Hace años, cuando trabajaba para el hermano Copeland, habíamos viajado a Alabama para celebrar una reunión. Todas las mañanas previas al evento, él y yo nos reuníamos a las 5:30 a.m. para orar sobre las necesidades del ministerio televisivo de KCM. Después de unos tres días, me dijo: “Recibí la sabiduría de Dios que estaba buscando.”
“¿De veras?” le pregunté.
“Sí; ya sé cómo vamos a pagar por el ministerio de televisión. Dios acaba de decírmelo. Voy a regalar mi avión.”
En ese momento, un avión costaba no menos de $30.000 dólares. Nunca había escuchado que alguien regalara esa suma de dinero.
“Y sabes qué más voy a hacer?” continuó el hermano Copeland. “Voy a ponerlo en perfecto estado antes de hacerlo.”
“¿Cuánto costará?” proseguí.
“Alrededor de $8.000 dólares.”
“¿Agregarás otros $8.000 dólares a lo que ya vale y luego lo regalarás?” Me quedé atónito. En ese momento, personalmente le estaba creyendo a Dios por $38 dólares. ¡No podía ni siquiera imaginarme sembrar $38.000 dólares!
Sin embargo, el hermano Copeland siguió la voz del Espíritu Santo y regaló el avión. Unos 11 días más tarde, Dios envió un avión más grande y libre de deudas al ministerio, más el efectivo para pagar por el ministerio televisivo.
Estaba tan impresionado que comencé a pensar: ¿Qué puedo regalar?
Pero a decir verdad, me enfrenté con dos problemas. Primeramente, el Espíritu Santo no me había guiado a hacer lo mismo que el hermano Copeland hizo. En segundo lugar, mi fe no estaba en un nivel para creer por un avión. Si hubiera tratado de seguir el ejemplo del hermano Copeland, habría fallado. Primero necesitaba aumentar mi fe.
Descubre tu medida
La Biblia es clara: a cada cristiano en el Cuerpo de Cristo se le ha dado la misma cantidad de fe. Romanos 12:3 (RVA-2015) lo expresa de esta manera: «…conforme a la medida de la fe que Dios repartió a cada uno.» En griego, la palabra medida es la palabra metrón, que significa “una extensión determinada”.
Déjame ilustrarte esa definición.
Imagina que tengo un gran pastel que quiero compartir con cada persona que lea este artículo. Para que nadie se quede sin, le daría a cada persona una “medida” o porción. Ninguna persona recibiría la totalidad del pastel. En cambio, contaría las personas entre las que distribuiría el pastel, luego calcularía la cantidad o porción que recibiría cada persona para que las porciones fueran iguales.
Lo mismo ocurre con la fe.
Dios le da a cada creyente la misma medida de fe. Entonces, la pregunta es: ¿Qué harás con tu medida?
La fuerza es variable
Tú, ahora mismo, tienes la misma medida de fe que se nos ha dado a mí, al hermano Copeland y a los demás creyentes. Sin embargo, la fuerza de tu medida de fe puede fluctuar. Por supuesto, Dios quiere que la fe de cada cristiano crezca, pero ese crecimiento dependerá de ti. Si deseas que tu fe aumente su fuerza, entonces deberás seguir Romanos 10:17, que dice: «Así que la fe proviene del oír, y el oír proviene de la palabra de Dios.» Deberás alimentar tu fe todos los días con la Palabra.
Las personas a menudo tratan de vivir con la fuerza de la fe que los ayudó durante el último mes, pero su fe necesita ser alimentada a diario. Necesitas visualizar tu fe como una cuenta bancaria y tu corazón como un tesoro. Cuando vas a la Palabra, la fe llega y hace un depósito en tu corazón. Cada vez que usas tu fe estás haciendo un retiro. Si no prestas suficiente atención, llegarás al punto de hacer tantos retiros que enfrentarás un déficit. Habrás alcanzado el punto de más demandas en tu fe que la cantidad de Palabra en tu corazón.
Por el contrario, necesitarás aumentar la fuerza de tu fe depositando la Palabra en tu corazón todos los días.
Si necesitas creer en Dios por tu salud, deposita la Palabra.
Si necesitas creerle a Dios por tus finanzas, deposita la Palabra.
Si necesita creer en Dios por tu matrimonio, deposita la Palabra.
Nunca permitas que exista un déficit en tu cuenta bancaria de fe.
Aumenta tu fe
En 2 Corintios 10:15 el apóstol Pablo dijo: «No nos jactamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que, a medida que crezca la fe de ustedes, esperamos ser engrandecidos entre ustedes, siempre dentro de nuestros límites.»
Mientras que Romanos 12 dice: «la medida de la fe que Dios repartió a cada uno.» Esta escritura, que fue escrita a los cristianos en Corinto, dice: «a medida que crezca la fe…» Claramente, la medida que Dios te dio puede ser desarrollada y fortalecida.
Si tienes la medida de la fe que reside en ti (y la tienes)… y si descubres que «la fe proviene del oír, y el oír proviene de la palabra de Dios.» (que también tienes)… y si aplicas esa ley (que puedes), entonces, mientras meditas en la Palabra de Dios, Dios está impartiendo la fe en esa Palabra en tu corazón. Ya tenías un poco de fe, pero ahora se está fortaleciendo.
¿Qué pasa con tu medida original? La misma madura. Ya sea que estés leyendo la Palabra por ti mismo, participando en un estudio grupal de la Biblia o sumergiéndote en una atmósfera llena del Espíritu y llena de fe como la Convención de Creyentes del Suroeste, Dios está fortaleciendo tu fe.
Por supuesto, si tu fe puede aumentar, la misma también puede disminuir. Refiriéndose a las personas que escuchan la Palabra de Dios, Jesús dijo: «Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quitará.» (Mateo 13:12).
En otras palabras, si eliges escuchar la Palabra de Dios, la fe madura llegará. Si eliges no escuchar la Palabra de Dios, incluso la medida que recibiste originalmente disminuirá; no lo hace en medida, sino en fuerza.
Y si tu fe no se está desarrollando, si no estás escuchando la Palabra, entonces serás susceptible a las palabras del enemigo, palabras que generarán miedo. Y cuando el miedo está presente, la fe no puede florecer.
La respuesta es la Palabra
Mucha gente tiene muy poca fuerza espiritual porque no profundizan en la Palabra lo suficiente. La medida de fe con la que han tratado de vivir desde que se llenaron del Espíritu Santo hace 20 años no ha aumentado. Entonces, ¿cómo aumentas tu fe? Amigos, ya lo hemos visto claramente: la palabra es la respuesta. Y no es solo una solución de uso único. La Palabra dice: «El justo por la fe vivirá.» (Romanos 1:17; Gálatas 3:11; Hebreos 10:38). Ese es un proceso continuo. No existe un día en que no debamos reforzar nuestra fe.
En este momento, donde sea que estés leyendo este artículo, tómate un momento para adorar al Señor. Dale gracias por la medida de fe que te ha dado como creyente nacido de nuevo, y luego di: “Padre, voy a tomar mi medida y dejar que aumente por la Palabra. Te agradezco que mi medida será fortalecida.” Luego toma una posición de fe y comprométete a mantenerla. Comienza a estudiar la Palabra y a aplicarla en tu vida para que tu medida de fe pueda madurar… ¡y así puedas estar listo para cualquier cosa que se te presente!
Jerry Savelle es presidente y fundador de los Ministerios Internaciones Jerry Savelle y fundador del Centro Cristiano Heritage of Faith. Para obtener información o materiales del ministerio, visita jerrysavelle.org o llama en EE. UU. al 1-817-297-3155.