuando trajo a Reinhard Bonnke y lo paró a mi lado”, recuerda Daniel. “Me presenté y él se animó con mi apellido: Kolenda.”
“No se me había ocurrido que el nombre podría resultarle familiar, pero tenía sentido. Mi familia había emigrado de Alemania antes de la Primera Guerra Mundial. Más tarde, uno de mis tíos, John Kolenda, había regresado allí como misionero. Ayudó a iniciar las Asambleas de Dios en Alemania y Brasil. Hoy en día, Brasil tiene la mayor población de iglesias pentecostales del mundo.”
“Reinhard dijo que mi tío había tenido un impacto tremendo en su vida. Estaba muy interesado en mí debido a mi conexión familiar. Pensé que quizás el Señor realmente me había hablado cuando tenía 16 años. Quizás ahora Reinhard me invitaría a viajar con él. Excepto que eso no fue lo que pasó. Dijo que había sido un placer conocerme y se fue. Él se fue por un lado y yo por el otro. Ese fue el final del encuentro.”
Una conexión divina
Después de graduarse de la Escuela de Ministerio Brownsville Revival, Daniel asistió a la Universidad Southeastern en Lakeland, Florida, donde se especializó en negocios. Durante ese tiempo, también se convirtió en el líder de adoración en una iglesia de la ciudad. Durante los siguientes años, Daniel plantó cinco iglesias y pastoreaba otra. Un día, recibió una llamada de Eric Gilmour, un amigo que había conocido mientras estaba en Brownsville.
“Estoy trabajando para un ministerio en Orlando”, le explicó Eric. “Necesitan a alguien con un título en administración de empresas y me preguntaba si te interesaría postularte para el cargo.”
Ya casado y con hijos, Daniel necesitaba poner comida en la mesa.
“Sí, estoy muy interesado”, le dijo a su amigo. “¿Qué ministerio es?”
“Cristo para Todas las Naciones”, le explicó Eric. “Es el ministerio de Reinhard Bonnke.”
En los años transcurridos desde que Daniel lo conoció, Reinhard había trasladado su ministerio de Frankfurt, Alemania a los Estados Unidos, instalándose en Orlando.
Daniel fue contratado para desarrollar y administrar un departamento de Cumplimiento para el ministerio, sin personal.
Un día, Reinhard entró a la oficina y vio a Daniel sentado en un escritorio trabajando. Poco después, un supervisor visitó a Daniel.
“Reinhard quiere saber si viajarás con él”, le dijo.
Daniel sabía en su corazón que esto era de lo que Dios le había hablado cuando tenía 16 años.
El poder de la Colaboración
“Viajé con Reinhard como su asistente”, dice Daniel. “Cuando no estaba con él en la carretera, todavía administraba el almacén. Todavía pastoreaba mi iglesia y supervisaba otras dos. Nunca le dije a Reinhard nada de eso. Nunca le dije que podía predicar o que estaba llamado a África. Nunca le dije que había estado plantando iglesias o que pastoreaba una. No quería que sintiera como si estuviera allí con un motivo oculto. No estaba allí para convertirme en su sucesor. Ese pensamiento nunca pasó por mi mente. Solo estaba allí para servirle.”
Fue a través de Reinhard que Daniel conoció a Kenneth y Gloria Copeland.
“La conexión entre Kenneth y Reinhard se remonta desde largo tiempo”, relata Daniel. “Kenneth ha sido uno de los más grandes partidarios del ministerio. Cuando Reinhard recién comenzaba y no había mostrado mucho fruto, Kenneth le profetizó que vería a un millón de personas salvadas en un solo servicio.”
“Eso sucedió en los días en que las reuniones más importantes de Reinhard eran de 20.000 o 30.000 personas. La idea de que un millón de personas pudieran salvarse en una reunión rozaba la ridiculez. Pero Reinhard creyó esa palabra y la pronunció hasta que en el 2000 la vio suceder. Ese año, 1,6 millones de personas asistieron a una cruzada. Más de un millón de tarjetas de decisión fueron firmadas en esa reunión.”
“Reinhard me contó historias sobre un par de veces, al principio de su ministerio, cuando estaban en verdaderos problemas financieros. Me dijo: ‘Si Kenneth Copeland no nos hubiera ayudado, no estaríamos aquí ahora mismo.’ Kenneth y Gloria estaban allí ayudando a Reinhard al principio. Ahora todavía nos están ayudando.”
Un final inesperado
Durante sus reuniones, Reinhard solía anunciar: “Un día alguien en esta sala podría heredar mi micrófono.” Sin que Daniel lo supiera, Eric estaba hablando con Reinhard un día y le dijo: “Solo conozco a una persona que podría heredar tu micrófono. Esa persona es Daniel Kolenda.” En otra ocasión, Eric le recordó a Reinhard su conversación sobre Daniel y le dio un CD de la predicación de Daniel.
Una mañana, poco después de ese incidente, mientras desayunaba, Reinhard miró a Daniel y le dijo: “Daniel, estás llamado a predicar el evangelio. Estás llamado a ser un evangelista.”
“Sí, señor, eso es cierto.”
“Bueno, creo que deberías ir a hacer lo que estás llamado a hacer.”
Daniel parpadeó.
Reinhard acababa de despedirlo. Pero no de la manera en que la mayoría se lo esperaba.
Daniel estaba siendo empujado fuera del nido, puesto en libertad para comenzar su propio ministerio y hacer lo que Dios le había llamado a hacer.
Daniel inició un ministerio llamado “Cubriendo la Tierra” (Cover the Earth). Recibió una invitación para predicar. Luego otra. Al poco tiempo, estaba haciendo lo que algunos le habían dicho que no se podía hacer. Realizaba cruzadas evangelísticas en India y Pakistán.
Daniel no tenía idea de que Reinhard lo estaba observando a la distancia, que estaba recibiendo informes sobre sus cruzadas y que lo miraba en línea y en videos.
Un sermón de 10 minutos
En el 2006, Reinhard iba a llevar a cabo una gran cruzada en Lagos, Nigeria, que se predijo sería la más grande de su historia e invitó a Daniel a asistir.
“Daniel, quiero que vengas a Lagos”, le dijo. “Una de las noches antes de que salga a predicar quiero que prediques durante 10 minutos. Hay dos requisitos: no puedes pasarte de 10 minutos y no puedes hacer un llamado al altar. Ese es mi trabajo.”
Daniel había visto a Reinhard hacer esto durante años. Detectaría a jóvenes evangelistas prometedores y los animaría dejándolos predicar durante 10 minutos en sus cruzadas. Daniel había visto cómo innumerables jóvenes evangelistas usaban sus 10 minutos para tratar de eclipsar a Reinhard. Eso siempre hizo que Daniel se sintiera incómodo. Quería usar sus 10 minutos como si fuera Juan el Bautista y preparar al pueblo para el hombre de Dios.
Daniel se acercó a predicar y miró un mar de rostros. La multitud masiva se extendía en todas direcciones. Detrás de él, algunos de los predicadores más famosos del mundo lo miraban. Daniel centró su atención como un láser en la multitud y preparó el camino para Reinhard. Después, Peter Vandenberg, que había estado con Reinhard durante 40 años, le dijo: “Daniel, eso fue lo mejor que hemos escuchado de cualquier evangelista.”
“Después de eso”, recuerda Daniel, “Reinhard quería que viajara con él a todas sus cruzadas y predicara durante 10 minutos cada noche. Tenía mis propias cruzadas evangelísticas y todavía pastoreaba mi iglesia. Pero también viajaba con Reinhard a sus cruzadas y predicaba durante 10 minutos.”
El futuro del Ministerio
Después de unos seis meses, Reinhard pidió reunirse con Daniel.
“Daniel, he estado orando por el futuro de mi ministerio”, comenzó Reinhard. “Otras personas me han dicho que cuando un hombre muere, su ministerio también muere. No creo que deba pasar toda mi vida construyendo un ministerio y luego, cuando esté en su apogeo, morir y dejar que todo se derrumbe. Alguien más tendría que comenzar desde cero y construir durante otros 40 años.”
“Creo que este ministerio puede pasar a la próxima generación. El Señor me habló: El ungido debe ser designado. Creo que eres el hombre que puede llevar esto adelante. ¿Estarías interesado en probarlo?”
Daniel escuchó cada una de las palabras, pero no le sonaba lógico. Mientras Reinhard hablaba, Daniel pensó: Esto no va a suceder. No creo que me convertiré en el sucesor de Reinhard. A pesar de que las palabras salen de su boca, probaremos por unos meses y al final él admitirá que cometió un error.
Daniel accedió a intentarlo, pero el resto del equipo se mantuvo escéptico. Simplemente dudaban que pudiera predicar tan solo una de las cruzadas de Reinhard. Después de todo, Daniel era solo un niño de unos 20 años. La idea de que él suceda a Reinhard era impensable.
Durante meses, viajaron juntos predicando, Daniel una noche y Reinhard las restantes cuatro. Después analizaron los resultados, mirando el número de salvaciones y milagros. Los resultados fueron asombrosos.
Cuando Daniel predicaba, las cifras no disminuían. Obtenía el mismo número de salvaciones. El mismo número de milagros dramáticos. A veces, sus números eran más altos.
Dios se estaba moviendo. El Espíritu Santo estaba bendiciendo.
“Está bien”, dijo Reinhard, “ahora tú predicas dos reuniones y yo predicaré tres.” Hicieron eso por un tiempo.
“Ahora haces tres reuniones y yo haré dos.”
“Ahora haz cuatro y yo haré solo una.”
Me dejó solo
Un viento africano caliente soplaba las pancartas que anunciaban a Reinhard Bonnke. El corazón de Daniel latía como una manada de elefantes en estampida mientras seguía a Reinhard hasta su coche, tratando de pensar en lo que acababa de decir.
“Lo digo en serio”, repitió Reinhard, “Me voy.”
Era tan solo mediodía, en medio de una cruzada.
“¡Reinhard, no puedes irte! ¡Esta es tu cruzada! ¡La gente necesita verte!”
Daniel suplicó hasta que solo vio una nube de polvo del vehículo de Reinhard.
¿Qué había pasado?
“Me sentí tan solo”, recuerda Daniel. “De cierto modo, logramos superar esa cruzada. Luego, en el 2007, simplemente dejó de aparecer. Todos estábamos tan asustados. La forma en que nuestras cruzadas funcionaban en África era que, si Dios se movía, la multitud crecía. Cuando un chico que había nacido ciego volvía a casa con vista, todos en el pueblo iban a la mañana siguiente. Entonces, si las multitudes crecían, sabías que Dios se estaba moviendo. Si la multitud no crecía, sabías que algo andaba mal.”
“Comenzamos esa cruzada con 30.000 personas. Al final, la multitud había aumentado a 750.000, lo que significaba que Dios la estaba bendiciendo.”
En el 2008, Reinhard entregó oficialmente el ministerio a Daniel como su sucesor. Daniel tenía sólo 28 años. Durante los siguientes 10 años, Reinhard y Daniel ministraron juntos en todo el mundo y Reinhard ayudó a establecer a Daniel como el nuevo líder del ministerio. Cuando Reinhard se fue a casa con el Señor a fines de 2019, la transición se había completado.
“Cuando Reinhard murió, fue cómo perder a mi padre y a mi mejor amigo al mismo tiempo”, comenta Daniel.
Multiplicación
“Creo que lo que hizo Reinhard fue uno de los grandes ejemplos de transición de una generación a otra. Él tuvo la previsión de mirar más allá de su vida. De hecho, me entregó su ministerio cuando estaba en su apogeo, lo cual es inusual. Creo que esa es una de las razones por las que fue una transición tan exitosa. Salió bien porque Reinhard era muy humilde.”
“Eso no significa que haya sido fácil para él. No creo que lo fuera. Cuando me entregó las cosas, todavía tenía la misma pasión por predicar y ganar almas que siempre.”
En el 2017, dijo el Señor, esta próxima década será la década de la doble cosecha. Daniel hizo los cálculos.
“Tuvimos 75 millones de decisiones documentadas por Cristo en 30 años”, explica. “Una cosecha doble significaría que veríamos 150 millones al final de la década. Estuve presente para la mayoría de esos 75 millones y sé lo duro que trabajamos para eso. Reinhard tardó casi 20 años en ver el primer millón de almas ganadas. Durante los años que estuve con él, empujamos con cada gramo de energía que teníamos. Trabajamos día y noche, viajábamos constantemente y gastamos cada centavo que teníamos. Pensé, Señor, ¿cómo vamos a duplicar esto en 10 años?”
“El Señor me dijo: Sucederá mediante la multiplicación, no mediante la suma. Tu trabajo es multiplicar. Creo que me llamó a este ministerio porque tengo un corazón para multiplicar. Durante la prohibición de viajar causada por la pandemia, hemos estado capacitando a un grupo de estudiantes evangelistas. Tan pronto como podamos viajar, los lanzaremos en África.”
Daniel Kolenda es un ministro incansable del evangelio, que está a la altura de su legado familiar. Mucho antes de probarse a sí mismo, Reinhard Bonnke vio lo que había en él. Él nombró al ungido. V