Lo que crees tiene poder. Si logras cambiar lo que crees, ¡puedes cambiar tu vida! He conocido muchas personas maravillosas que siguen luchando para controlar su temperamento y sus acciones. No importa cuánto lo intenten o cuánto esfuerzo, tiempo y recursos inviertan en su lucha; terminan como un boxeador derrotado, en su esquina con el cuerpo vencido, la moral destrozada y con la confianza hecha añicos —atrapados una vez más en la culpa, en el temor y en las adicciones que se niegan a irse—.
Luego, la campana suena anunciando el siguiente asalto. La pelea continúa, y lanzan todo lo que tienen contra su adversario —izquierda, derecha, izquierda, derecha—. Cuando parece que están progresando, el oponente comienza a dirigir golpes a la cabeza, y cada uno viene cargado con una acusación venenosa y condenatoria:
¿Quién te crees que eres? ¿Ya te olvidaste de todos los errores que has cometido?
Las cosas nunca mejorarán. Deberías aceptar que simplemente es así. No funcionará, ¡otra vez vas a fracasar!
Nadie te ama. Estás completamente solo.
He visto al adversario utilizar esas tácticas engañosas una y otra vez. He visto a muchas personas intentando salir de la sombra de su pasado o luchando para liberarse de sus adicciones; y al final, terminan rindiéndose a esas mentiras acerca de sí mismos, de su identidad, y de su destino.
Ése es el poder de creer en forma incorrecta.
El creer incorrectamente encierra a las personas en una celda. No tienen grilletes visibles, pero sin embargo, al creer en lo incorrecto, hace que se comporten como si estuvieran en una cárcel de máxima seguridad. Y cada día, se dirigen de manera inevitable a sus frías y húmedas celdas de adicciones. Se dejan guiar a los calabozos de comportamientos destructivos. Se han convencido a sí mismas de no soñar jamás con un lugar mejor, creyendo que no tienen elección más que vivir en desesperación, en frustración y en derrota.
Creer en lo correcto, por el contrario, es la luz que ilumina la senda a la libertad fuera de esa prisión.
Dios quiere iluminar tu camino
Ahora bien, antes de etiquetar y dejar de lado este artículo como uno de los tantos que afirman que todo estará bien cuando piensas de manera positiva, detente. Este artículo no trata acerca de psicología humana. Se trata de creer correctamente, y eso nace de una relación íntima y personal con nuestro amado Salvador, y de estar fundados sobre Su Palabra, la cual nos da luz y vida. El salmista lo describe de la siguiente forma: «Tu palabra es una lámpara a mis pies; ¡es la luz que ilumina mi camino!» (Salmos 119:105, RVC). En otra versión, leemos: “Por Tus palabras puedo ver a dónde voy; ellas derraman un rayo de luz sobre mi oscuro camino” (Traducción libre de la versión The Message).
Amigo, Dios desea derramar un rayo de luz en tu camino, ahora mismo. Cualquier cosa con la que estés luchando hoy, sin importar cuán insuperables parezcan tus retos, comenzarán a cambiar para bien cuando comiences a creer en lo correcto.
Esas victorias por las que has estado luchando por años, pueden ocurrir en un instante sobrenatural. Lo sé porque he aconsejado y orado por muchas personas que me han contado que al involucrar a Jesús en su situación, triunfaron sobre años de adicciones —al cigarrillo, al alcohol y a la pornografía—. Se levantaron una mañana, y el deseo por continuar con esos malos hábitos ¡simplemente ya no estaba!
Seamos sinceros, en cierta medida todos creemos de forma incorrecta en algún área de nuestras vidas. Si no me crees, hazte la siguiente pregunta: “¿Cuán frecuentemente me siento ansioso, preocupado o con miedo de que algo malo me suceda, o a mis seres queridos?”. Amigo, estas emociones negativas que nos agotan, sólo son indicadores de lo que realmente creemos de nosotros mismos, de nuestras vidas y de Dios.
Cuando vivimos atemorizados y preocupados todo el tiempo, vivimos como si no creyéramos que tenemos un Pastor con fuerza y capacidad, quien es bondadoso con nosotros, quien nos guía hacia lugares de delicados pastos, y que con amor nos cuida y nos protege. Y si estar preocupado o temeroso es tu estilo de vida, lo que necesitas es mantenerte escuchando y aprendiendo acerca del gran amor de Dios para contigo y en lo valioso que tú eres para Él. Entre más creas esas verdades —y mientras más las arraigues en tu interior—, más cambiarán tus pensamientos y tus sentimientos; y dejarás de ser víctima de las emociones y los comportamientos insalubres.
De una forma u otra, todos tenemos creencias equivocadas en nuestro corazón, las cuales deben ser expuestas a la verdad de la Palabra de Dios. Por esa razón necesitamos al Salvador. Nuestras creencias incorrectas sólo podrán desarraigarse al ser expuestas ante Su gracia, y a la verdad de Su Palabra.
Conociendo la verdad que te hace libre
El tema principal de este artículo está basado en el siguiente versículo: «y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres» (Juan 8:32, RVC). Ése es el versículo más popular de la Biblia, pues incluso se utiliza en la literatura secular. Pero ¿qué significa eso en realidad? ¿Cuál es la verdad que te hace libre?
Es importante que notemos que Jesús le dijo ésto a los judíos de Su época. Gente que desde pequeños estudiaban y aprendían la ley. Sin embargo, al igual que nosotros en la actualidad, ellos todavía luchaban con temores, ansiedades, enfermedades y toda clase de opresión, ataduras y adicciones.
¿Cuál era la verdad a la que Jesús se refería, que al escucharla, haría libres a las personas de todo lo que fuera destructivo? Ciertamente no podía ser la ley porque estas personas eran expertos de la ley. Ya obedecían la ley de la mejor forma que podían; y sin embargo, no encontraban libertad en ella. Amigo, La libertad sólo puede hallarse en Su gracia. Cuando crees de manera correcta en Su gracia y en Su amor hacía ti, los grilletes del temor, la culpa y las adicciones se caerán.
La gracia: el antídoto para la mente envenenada
La gracia es la verdad que Jesús vino a darnos. Su Palabra nos dice: «…la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo» (Juan 1:17).
En los manuscritos griegos originales, la gracia y la verdad son consideradas como una sola palabra, porque el verbo “vinieron” figura en forma singular (vino). La gracia y la verdad son una misma cosa. La gracia es la verdad que tiene el poder para librarte del temor, de la culpa y de toda adicción: «y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres» (Juan 8:32, RVC). La verdad de la gracia, y no la verdad de la ley, es la que trae verdadera libertad a tu vida. La verdad de la ley sólo te ata. De hecho, la esclavitud de la religión es una de las ataduras más devastadoras que puede agobiar a una persona. Ésta mantiene a las personas en estado constante de temor, culpa y ansiedad.La buena noticia es que la gracia vino para librarte de la maldición de la ley. La gracia no es una doctrina o una materia teológica. Cuando Jesús habló de la gracia, se refería a Sí mismo. La gracia es una persona. Es Jesús mismo. «La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.» (Juan 1:17, RVC). Su gracia es la verdad que tiene el poder de abrir los cerrojos de tu prisión. ¡Su gracia es el antídoto para contrarrestar cualquier veneno en tu mente! Cuando tú experimentas el amor de Jesús, y Su dulce amor y Su tierna misericordia, cada creencia incorrecta comienza a disolverse ante la gloria de Su amor.
He sido testigo de esa verdad una y otra vez, pues adondequiera que voy, proclamo sin tapujos el evangelio no adulterado de la gracia, y el inagotable amor de nuestro Señor Jesús. Cuando una persona empieza a recalibrar lo que cree, a fin de recibir con alegría el generoso, el excesivo y el sobreabundante amor de Dios, la mentalidad destructiva —las fortalezas— comenzará a derrumbarse. Y en un instante sobrenatural, dicha persona quedará libre de hábitos destructivos, de temores y de ataduras. Su gracia no la puedes percibir de manera lógica, ¡sino por medio de tu corazón!
Amigo, recibirás tu libertad cuando decidas creer correctamente en Su amor, en Su gracia y en Su favor para tu vida. Cuando creas en Su gracia de la manera correcta, comenzarás a vivir de la manera correcta. Creer lo correcto siempre produce una forma de vivir correcta.
La gracia de Dios arranca de raíz las creencias equivocadas
En una oportunidad, mientras predicaba en una conferencia, conocí a una mujer. Su nombre era Kate, y me hubiese gustado que tú también la conocieras. Ella era una jovencita segura de sí misma, atractiva, y de rostro radiante. Por consiguiente, me fue difícil creer cuando me dijo que había sido libre de una adicción al alcohol que tuvo durante cuatro años.
Había sido una ejecutiva de mucho éxito, pero el estrés del trabajo y el esfuerzo de mantener su nivel y su imagen la llevaron a consumir, al menos, un litro de alcohol al día, como medio de escape. Con el paso del tiempo, mantenerse al día con las altas demandas de su carrera se convirtió en una lucha constante. A causa de la presión de mantener intacta su apariencia de éxito, cayó en una profunda depresión.
Una cosa llevó a la otra y pronto Kate pasó de ser una adicta al alcohol, a ser dependiente de una mezcla de fuertes antidepresivos, tranquilizantes, pastillas para el tratamiento de la hipertensión y píldoras para dormir. Ella me comentó que intentó de todo para dejar la bebida. Hizo citas con psiquiatras y psicólogos, e incluso asistió fielmente a grupos de ayuda para alcohólicos. A lo largo de sus interminables citas y reuniones, experimentó algo a lo que ella llama: “lapsos cortos de sobriedad”; pero sólo le duraban algunos días, cuando le iba bien.
Un día, el esposo de Kate decidió invitarla de vacaciones. Esto la llenó aun más de ansiedad, pues no sabía cómo iba a “saciar” su deseo secreto por el alcohol, mientras viajaba con su esposo. Hasta ese momento, ella había intentado una y otra vez dejar la bebida, y ya estaba muy familiarizada con los síntomas de abstinencia que la habían derrotado una y otra vez. Sus manos temblaban y se sacudían tan fuerte que ni siquiera podía sujetar una cuchara para poder comer. Se sentía débil, y comenzaba a sudar frío, vomitaba muchas veces y no podía retener ningún tipo de alimento.
Todos esos síntomas desaparecían con una copa o dos, así que se escabullía a comprar alcohol cuando se suponía que debía estar en el gimnasio, ¡y lo tomaba en secreto cuando su esposo estaba trabajando!
Ante los ojos de los demás, Kate parecía tenerlo todo. Sin embargo, ella sabía que se encontraba atrapada en una prisión de alcoholismo y que no hallaba la manera de salir de su círculo vicioso lleno de fracaso.
Después de varios intentos por vencer su adicción, y sin tener éxito, Kate estuvo a punto de darse por vencida. Pero Dios tenía otros planes. Él la guió a uno de los líderes de mi iglesia quien le enseñó a escudriñar la Palabra y a mantenerse orando en el Espíritu. A medida que escuchaba mis mensajes acerca de la gracia de Dios, Él comenzó a arrancar las creencias equivocadas que se habían arraigado en su mente y las reemplazó con creencias correctas.
Cuando llegó el tiempo de irse de vacaciones, aún llena de incertidumbre, casi cancela el viaje a último minuto; pero decidió ir. Le pidió al Señor que la ayudara a mantener su mirada en Él, en lugar de intentar vencer los síntomas de abstinencia. Estaba determinada a disfrutar ese tiempo con su esposo y a agradecerle a Jesús por cada bendición, sin importar que fueran pequeñas.
Kate me contó que durante su viaje, sólo estuvo descansando, orando en él Espíritu, y escuchando de manera constante mis mensajes en su iPod. Para su asombro, no padeció ningún síntoma. ¿Y sabes qué? Ya han pasado más de dos años desde ese viaje, ¡y nunca volvió a tomar una gota de alcohol! ¡Aleluya!
Ella admitió que aunque en ocasiones ha tenido pensamientos de volver a beber, los ha podido vencer al creer que Dios le ha dado la fuerza para vencer la tentación. Y por Su gracia, ¡sabe que jamás volverá a tomar una botella!
Amigo, en un instante sobrenatural, cuatro largos años de adicción empedernida terminaron para Kate. Ella no lo comprendió en ese momento, pero Dios la libró de su adicción (y de mucho más) al llenarla con Su Espíritu; y al enseñarle a quitar su mirada del problema y enfocarla en Jesús. Ella también me compartió cómo recientemente descubrió que la respuesta a su problema con la bebida estuvo todo el tiempo en la Palabra de Dios: «No se emborrachen con vino, lo cual lleva al desenfreno; más bien, llénense del Espíritu.» (Efesios 5:18, RVC).
Admiro a esta joven por tener el valor de compartir su poderoso testimonio conmigo. Oro para que su testimonio te anime, te inspire y te dé esperanza.
Cualquiera que sea tu situación, sin importar cuánto tiempo hayas permanecido atado —2 años, 10 años, 30 años—, debes saber esto: Dios puede librarte en un instante sobrenatural. El que creó el tiempo no está sujeto al tiempo. Jesús fue quien en una fracción de segundo, transformó el agua en un vino añejo muy fino; y también ¡puede saltar el proceso natural y acelerar tu liberación de cualquier atadura!
Conozco a muchas personas que durante décadas lucharon contra sus adicciones. Sin embargo, una vez que tuvieron un encuentro sobrenatural con Jesús, sólo despertaron una mañana y ya eran libres, sin ninguna necesidad o deseo de volver a comprometer su vida con su comportamiento negativo. Frank, del estado de Maryland, me escribió para contarme cómo fue libre de las drogas. Le habían dicho: “Cuando te vuelves adicto, siempre serás un adicto”. Y lo creyó.
Pero cuando conoció la verdad acerca del amor que transforma vidas, y de la gracia de Jesús por medio de uno de mis recursos de enseñanzas, ésta destruyó las cadenas que lo ataban. Y me escribió lo siguiente: «Di un salto de alegría cuando descubrí que sólo debía ¡aceptar la obra de Jesús y Su gracia! Después de treinta años de adicción a las drogas, pensé que no había esperanza para mí. Pero alabado sea Jesús, ahora soy libre y asisto con mi esposa a una iglesia donde se predica de la gracia, y ella también fue libre de su adicción a las drogas».
Amigo, ¡ése es el poder de creer en lo correcto!
La verdad de Dios es la que activa tu liberación
Cuando Kate y Frank comenzaron a escuchar y a creer lo correcto acerca de Dios, su liberación se activó de una manera acelerada. Saber la verdad fue el catalizador. Estos casos contrastan con quienes se enfocan en vivir de manera correcta sin prestarle atención a creer en lo correcto. Lamentablemente, ellos sólo experimentan victorias pasajeras basadas en su fuerza de voluntad o la autodisciplina. No obstante, los que se enfocan y creen la verdad de Dios, experimentan una libertad perdurable sin ningún esfuerzo. Jesús no estaba bromeando o exagerando, cuando afirmó que conocer la verdad te haría libre.
Jesús tiene la verdad que necesitas y que has estado buscando. Él es el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6). En amor y por voluntad propia, Él entregó Su vida en la Cruz para liberarte. Todo este artículo trata de esa verdad—transformar lo que crees por medio del poder de Su sacrificio de amor y de Sus verdades eternas—. Yo me he esforzado para que tú tengas acceso a estas verdades y las comprendas con claridad. Mientras lees las palabras, los versículos y las historias de personas reales, quienes han sido liberadas con sólo creer en estas verdades acerca de Dios y en lo que Él dice de ellos, yo oro para que tengas un encuentro con la gracia de Dios como nunca antes. Cuando comiences a meditar en estas verdades, estoy seguro de que empezarás a vivir en libertad antes de lo que te imaginas. ¡Tu liberación está a tu alcance!