¡Hola, maravillosos Superkids! Es hora de empezar nuestra lista de todo aquello por lo que estamos agradecidos, ¡así que empezaré yo!
Estoy agradecida por cada uno de ustedes y bendecida por ser la que les escribe cada mes. Hoy, siento especial agradecimiento porque tenemos una puerta abierta no sólo para venir a Jesús, sino para poder clamarle a Él cuando estamos heridos, tristes o necesitamos ayuda. Como aprendimos el mes pasado, Ana clamó a Dios para que le diera un hijo. Estaba tan agradecida cuando nació Samuel que se lo entregó a Dios dejándolo servir al sumo sacerdote Elí en el Templo. (Puedes leer más sobre Ana en La esquina de la Comandante Kellie del mes pasado).
Antes de retomar la historia, te recordaré lo que me sucedió personalmente y que me impulsó a hablarles acerca de Samuel. El Señor me despertó más temprano de lo normal. Le dije: “Señor, ¿me estás llamando?”. Le oí decir: “Sí.” Entonces, me levanté y fui al sofá, lista para escuchar lo que Él tenía que decir. Cuando me senté, le dije: “Aquí estoy.” Él me respondió rápidamente: “Aquí estoy.” Luego me dijo: “Así que estamos juntos. Esto es lo primero, esto es todo.”
Aquello me resultó familiar, y recordé la historia de Samuel.
Al retomar la historia de Samuel en 1 Samuel 3:1-10 (Traducción de la PALABRA DE DIOS), ten en cuenta que él tenía 12 años, es decir, más o menos tu edad.
1. El niño Samuel estaba sirviendo al SEÑOR bajo Elí. En aquellos días una profecía del SEÑOR era rara; las visiones eran infrecuentes.
2. Una noche Elí estaba acostado en su habitación. Su vista había comenzado a fallar de tal manera que no podía ver bien.
3. La lámpara del templo de Dios aún no se había apagado, y Samuel dormía en el templo del SEÑOR, donde se guardaba el arca de Dios.
4. El SEÑOR llamó a Samuel. “Aquí estoy.”, respondió Samuel.
5. Corrió hacia Elí y le dijo: “Aquí estoy. Tú me llamaste.” “Yo no te he llamado.”, le respondió Elí. “Vuelve a acostarte.” Entonces, Samuel volvió y se acostó.
6. El SEÑOR volvió a llamar a Samuel. Samuel se levantó, se acercó a Elí y le dijo: “Aquí estoy. Tú me llamaste.” “Yo no te he llamado, hijo.”, le respondió. “Vuelve a la cama.”
7. Samuel no tenía experiencia con el SEÑOR, porque aún no se le había revelado la palabra del SEÑOR.
8. El SEÑOR llamó a Samuel por tercera vez. Samuel se levantó, fue a ver a Elí y le dijo: “Aquí estoy. Tú me llamaste.” Entonces Elí se dio cuenta de que el Señor llamaba al muchacho.
9. “Anda, acuéstate.”, le dijo Elí a Samuel. “Cuando te llame, di: ‘Habla, SEÑOR. Te escucho.’” Así que Samuel fue y se acostó en su habitación.
10. El Señor vino y se quedó allí. Llamó como había llamado las otras veces: “¡Samuel! Samuel!” Y Samuel respondió: “Habla. Te escucho.”
Veamos algunos detalles importantes de esta historia.
• ¡La palabra del Señor era rara! Si Dios no hablaba con mucha gente en aquellos días, ¿por qué iba a querer hablar con un niño?
• El Arca de Dios era donde iban a encontrarse con la presencia de Dios. Samuel dormía cerca de Su presencia. Cuando te acuestes por la noche, recuerda que Él vive dentro de ti y eso te convierte a TI en el Arca.
• Dios llamó a Samuel tres veces y tres veces Samuel escuchó la voz de Dios. ¿Puedes pensar en ocasiones en las que hayas oído la voz de Dios pero no supieras que era Él? Ahora Di para ti mismo: “¡Oigo la voz de Dios, cada vez que habla!”
• Samuel no reconoció que era Dios porque todavía no se le había revelado la palabra del Señor.
• Elí fue quien le reveló a Samuel que Dios le estaba hablando. ¡Yo te estoy revelando a TI que Dios te está hablando!
• Dios no renunció a llamar a Samuel sólo porque él no entendía, sino que continuó llamándolo hasta que fue claro para Samuel.
• Cuando Samuel supo que era Dios quien lo llamaba, invitó a Dios a hablarle, diciendo: “Habla. Te escucho.” ¿Has invitado a Dios a que te hable? ¿Estás dispuesto a escuchar?
Este encuentro con el Dios Todopoderoso, Aquel que habla a los niños, cambió la vida de Samuel para siempre. Muchas veces, pensamos que las conversaciones con Dios son sobre lo que podríamos querer o necesitar. Pero si sigues leyendo los versículos 11-18, descubrirás que Dios quería hablar con Samuel sobre Sus propios deseos y planes. Le dijo a Samuel algunas cosas serias sobre Elí y sus hijos desobedientes e impíos, y confió en que un niño de 12 años lo escucharía. Al día siguiente, Samuel obedeció cuando Elí le preguntó qué había dicho Dios, y le contó todo lo que Dios había dicho sobre él y sus hijos. El versículo 19 dice: «Samuel creció. El SEÑOR estaba con él y no dejó que ninguna de sus palabras quedara sin cumplir».
Dios confió en Samuel y lo designó para que hablara por Él, y cada palabra que Samuel dijo se cumplió. Aunque la PALABRA de Dios había sido rara antes, el “Aquí estoy. Habla, que te escucho” se convirtió en la puerta abierta para que la palabra del Señor fuera escuchada por todos.
Superkid, Jesús te llama. ¿Responderás? Esto es todo…
La Comandante Kellie