En el momento en el cual debería haber celebrado sus 16 años, y, como la mayoría de las jóvenes de su misma edad, contemplado la emoción de salir con chicos y esperado con ansias su licencia de conducir, Gabrielle Douglas enfrentaba el desafío más grande de toda su vida adolescente.
Ignorando el mar de cámaras de televisión que registraban cada uno de sus movimientos cada vez que salía a la plataforma más grande que las competencias olímpicas tienen para ofrecer, Gabrielle —Gabby, como la llaman—, tenía solamente una cosa en mente.
Serena y reflexiva, mientras se preparaba para ejecutar la última de las cuatro rutinas como miembro del grupo de gimnastas del equipo de los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos del 2012, ella miraba hacia adelante—sus labios moviéndose en silencio como si estuviera declarando su rutina por adelantado.
“Siempre he confiado en mi fe”, Gabby explica más adelante. “Cada vez que miro los archivos de los Olímpicos, puedo ver mis labios, están moviéndose, porque estoy orando. Siempre ha sido una parte de mí. Siempre he orado durante mis entrenamientos y mis competencias”.
Gabby se encaminaba a hacer historia al ganar dos medallas Olímpicas de Oro. Ella estaba a punto de convertirse en la primera mujer negra, y la única de cuatro americanos en ganar el oro en las competencias individuales en todas las rondas de la gimnasia de mujeres. Su cuerpo le dolía—era el resultado de horas y más horas de entrenamiento intensivo y práctica, más las lesiones que había sufrido antes de la competencia. Su corazón también le dolía, debido a la soledad de vivir a más de 1.600 Km de su familia por casi dos años, mientras entrenaba. Y más recientemente habían aparecido los ataques personales— críticas destructivas que venían de espectadores insensibles que le prestaban más atención a su peinado, que a sus proezas atléticas.
Pero ese día, en Julio del 2012, en frente de miles de espectadores en la arena del London’s North Greenwich, y con millones de televidentes alrededor del mundo, Gabby Douglas escogió a sus 16 años, no meditar en esas cosas. En su lugar, recordó el apoyo y el estímulo de su mamá, Natalie Hawkins, en los meses previos a la competencia —particularmente cuando Gabby había decidido abandonarlo todo.
“Mi mamá me recordó que estaba viviendo mi sueño, y que si me daba por vencida, nunca volvería a tener ese momento, que se iría para siempre”, Gabby recuerda. “Ella me dijo que la vida no es fácil, que tengo que pelear y rehusarme a darme por vencida”.
También recordó otra cosa. Era la profecía que alguien le había enviado, la cual había sido declarada por Kenneth Copeland al final del 2011, y que hablaba acerca del año 2012.
“Este será un año de mucho gozo, para aquellos que conocen el gozo”, decía la profecía en uno de sus párrafos. “Será un año de progresos maravillosos. Es un tiempo de victoria. Es el tiempo cuando mi gente empezará a darse cuenta que Mi PALABRA está viva, que Mi Espíritu está vivo, y que tú eres Mi voz en la Tierra. Y que tu voz, es la voz de la victoria”.
Gabby había tomado esas palabras a pecho al darse cuenta que Dios tenía un plan para su vida. Ella llegó al punto de subrayar parte de la profecía que, según nos comenta, “se referían directamente a cosas que estaban pasando en mi vida”. Ella no sabía que antes de que el día terminara, vería mucho de lo declarado por el hermano Copeland hacerse realidad en su vida.
En su presentación final, Gabby cautivó a la multitud mientras daba volteretas y se contorsionaba hasta lograr una rutina de suelo casi perfecta. Cuando la tabla de puntajes fue levantada, ella había logrado un puntaje total de 62,232. Cinco minutos más tarde, la rusa Victoria Komova realizó una presentación igualmente impresionante. Pero con un puntaje total de 61,973, casi tres-décimos menos que el puntaje de Gabby, no podría ocupar el primer lugar.
Triple honor
Gabby Douglas acababa de hacer historia al convertirse en la primer mujer gimnasta Afro-Americana en ser campeona en todas las rondas; la primer gimnasta americana en ganar oro en la competencia individual y en las competencias en equipo en los mismos juegos olímpicos, y la única americana campeona en todas las pruebas en ganar múltiples medallas de oro.
Mientras Gabby y sus compañeras de equipo celebraban la victoria en el piso de la arena, su mamá, sus hermanas Arielle y Joyelle, y su hermano Johnathan se regocijaban en las tribunas.
De pie, con humildad, y lista para recibir los honores más altos como representante de su país, Gabby no podía más que pensar en lo que Dios le había recordado tan solo un mes atrás, después de que había ocupado el primer lugar en todas las vueltas en las pruebas de clasificación en San José
de California.
“La parte más difícil de todo esto es entrar en el equipo”, Gabby nos dice. “Así que cuando lo hice, fue un gran alivio. La presión había desaparecido. Lo más gracioso es que ni siquiera pensé en que había ganado un lugar en el equipo hasta que no salí al piso de los Olímpicos. Miré a mi alrededor, y por todos lados estaba el logo de la competencia. Los comentaristas hablaban tan fuerte, el estadio estaba repleto. Habían banderas de muchos países y la gente animaba a sus representantes.
“En ese momento, recuerdo que pensé: ¡Guau, Dios realmente tenía un plan para mí!”
Casi de la noche a la mañana, la joven de 16 años se convirtió en una súper estrella, cuya victoria instantáneamente había facilitado la aprobación de muchos contratos con patrocinadores como Nike, Kelloggs, Procter&Gamble y AT&T. Recibió invitaciones para aparecer en varios programas de televisión, incluyendo: Disney Kickin’ it, Oprah’s Next Chapter, Live with Kelly and Michael, The Queen Latifah Show, The Arsenio Hall Show, Late Show with David Letterman y The tonight Show con Jay Leno, en el cual apareció junto con la primera dama Michelle Obama. También, su rostro apareció en la tapa de media docena de revistas nacionales, incluyendo People, TIME, JET, Sports Illustrated y ESSENCE.
La Asociación de Prensa llamó a Gabby “Atleta del año” y Essence la incluyó en su lista del 2012 de “la mujer de año”, un grupo que incluía a Michelle Obama y la estrella de Good Morning America (Buenos Días América), Robin Roberts.
En Diciembre del 2012, Gabby publicó su autobiografía: Grace, Gold, and Glory: My Leap of Faith (Gracia, Oro y Gloria: Mi salto de fe), la cual debutó en el cuarto puesto de los libros más vendidos para adultos jóvenes en el ranking del New York Times. Su segundo libro, Raising the Bar (Subiendo de nivel), también uno de los más vendidos, fue publicado en Julio del 2013, y a comienzos del 2014 la cadena Lifetime Network emitió al aire un programa especial de dos horas llamado: La historia de Gabby Douglas.
“Ésa podría ser yo”
Claramente, para Gabby y su familia ha sido como un torbellino, quienes en el 2014 se mudaron de Virginia a California para poder manejar la carrera de Gabby con mayor facilidad. Pero, para cualquiera que ha seguido su historia de niña prodigio previo a los últimos dos años, no es un secreto que la vida no siempre ha sido fácil para Gabby y su familia, quienes por muchos años sufrieron pobreza extrema.
Gabby aprendió a hacer volteretas de su hermana mayor, Arielle, quien era una gimnasta, cuando tenía 3 años de edad. Gabby rápidamente perfeccionó su habilidad y empezó a enseñarse a sí misma otros trucos. Arielle se dio cuenta tempranamente de las habilidades atléticas de su hermana, y le pidió a su mamá que la inscribiera en gimnasia. En octubre del 2002, después de 4 años de insistencia permanente, Arielle finalmente convenció a su mamá de inscribir a Gabby en clases de gimnasia.
Gabby recuerda: “Siempre tuve una pasión para dar volteretas, pero mirando los Juegos Olímpicos del 2004 y el 2008, aspiré a querer ir a los Olímpicos. Antes de eso, no sabía realmente que estaba haciendo gimnasia; yo sólo estaba haciendo volteretas para divertirme. Luego, un día mirando los Olímpicos, vi a una joven hacer una acrobacia en particular que yo hacía, y pensé: Ésa podría ser yo”.
“Recuerdo estar sentada frente al televisor asombrada. Me decía a mí misma: ‘Ésa podría ser yo’, lo creía un cien por ciento”.
En julio del 2004, Gabby empezó su entrenamiento en otro gimnasio en Virginia Beach, Virginia. Debido a que el régimen de gimnasia consistía en horarios de entrenamiento matutinos, representaba un verdadero desafío para Gabby en la escuela. Entonces, Natalie trabajaba turnos divididos y nocturnos para poder darle clases particulares a su hija.
A pesar de los retos usuales, los cuales incluían luchas con compañeros atletas y entrenadores, Gabby sobresalía en el gimnasio, compitiendo y ganando en numerosas competencias estatales y nacionales. Pero el tiempo pasaba, y con su mirada puesta en los Juegos Olímpicos, se dio cuenta que necesitaría otra clase de entrenamiento para alcanzar el siguiente nivel.
Mientras miraba los Juegos Olímpicos del 2008, Gabby vio al entrenador de Gimnasia Liang Chow, el hombre que entrenó al campeón mundial del 2007 y medallista de oro Shawn Johnson en la barra de balance en los Olímpicos del Verano. Instantáneamente, Gabby supo quién quería que fuera su entrenador.
El problema se encontraba en que el gimnasio de entrenamiento estaba ubicado en West Des Moines, Iowa, a más de 1600 km de su hogar en Virginia. Al comienzo, Natalie no estaba muy convencida de mandar a su hija de 14 años tan lejos. Pero algunas personas intercedieron por Gabby, y apoyada por sus dos hermanas, Natalie finalmente accedió. En Octubre del 2010, Gabby se mudó a Iowa donde por los siguientes dos años vivió con una familia anfitriona mientras entrenaba.
Durante dos años, Gabrielle sobresalió en su entrenamiento. En Marzo del 2012, en la arena del Madison Square Garden en la ciudad de New York, ella realizó sus rutinas en la Copa América, una competencia internacional que incluye competidores de alto nivel de todo el mundo. A pesar de que ella competía en calidad de atleta suplente, lo que significa que sus puntajes no contaban en los resultados finales, Gabby obtuvo los puntajes más altos en todas las rondas. Ella compitió en Junio del 2012 en el Campeonato Nacional en St. Louis, Missouri, donde ganó la medalla de oro en las barras asimétricas, plata en toda la competencia, y bronce en el suelo. Y en Julio, compitió en las pruebas Olímpicas del 2012 en San José de California, ocupando el primer lugar en todas las clasificaciones y asegurándose así el único lugar garantizado para estar en el equipo de gimnastas Olímpicas.
“¡No vuelvas a casa!”
Siete meses antes de los juegos Olímpicos, parecía como si el sueño de Gabby estuviera a punto de autodestruirse, cuando la joven gimnasta le informó a su mamá que extrañaba mucho su casa y que quería darse por vencida y regresar. Entendiendo el dilema en el que se encontraba su hija, pero dándose cuenta que ella estaba viviendo su sueño, Natalie le dijo a Gabby que no podía regresar a casa.
“Ella solamente me dijo: ‘¡No vuelvas a casa!’”, Gabby recuerda. “Hemos entregado muchísimo, hemos sacrificado demasiado. Estás a punto de lograrlo. No quieres lamentarte más adelante, así que mantente peleando, y no te des por vencida”.
Gabby relata: “Al comienzo, estaba molesta por lo que me dijo. Quería preguntarle: ‘¿Cómo que no quieres que regrese a casa? No entiendes. Esto es muy difícil. ¿Por qué quieres que continúe? No puedo’. Pero la verdad es que sí lo entendía. Ellos solamente querían lo mejor para mí”.
“Esto era algo que yo quería, y había tomado la decisión de dejar mi casa para conseguirlo. Cuando lo hice, estaba tan lista para embarcarme en esta nueva aventura, divertirme y entrenar con este nuevo entrenador. Estaba lista para un capítulo nuevo. Pero, cuando se hizo realidad y mi familia no estaba ahí, me di cuenta de lo que había hecho. Mi mamá y mis hermanos tenían la razón. Necesitaba focalizarme y seguir peleando.
Al día siguiente, algo hizo clic en mi espíritu y escuché estas palabras: Dios tiene un plan para ti, no te des por vencida. Gabby nos dice: “Agarré mi Biblia y leí Jeremías 29:11. Luego pensé, Dios sabe lo que está haciendo y sé que Dios tiene un plan para mí. Hay algo grandioso, Sus pensamientos son más altos que los míos. Sus caminos son más altos que los míos”.
Gabby tomó el teléfono, llamó a Natalie y le dijo: “Mamá, voy a dar todo lo que tengo”, y agregó: “Sólo tengo que creer en Dios y aplicar mi fe”.
Aplicar su fe era lo que Gabby constantemente había hecho para atravesar los momentos difíciles que habían venido por perseguir su sueño. Era lo que había estado haciendo desde pequeña, cuando vivía en Richardson, Texas, y aprendía acerca de Dios en la Academia Superkid, el ministerio de niños en los Ministerios Kenneth Copeland, mientras su familia se congregaba en la Iglesia Eagle Mountain International (EMIC).
“Cuando [los Superkid] atraviesan por momentos difíciles, ponen su fe en acción y creen que Dios los liberará de la situación”, Gabby recuerda viendo los videos de la Comandante Kellie y los SuperKids. “Así fue como mi mamá me enseño a responder”.
Al comienzo del año pasado, junto con su mamá y sus dos hermanas, Gabby regresó a Texas y visitó KCM, donde llegó a conocer personalmente a Kenneth Copeland y compartir cómo esa palabra profética que él había declarado en el 2011 había impactado su vida. Ella le mostró la copia de la profecía, indicándole las partes que había subrayado que le pertenecían.
Natalie comenta: “Este es uno de los pocos momentos en los que he visto a Gabrielle sin palabras, pero estaba tan horada de estar en su presencia. ¡Hasta tomamos fotos del hermano Copeland sosteniendo sus medallas de oro!”
En Junio, Gabby empezó a entrenar nuevamente, con la meta de competir en los Juegos Olímpicos del 2016, los cuales serán en Río de Janeiro, Brasil. A pesar de que las ocupaciones de ser una atleta de alto nivel no han disminuído, Gabby decidió que necesita focalizarse en su nuevo sueño y de momento decir que no a muchas oportunidades maravillosas. Todavía tiene algunas apariciones ocasionales como invitada y otros compromisos que debe honrar, pero ella se mantiene comprometida a entrenar para poder realizar rutinas y habilidades aún más difíciles.
A pesar de todo, Gabby se mantiene consciente del hecho de que como modelo a seguir, debe continuar reflejando esos valores que la han mantenido conectada a tierra en este viaje increíble. Con aún más cosas en el horizonte, ella sabe la importancia de mantenerse firme en su fe.
Gabby comenta acerca de toda la atención que su victoria le trajo: “Nunca pensé que sería tanta locura”, “pero amo estar en la plataforma —no solamente para conocer a los famosos, caminar por alfombras rojas o hacer apariciones— sino por la oportunidad de ser motivo de inspiración y aliento para que otros logren sus sueños. ¡Es algo maravilloso!”
“Para mí, darme cuenta que puedo hacer un impacto en la vida alguien, es algo grandioso. Recuerdo cuando veía los Olímpicos y cómo esas jóvenes me impactaban. Me inspiraron. Ahora, cuando los papeles se han invertido y estoy en esos mismos zapatos, donde yo puedo inspirar a otras personas, es un gran honor”.
“Pero al final del día, sigo siendo la misma Gabby”.