Algunas veces me siento como una mujer con estrías. La gente tiende a molestarse cuando lo menciono, así que déjame explicártelo.
Cathy y yo vamos seguido a Hawái. A ella le gusta mucho. ¡A mí no! Me aburro con facilidad.
Recientemente, después de dos días en las islas, le pregunté: “¿Cathy, estás lista para regresar?”
“Jesse, ¿estás loco? Necesitas aprender a relajarte”, me contestó mientras señalaba el agua. “Mira el océano.”
“Lo he visto”, le respondí. “No es más que agua. No me emociona en lo absoluto. Me cepillo los dientes todos los días con agua.”
Así fue como me mandó a caminar para que probara relajarme.
Mientras caminaba, comencé a disfrutarlo. De repente, llegué a una playa y vi a una señora de pie con dos o tres niños.
“Dios, ¡mira las estrías de esa mamá!”
Realmente tenía muchas estrías. Así que me le acerqué y le dije: “Tienes estrías.”
¿Te sorprendió? A ella también. Se quedó sin palabras.
“¡Mi Dios, mujer!” le dije. “¡Eres una creadora de vida! ¡Has creado vida!” Señalándole a sus hijos, continué: “Y estas deben ser las vidas que has creado. Gracias por crear vida y hacer lo que Dios hizo. El creó vida. Lo hiciste porque querías ser una bendición. Querías ser mamá. Querías hijos y ahora llevas las marcas de una gran mamá.”
Su esposo respondió: “Durante muchos años he estado diciéndole lo mismo.”
Luego proseguí: “Sabes, yo también soy un creador de vida. Aproximadamente unas 4.500 personas a la semana nacen de nuevo a través de mi ministerio. Estoy teniendo hijos y llevo las marcas de un cristiano. De hecho, ¡tengo más estrías que tú!”
La mujer se irguió, libre de toda vergüenza, y dijo: “Voy a caminar por la playa, a solas”. No estaba ofendida. Estaba emocionada de mostrar sus estrías. Ella comprendió que esas marcas eran una muestra de que había cumplido la voluntad de Dios: crear vida.
La gente debería ver la vida de Jesucristo en ti, en cualquier lugar al que vayas. Ellos deberían ver las marcas de las estrías en tu fe. No importa si estás en un restaurante o en el mecánico arreglando tu auto; algo en tu interior debería estar empujándote a mostrar vida, vida, vida—¡la vida en abundancia! (Juan 10:10).
El fracaso ya no es una opción
Desde el principio del año pasado, el Señor empezó a tratar conmigo acerca de ensanchar mi fe en toda área; espiritualmente, físicamente, financieramente—lo que sea. Desde entonces, Isaías 65:24 ha tomado una gran magnitud en mi vida. Dice así: «Antes de que me pidan ayuda, yo les responderé; no habrán terminado de hablar cuando ya los habré escuchado.»
Así es como Dios obra. Él dice que te responderá antes de que le preguntes.
Necesitarás ensancharte para creer eso, pero el Señor nos está preguntando: ¿Te gustaría llegar a dónde estoy?
Este es el momento en que el fracaso ya no es una opción.
Fallar jamás debería ser una opción entre los creyentes. Si la Palabra de Dios es verdadera, y nosotros ya lo sabemos, entonces, ¿por qué fallamos tanto? Porque necesitamos escuchar la Palabra de Dios una y otra vez, y otra vez y otra vez hasta que penetre a nuestro interior. Una vez que eso suceda, Satanás tendrá un problema. Cuando la Palabra mora en tu interior, él no puede robártela. Si sólo está en tu alma—tu mente, tu voluntad y tus emociones—él puede intentarlo. Sin embargo, una vez que la Palabra alcanza tu espíritu, ya no tienes las costumbres de este mundo, sino que estás transformado (Romanos 12:2), y lo que Dios puede hacer es simplemente maravilloso.
Conozco bastante acerca de no fallar. Me han criticado fuertemente, he sobrevivido accidentes de avión y mi vida ha estado en peligro. No le gusto al diablo, y eso está bien, porque yo tampoco me lo aguanto. Me gustaría hacerle una de esas “ofertas que no se pueden rechazar”, si sabes a lo que me refiero. Sin embargo, yo tengo un destino y un lugar al que debo llegar, y cualquier cosa que Dios diga que puedo hacer —sin importar lo que el mundo diga— lo haré, aun cuando parezca imposible.
Podrías decir: “Yo quiero seguir a Dios de esa manera, pero no me queda nada.” Bueno, entonces te tengo buenas noticias: estás en el mejor lugar.
Señales de lo milagroso
En 2 de Reyes 4 leemos una historia de cuando el profeta Eliseo conoció a una viuda que estaba en los momentos finales de su vida. Estaba llena de deudas y a punto de perder su familia:
La viuda de uno de los profetas presentó a Eliseo la siguiente súplica: «Mi esposo, siervo tuyo, ha muerto. Tú bien sabes que él era temeroso del Señor. Pero nuestro acreedor ha venido ahora y quiere llevarse a mis dos hijos para venderlos como esclavos.» Eliseo le dijo: «¿Y en qué te puedo ayudar? Dime qué es lo que tienes en casa.» … (versículos 1-2).
¿Qué estaba buscando Eliseo?
El poder de la semilla.
¿Qué es un roble, sino una simple bellota que se mantuvo firme? Todo en tu vida se relaciona con el poder de la semilla, y para enfrentar lo imposible, necesitarás de una semilla.
El versículo 2 continúa diciendo: «La viuda dijo: «Esta sierva tuya no tiene en casa más que una vasija de aceite.» Esa mujer pensaba que no tenía demasiado. Estoy seguro de que estaba pensando: Si tuviera algo en la casa, no te estaría hablando a ti. Podría solucionar esta situación por mí sola. Sin embargo, eso no fue lo que él le había preguntado. Él quería que ella usara su fe. Si no estás usando tu fe por las cosas imposibles, no estás usando tu fe en lo absoluto. Si tú puedes hacerlo por ti solo, entonces no necesitas a Dios.
Lee el versículo 3: «Ve y pide a tus vecinos que te presten algunas vasijas vacías. ¡Todas las que puedas conseguir!»
Ahora, esa es una señal de que algo milagroso está a punto de suceder: Eliseo no le dijo que les pidiera a sus vecinos algo para poner en las vasijas. Él le dijo que les pidiera a sus vecinos vasijas vacías. ¿Por qué? Porque de haber algo en ellas, entonces el fracaso podrá ocurrir. Sin embargo, de no haber nada, si están vacías, el fracaso ya no será una opción.
Conviértete en una vasija vacía
Cuando Dios me llamó a predicar, pensé que Él se había equivocado.
“Escucha Dios”, le dije. “Te has equivocado. No se lo contaré a nadie, pero no soy la persona que necesitas”. Sin embargo, Dios no estaba buscando a alguien que supiera cómo hacer todo. Él quería una vasija vacía. Desde que comencé con el ministerio, he tenido que hacer un esfuerzo por convertirme en una vasija vacía, especialmente cuando Dios quiere que le crea por algo que parece imposible. La última vez que sucedió, mi mente homilética, hermenéutica, filosófica y teológica dijo: “Jesús, tú sabes que estoy predicándole a 2,9 millones de personas en todo el mundo, y sé que muchos de ellos pueden dar algo…”
El Señor me interrumpió: No necesitas dinero.
Le respondí: “Oh… aquí abajo lo necesitamos.”
Ahora, no existe nada malo en hacer peticiones de dinero. He pedido dinero para la televisión cristiana o para iglesias en muchas ocasiones. Sin embargo, el Señor me preguntó: ¿Quieres venir a dónde Yo estoy?
“Pero…”
Él continuó: Si tan solo usaras la moneda del cielo, haría que la moneda de la Tierra llegara a tus manos.
“Me equivoqué, ¿verdad?”, le pregunté.
Por cientos de kilómetros.
Pero sabes, Él no me abandonó. Me recordó: Jesse, nunca fallo y nunca lo haré. Ve y consígueme una vasija vacía.
¿Cómo lo haces? Te vacías escuchando la Palabra de Dios hasta que ya no tienes una opinión acerca del asunto. Tú y Dios deberían estar pensando y declarando lo mismo. Eso significa que debes olvidarte de esa mentalidad de conseguir todo “a duras penas”.
Vuelve a estudiar lo que Eliseo le dijo a la viuda. Él le dijo que: «te presten algunas vasijas vacías. ¡Todas las que puedas conseguir!»
“Todas las que puedas conseguir”. No puedes volver pobre a Dios. En otras palabras, no importa lo que le pidas; no lo llevarás a la quiebra. Él es el creador de las galaxias.
Cómo erradicar la derrota de tu vida
Para alcanzar una meta, tienes que vivir en el momento y tener fe por el futuro. El camino de hoy es el paso hacia el sueño del mañana. La manera de erradicar la derrota de tu vida es ensanchando tu fe por lo imposible. Lo haces al aproximarte a Dios con un corazón abierto, una conciencia clara y una expectativa grande.
Se valiente al acercarte a Dios con un corazón abierto. Esa viuda se acercó a Eliseo con un corazón abierto. “Mi esposo está muerto. Amo a mis hijos. Los prestamistas están viniendo a quitármelos, ayúdame”. Tener un corazón abierto significa que tu espíritu no está lleno de fracaso. Esa ya no es una opción. Si estás en el centro comercial y ves a alguien en una silla de ruedas, y tu espíritu dice: “Ve y ora por él o ella!, no dejes que tu mente te diga: ¡Contrólate, tonto! Sigue y obedece Su guía sin importar lo que suceda.
Se valiente al acercarte a Dios con una conciencia limpia. Tener una conciencia limpia significa tener un alma renovada. La única vez que he tenido problemas en mi ministerio fue cuando mi alma y mi espíritu no estaban alineados. Dios me ha hecho un hombre inteligente, pero si sigo a mi alma, sólo puedo llegar hasta el nivel de mi coeficiente intelectual. Una conciencia limpia dice: “Cualquier cosa que el Espíritu diga, eso será lo que haré”.
Se valiente al acercarte a Dios con una expectativa grande. Si no estás creyendo en tu futuro, tu futuro jamás te alcanzará. Cuando Eliseo dijo: «¿Y en qué te puedo ayudar?» él ya había ido a Dios con un corazón abierto y una conciencia limpia. Por esa misma razón, él tenía una gran expectativa y pudo decir: «Ve y pide a tus vecinos que te presten algunas vasijas vacías. ¡Todas las que puedas conseguir!»
Avanzando hacia lo imposible
¿Qué sucedió cuando la viuda le obedeció al Señor? Cuando ella obedeció, cuando ella ensanchó su fe por lo imposible, recibió más que suficiente.
«La viuda se fue a su casa, cerró la puerta tras de sí y se encerró con sus hijos; y conforme ellos iban trayendo las vasijas, ella las iba llenando de aceite. Cuando todas las vasijas estuvieron llenas, ella le pidió a uno de sus hijos que le pasara una vasija más. Pero en cuanto su hijo le contestó que ya no había más vasijas, el aceite se terminó. Entonces ella fue a contárselo al varón de Dios, y éste dijo: «Ahora ve y vende el aceite, y págale a tu acreedor, y tú y tus hijos vivan de lo que les quede.» (versículos 5-7).
Yo también tengo que ensanchar mi fe por lo imposible, y para serte honesto, en la carne no es nada fácil. Sin embargo, la verdad es que el mundo necesita personas que crean. Nada sucede hasta que la gente cree.
Así, que no te preocupes por esas estrías. Muéstralas. Presenta tu vida para que todo el mundo la vea. ¡Ensancha tu fe por lo imposible y dales una señal de lo milagroso!