Todo lo sobrenatural que Dios ha hecho por ti ha sido el resultado de la fe desatada. Podría haber sido tu propia fe, o podría haber sido algún intercesor desconocido que estaba orando por ti. Sin importar el caso, cada vez que hayas experimentado una intervención divina, alguien en algún lugar estaba creyéndole a Dios.
¿Cómo puedo saberlo?
Al leer la Biblia. Nos enseña de principio a fin que la fe es la ley fundamental del reino de Dios. Todo lo que Él hace, lo hace por medio de la fe.
En Génesis 1 creó el mundo por fe. Él trajo luz a este planeta oscuro al decir, con fe, “Sea la luz”, y la luz fue.
En Génesis 3, Dios usó su fe para poner en marcha el plan de redención. Después de que Adán y Eva pecaran, le dijo al diablo que un día la simiente de la mujer le aplastaría la cabeza, y luego en todo el Antiguo Testamento se lo repitió a los profetas. Él les dijo durante miles de años que Jesús vendría; lo declararon por fe, y finalmente sus palabras se cumplieron. Jesús nació y se convirtió en nuestro Redentor tal como Dios lo prometió, al morir por nuestros pecados y resucitar de entre los muertos.
En el Nuevo Testamento, Dios nos enseña que es por fe que recibimos lo que Jesús nos proporcionó. Él llama al evangelio “la Palabra de fe” y dice: «Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.» Porque con el corazón se cree para alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para alcanzar la salvación.» (Romanos 10:9-10).
Notablemente, esos versículos no solamente dicen que es al creer y confesar la Palabra de fe que nacemos de nuevo. Dicen que así es como recibimos la salvación.
¿Qué es exactamente la salvación?
Según la definición de la palabra griega de la que se traduce, salvación se refiere a la liberación de todo tipo de mal, tanto temporal como eterna. Incluye no solo el nuevo nacimiento, sino todo lo que necesitamos para vivir libres de la maldición del pecado y caminar en LA BENDICIÓN de Dios: en espíritu, alma y cuerpo.
En otras palabras, todos los elementos de la vida abundante que nos ha sido proporcionada a través de Jesús están incluidos en la palabra salvación, y cada uno de ellos es recibido por fe. Romanos 5:1-2 lo confirma; dice que somos «justificados por la fe» (o hechos justos en nuestro espíritu) y que “también tenemos acceso por fe a esta gracia (el estado del favor de Dios)” (Biblia Amplificada, Edición Clásica).
¡La fe hace que seamos favorecidos por Dios! Nos permite aferrarnos a todas las cosas buenas que Él ha reservado para nosotros. Abre una puerta para que Él se mueva sobrenaturalmente en nuestras vidas.
Dios no es un dictador. A diferencia del diablo, no vendrá y tratará de imponernos Su voluntad. Esa no es Su forma de hacer las cosas. Él expone Su voluntad y Sus promesas en la Biblia, y luego nos da una opción. Él dice: “Si quieres lo que he puesto a tu disposición, cree lo que te he dicho y lo recibirás.”
Incluso hizo lo mismo con Su pueblo en el Antiguo Pacto. Les dijo a los israelitas lo buenas que serían sus vidas si le creían y lo obedecían, y lo malas que serían sus vidas de no hacerlo. Luego les dijo: «Hoy pongo a los cielos y a la tierra por testigos contra ustedes, de que he puesto ante ustedes la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida, para que tú y tu descendencia vivan» (Deuteronomio 30:19).
Aunque finalmente no lo hicieron, Dios deseaba que los israelitas eligieran la vida, y desea lo mismo para nosotros hoy en día, pero no tomará la decisión por nosotros. Aunque «¡se complace en el bienestar de su siervo!» (Salmo 35:27), no nos obligará a prosperar. Aunque Él quiere que gocemos de salud (3 Juan 2), no hará que sanemos de manera automática.
Él simplemente nos da Su Palabra. Lo que hagamos con ella depende de nosotros. Podemos creerla en nuestro corazón, confesarla con nuestra boca y recibir lo que Él prometió… o no.
Preservado y protegido de manera sobrenatural
Sé que esto suena simple y, en realidad, la fe es simplemente elegir creer en la Palabra de Dios más de lo que creemos en cualquier otra cosa. Es convertirlo a Él en nuestra autoridad final y honrar Su Palabra como la verdad absoluta.
Eso es lo que hicieron los héroes de la fe a lo largo de la Biblia. Por ejemplo, piensa en Noé. Recibió una palabra de Dios sobre un diluvio venidero y eligió creer esa palabra y actuar en consecuencia. No tenía que hacerlo; podría haber dicho: “Eso parece una locura. ¡Es inalcanzable!” e ignorar lo que Dios le dijo. Sin embargo, decidió obedecerle; de lo contrario, ninguno de nosotros estaría aquí.
En cambio, como dice Hebreos 11:7: «Por la fe, con mucho temor Noé construyó el arca para salvar a su familia.» Se puso a trabajar en el arca sin la ayuda de nadie más que su familia, la cual le llevó aproximadamente 100 años construir según algunos expertos. Es más, todo el tiempo siguió diciéndole a la gente lo que Dios había dicho y predicándoles justicia (2 Pedro 2:5).
¿Te imaginas cómo se debe haber burlado la gente de él? Nadie en ese momento había experimentado la lluvia. La tierra siempre había sido irrigada desde las napas internas. Sin embargo, Noé siguió construyendo esta enorme monstruosidad bajo la mirada de todo el mundo como si fuera un tonto. “Noé, ese viejo loco”, deben haber dicho.
Sin embargo, él perseveró. Creyó en la promesa de Dios, la confesó con Su boca y actuó de acuerdo con ella. Como resultado, él y su familia fueron preservados y protegidos sobrenaturalmente. En lugar de estar en la oscuridad cuando llegó el diluvio, ¡estaban en el arca!
Ahí es donde todos queremos estar cuando surjan los problemas. Queremos estar en el arca de la protección sobrenatural de Dios. Queremos caminar por fe en Él porque Él es nuestro único refugio en este mundo confuso y enloquecido.
Ni siquiera me gustaría vivir en esta tierra sin Dios. Si no tuviera la seguridad que proviene de la fe en Él y Su Palabra, simplemente querría salir de este lugar. Recuerdo cómo era cuando Ken y yo no teníamos a nadie más que a nosotros mismos para poner comida en nuestra mesa y satisfacer nuestras necesidades, y no me gustó. No quiero volver a vivir así nunca más. ¿y tú?
“No”, podrías decir, “quiero vivir por fe. Pero no sé si puedo hacerlo.”
¡Seguro que puedes! Si has nacido de nuevo, Dios ya te ha equipado con todo lo necesario. Él ha puesto Su fe en ti como parte de tu nueva naturaleza. Él te ha proporcionado la Palabra escrita para leer y meditar. Y a través de Internet y la televisión, Él ha hecho posible que escuches la buena predicación de la Palabra de Fe no solo cuando vas a la iglesia, sino en cualquier momento.
¡Eso es ser BENDECIDO! Como cristianos de esta época, cuando se trata de vivir por fe en la Palabra de Dios, tenemos más a nuestro favor que cualquier otra generación. Por lo tanto, aprovecha al máximo y, mientras lo haces, recuerda estas tres verdades vitales:
Verdad Nº 1: ¡La fe llega!
¿Cómo llega? Exactamente de la manera en que Romanos 10:17 (NBLA) lo describe: «Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo». Nota que el versículo no dice que la fe a veces viene al escuchar la Palabra. Dice que cuando escuchas la Palabra, la fe viene. Punto. Todas las veces, si lo crees.
¡Esas son buenas noticias! Significa que estás en el asiento del conductor. No tienes que conformarte con ser un debilucho en la fe, siempre dependiendo de que alguien más crea a Dios en tu nombre. No tienes que sentarte deseando y esperando que Dios te elija entre la multitud y diga: “Creo que le daré algo de fe a esa persona.”
¡No! Puedes aumentar tu fe en cualquier momento que elijas. Todo lo que tienes que hacer es prestar atención a lo que Dios dice en la Biblia, porque la fe viene al escuchar la Palabra de Dios.
Verdad Nº 2: La fe es boca y movimiento.
Aquí es donde muchos cristianos se equivocan. Creen que la fe es simplemente estar de acuerdo mentalmente con las Escrituras; que tan solo es tener la creencia general de que la Biblia es verdad. Pero la fe real es mucho más que eso. Es poner la Palabra de Dios en tu boca y decir lo que Él dice sobre ti y tu situación. Actuar en todas las circunstancias como si lo que Dios dijo al respecto fuera cierto.
Hacemos esto en lo natural todo el tiempo. Cuando alguien dice que hará algo maravilloso por nosotros, si sabemos que es digno de confianza y que tiene los medios para hacer lo que prometió, creemos su palabra. Actuamos como si esa cosa maravillosa estuviera ya hecha.
Por ejemplo, digamos que le dije a Ken que le había comprado una motocicleta nueva. Inmediatamente se emocionaría. Él diría: “¡Gracias, Gloria!” e incluso si tan solo la hubiera ordenado y no llegara de inmediato, tomaría posesión de ella por fe.
Llamaría a alguien que sabe que se regocijaría con él por eso (probablemente a Jerry Savelle) y luego comenzaría a hacer planes como si esa motocicleta ya fuera suya. Comenzaría a pensar en todas las cosas que querría agregarle y llamar a las tiendas de motocicletas sobre los fileteados, el cromo y los accesorios. Empezaría a planear rutas para montarla.
Así es como nosotros, como creyentes, debemos actuar cuando vemos las promesas de Dios en la Biblia. Debemos tomar posesión de ellas por fe y contarlas como hechas. Si es sanidad (que en realidad es un hecho bíblico y no solo una promesa), debemos alimentarnos de las escrituras de sanidad hasta que las tengamos en abundancia en nuestros corazones. Luego debemos decir: “Creo que recibí mi sanidad”, agradecerle a Dios por ella, y luego hablar y comportarnos como si ya la tuviéramos.
Cada vez que lo pensemos, cada vez que experimentemos síntomas en nuestro cuerpo, debemos declarar: “¡Estoy sanado!” y negarnos a hablar o comportarnos de otra manera.
Cuando lo hacemos, seguimos los pasos de Abraham. En Romanos 4 se le menciona como el padre de nuestra fe porque él lo creyó cuando Dios le dijo: «Te he hecho padre de muchas naciones».
A pesar que Abraham y su esposa, en ese entonces, eran demasiado mayores para tener hijos. Aunque Sara siempre había sido estéril. Abraham tomó la palabra de Dios de que sus descendientes serían tan numerosos como las estrellas en el cielo y las arenas del mar. Comenzó a hablar, a actuar e incluso a llamarse a sí mismo “Padre de muchas naciones”.
No se debilitó en la fe cuando consideró la impotencia [total] de su cuerpo, que estaba casi muerto porque tenía unos cien años, o [cuando consideró] la esterilidad del vientre [muerto] de Sara. Ninguna incredulidad o desconfianza lo hizo vacilar (cuestionar dubitativamente) con respecto a la promesa de Dios, pero se fortaleció y fue lleno de poder por la fe al dar alabanza y gloria a Dios, completamente satisfecho y seguro de que Dios era capaz y poderoso de guardar Su palabra para hacer lo que había prometido (Romanos 4:19-21, AMPC).
Lo más probable es que la gente de la época de Abraham se riera de él como se reía de Noé en su época. Cuando les dijo su nuevo nombre, probablemente dijeron: “¡Sí, claro! Abraham: ¿has examinado recientemente a tu esposa, anciana y estéril? ¿Has mirado a tu viejo yo, todo arrugado en el espejo?”
Pero su burla no pudo desanimar a Abraham. Había escuchado de Dios y creyó lo que Dios le dijo. No se limitó a asentir mentalmente. Su fe era boca y movimiento y, como resultado, él y Sara vieron la promesa de Dios cumplida sobrenaturalmente en sus vidas.
Verdad Nº 3: “La fe obra… por el amor”
Gálatas 5:6 dice: “La fe [es] activada, energizada y expresada… a través del amor” (AMPC). Entonces, la fe y el amor son inseparables.
No importa cuánto leamos la Biblia o cuánto la declaremos; si estamos en conflicto con alguien o guardamos rencor, nuestra fe no producirá los resultados adecuados. Simplemente se derrumbará.
Es por eso que Jesús nos dijo en Marcos 11, al enseñarnos acerca de la oración de fe: «Y cuando oren, si tienen algo contra alguien, perdónenlo» (versículo 25). ¡La fe no funcionará en un corazón que no perdona! Para creer y recibir con éxito LAS BENDICIONES de Dios, debemos perdonar a los demás como Dios nos ha perdonado (Efesios 4:32) y caminar en amor.
Como dice 1 Corintios 13, “El amor es perseverante, paciente y bondadoso… no es grosero (descortés) y no… insiste en sus propios derechos o en su propio camino, porque no es egoísta; no es susceptible, ni irritable, ni resentido; no tiene en cuenta el mal que se le ha hecho [no presta atención a un mal sufrido]” (versículos 4-5, AMPC).
¡El amor es nuestra ley del Nuevo Pacto! No es solo una opción. Es un mandamiento del Nuevo Testamento y, como tenemos el amor de Dios dentro de nosotros, tenemos el poder de obedecerlo. Así que asegúrate de hacerlo. Si te equivocas (y todos lo hacemos a veces), simplemente arrepiéntete.
Luego regresa al carril del amor, sigue alimentándote de la Palabra, mantén la fe en tu boca y en movimiento. ¡Mantén la puerta abierta para que Dios haga lo sobrenatural por ti! V
Consejos Prácticos: Fe en movimiento
Dios no entra a la fuerza en tu vida como lo hace el diablo. Él espera a que le abras la puerta. Él expone Su voluntad y Sus promesas para ti en la Biblia, y dice: “Si quieres lo que he puesto a tu disposición, cree en lo que dije y lo recibirás.” Entonces, ¡cree y deja que Dios haga lo sobrenatural por ti! A continuación te presento unos consejos prácticos que te ayudarán:
- Todas las BENDICIONES de la salvación, no solo el nuevo nacimiento, sino cosas como la prosperidad y la sanación, se reciben por medio de la fe. Romano 5:1
- Dios te equipó para vivir por fe al poner Su fe dentro de ti cuando naciste de nuevo, como parte de tu nueva naturaleza. Efesios 2:8
- Puedes aumentar tu fe en cualquier momento que elijas simplemente prestando atención a lo que Dios dijo en la Biblia. Romanos 10:17
- La fe no es solo estar de acuerdo mentalmente con las Escrituras, sino que es boca y movimiento; es hablar y actuar de acuerdo con la verdad de la Palabra de Dios. Hebreos 11:7
- Para que su fe produzca resultados, debe estar seguro de caminar en el amor y el perdón. Marcos 11:25