Ésa era una palabra que no estaba esperando.
El día 28 de Septiembre de 1999, el hermano Keith Moore estaba en nuestra iglesia como un predicador invitado. Se dirigió hacia la tarima y empezó a declarar una palabra del Señor para nuestra congregación.
A través del hermano Keith, el Señor nos dejó saber que estaba bendecido con nuestras ofrendas, pero que estaba triste y molesto porque no estábamos cosechando. ¡Ay… Ay!
Por medio del hermano Keith, el Señor nos informó que de una u otra manera algunos en la congregación estaban desilusionados, enojados con Él, preguntándose “¿Cuánto más puedo dar?”
Pero aquí estaba la respuesta. El Señor dijo: Piensas que estás esperando en mí. Piensas que cosechar es algo automático. Piensas que una vez que pones el dinero todo queda en mis manos. Eso es ignorancia y confusión. Te reto a oír la palabra del Señor y a decir: “No sólo soy un buen dador, también soy un buen cosechador. Y voy a convertirme en un muy buen cosechador.”
Esa noche me tomé el reto seriamente. Y decidí que nos íbamos a convertir en “muy buenos” cosechadores.
La primera cosa que hice fue ordenar una colección de enseñanzas del hermano Moore llamada las reglas de la cosecha. Escuché esos mensajes una y otra vez. Tomé notas y revisé cada escritura. En menos de un mes, enseñé un seminario de tres días basado en este mensaje. Desde ese momento mi vida y la vida de nuestra iglesia comenzaron a cambiar. Esta palabra revolucionó nuestro pensamiento. Cosechar nuestra cosecha era la parte en la que estábamos fallando — una clave importante que abre la puerta para el incremento. Cada vez que recibíamos la ofrenda, llamábamos la cosecha. Estábamos determinados a convertirnos en muy buenos cosechadores.
Cosechar no es algo automático
Considera el granjero que invierte tiempo y dinero sembrando semillas. Luego, al momento de cosechar, simplemente se sienta en el frente de su casa y mira el campo. Nuestra respuesta a una situación de ese tipo sería: “Eso es una locura”. Pero desafortunadamente, ésa es la manera que algunos cristianos piensan. Muchos están durmiendo en tiempo de cosecha. Proverbios 10:5 en la versión Nueva traducción viviente dice: “El joven sabio cosecha durante el verano pero el que duerme durante tiempo de cosecha es una desgracia”. Muchos plantan su semilla y sólo esperan que Dios recoja su cosecha. Ésa no es la forma en que funciona. Una cosecha no se tralada por sí misma a los graneros. Alguien tiene que salir y cosecharla. ¡Ese alguien somos nosotros!
Marcos 4:26-29 nos confirma que la cosecha es nuestra responsabilidad. Jesús dijo también: «El reino de Dios es como cuando un hombre arroja semilla sobre la tierra: ya sea que él duerma o esté despierto, de día y de noche la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo. Y es que la tierra da fruto por sí misma: primero sale una hierba, luego la espiga, y después el grano se llena en la espiga; y cuando el grano madura, enseguida se mete la hoz, porque ya es tiempo de cosechar.»
Sé que no estabas esperándolo, pero aquí tienes un examen de lo que acabas de leer. Y vas a pasarlo fácilmente — te estoy dando las respuestas.
¿Quién hizo la siembra? (el hombre).
¿Quién hizo que crezca? (Dios).
¿Quién recogió la cosecha? (el hombre).
En el devocional diario “Crezcamos de Fe en Fe” por Kenneth y Gloria Copeland del día 9 de Julio, el hermano Copeland escribe: “Jesús comparó el reino de Dios con plantar una semilla y recoger la cosecha. Es un concepto simple. Uno que todos entendemos. ¿Por qué, entonces no todos estamos produciendo cosechas cada temporada? Porque estamos sentados esperando que Dios haga todo el trabajo.”
Fuimos creados para cosechar
Al comienzo de este año Gloria Copeland y yo invertimos dos semanas en el programa “La Voz de Victoria del Creyente” enseñando sobre este tema: Cómo recoger tu cosecha. Si te perdiste alguna de esas enseñanzas que estuvieron al aire durante el mes de Mayo, te invito a visitar el sitio web de KCM y encontrar esos 10 días de programación en los archivos y mirarlos. Te ayudarán a renovar tu mente en cuanto a la importancia de recoger tu cosecha.
Durante las grabaciones, Gloria y yo hablamos del hecho de que Dios creó a Adán para cosechar. Génesis 2:15 dice: «Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara.»
Eso definitivamente incluye sembrar y cosechar. Al leer Génesis 8:22, determinamos que sembrar y cosechar no han pasado de moda.
Luego Gloria dijo algo que yo nunca había escuchado.
Ella declaró: “todavía tenemos el gen de cosechar; está en nuestro ADN.”
Dios nos creó para cosechar. Esto es lo que LA BENDICIÓN nos ha capacitado para hacer. Todavía tenemos dentro nuestro lo necesario para recoger una cosecha de cada buena semilla que sembremos.
Aquí tienes otro ejemplo. Mira en Mateo 6:26: «Miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas?»
Mientras meditaba en esa escritura, le pregunte al Señor porqué nosotros somos mejores que los pájaros. Sin ninguna duda me respondió: “Porque tú fuiste creado para sembrar y cosechar, y ellos no.” Piénsalo; tú y yo fuimos creados por Dios para sembrar nuestra semilla, recoger nuestra cosecha, y almacenarla en graneros. Pero es importante que nunca jamás olvides el propósito de cosechar: “Nuestra motivación para acumular es distribuir.”
Cómo cosechar tu cosecha
Una vez escuché a un predicador que estaba teniendo problemas financieros. Físicamente, él estaba bien y fornido. Experimentaba poderosas manifestaciones del Espíritu en sus reuniones y su ministerio estaba creciendo rápidamente. La única área en la que tenía problemas era la financiera. A pesar de que diezmaba y sembraba, no estaba viendo los resultados que deseaba y necesitaba. Decidió que ayunaría y oraría. El buscó al Señor para descubrir porqué estaba teniendo tanta dificultad financiera. Como resultado de este tiempo de retiro, el Señor le mostró que tenía que recibir sus finanzas de la misma manera que recibía su sanidad — por fe. En otras palabras, le dijo: “llama a tu cosecha.”
¿Cómo lo hacemos? Llamamos nuestra cosecha con nuestras palabras de Fe.
Isaías 41:15 dice: «Serás un nuevo instrumento para trillar, con muchos dientes afilados. Despedazarás a tus enemigos, convirtiendo a los montes en paja.» (NTV).
La palabra dientes en el Hebreo es la palabra bocas. Nuestras bocas están diseñadas por Dios para ser cosechadoras poderosas — Las cosechadoras son máquinas usadas en los campos para recoger la cosecha.
Gloria mencionó algo durante ese programa concerniente a la diferencia entre una cosecha natural y una cosecha espiritual. Ella dijo que la cosecha natural está sujeta a temporadas: depende de las estaciones climáticas. Por el contrario, una cosecha espiritual es continua; no depende del clima o de la economía. Se produce durante todo el año.
El reino de los cielos está siempre aumentando sin importar las circunstancias. Leamos Jeremías 17:7-8: «Pero bendito el hombre que confía en mí, que soy el Señor, y que en mí pone su confianza. Ese hombre es como un árbol plantado junto a los arroyos; echa sus raíces junto a las corrientes, y no se da cuenta cuando llega el calor; sus hojas siempre están verdes, y en los años de sequía no se marchita ni deja de dar fruto.»
De hecho, nosotros podemos llegar a un punto en nuestras vidas en el que estamos cosechando todo el tiempo.
¡Piensa en la cosecha!
Considera lo que dijo el hermano Copeland hace algunos años en un artículo que escribió, titulado: “Pon tu mente en la cosecha” Él dijo: “Si no has pensado antes acerca de ti mismo como un cosechador, empieza a pensar de ti mismo de esa manera. Renueva tu mente en la verdad de la PALABRA de Dios. Atrévete a creer que el SEÑOR de la cosecha está llamándote — sí, a ti — para ayudarlo a traer en el final de los tiempos la cosecha. Él te está diciendo: “hasta ahora, me has conocido como el SEÑOR sobre tu cosecha. Me has conocido como el proveedor de tu pan. Pero, quiero que ahora me conozcas como EL SEÑOR y el ministro de la cosecha”.
Cosechador, no esperes un minuto más. Abre tu boca — tu combinación espiritual — y llama a tu cosecha. Como Joel 3:3 dice: «¡Echen mano a la hoz, que la mies ya está madura! ¡Vengan acá, que el lagar está rebosante!»
“Padre, Me comprometo a ser un buen sembrador y un buen cosechador. Veo en tu Palabra que cosechar es mi responsabilidad. Por medio de mis palabras de fe, cosecharé completamente la cosecha de las semillas que he sembrado. Cosechas: les ordeno venir a mí. Me rehuso a retroceder y entristecerme. Me mantendré fuerte en fe. Tomo mi retorno del ciento por ciento para mi cosecha. Satanás, quita tus manos de mi cosecha. Ángeles, vayan y tráiganmela en el Nombre de Jesús.”
¡Alabado sea Dios! No sólo somos buenos dadores. Somos buenos cosechadores. Y juntos vamos a convertirnos en… ¡muy buenos cosechadores!