Shaun Gustafson entró a la reunión dando dos pasos APRESURADOS—esa era la manera en la que vivía su vida—con UN entusiasmo QUE aceptaba cada NUEVO día como si fuera un amigo de toda la vida. Su rostro reflejaba buen humor; él era la clase de persona a la que le gustaba divertirse. Amaba los deportes, había sido el rey de la secundaria, y era conocido como el PULMÓN de cada fiesta a la que ASISTÍA.
Eso no quería decir que no tuviera su lado serio. Aun desde que era niño ya sabía lo que quería hacer en los negocios. Él había hecho un plan y lo había seguido hasta la universidad, para estudiar negocios. Ahora trabajaba en una compañía de préstamos y era una estrella que brillaba—uno de los mejores empleados.
Shaun entró a la oficina de su primo y observó el horizonte de St. Paul, Minnesota. La nieve cubría la ciudad, brillando con el sol matutino como si fueran diamantes. Por más que amara su vida y disfrutara de su trabajo, algo en su interior había cambiado. Su vida se comparaba con un tren bala en un riel de alta velocidad que se había detenido de imprevisto con un sonido rechinante, a punto de cambiar de riel.
Él percibía que esos cambios habían comenzado el día que tuvo una experiencia radical con Dios. La presencia de Dios había sido tan poderosa que había sentido como si una corriente eléctrica lo hubiera atravesado, perdiendo el equilibrio casi por completo.
Shaun observó a su primo y le dijo que renunciaba para poder volver a la universidad, y así estudiar y llegar a ser un ministro.
“¿Estás bromeando? ¡Mira!, ¡este es mi cheque de dos semanas de trabajo! Tú eres el siguiente en la línea de ascenso”.
El cheque era por $11.000.
Shaun le dio un vistazo al cheque y luego miró a su primo.
“Quiero ministrar el evangelio”.
Cambiando el curso
“En 1998 me inscribí en el Colegio Bíblico en Minneapolis” recuerda Shaun. “Ese mismo año me casé con Amy. El Señor le dijo a Amy que buscara un trabajo de medio tiempo e invirtiera la mayoría de su tiempo orando por nuestro futuro en el ministerio. Este fue un paso difícil de obediencia porque ella acababa de graduarse y tenía una empleo de tiempo completo esperándola. En vez de aceptarlo, Amy trabajó haciendo maquillaje para una agencia de modelos. Nuestros ingresos totales ese año fueron tan solo $8600.
El siguiente año, un amigo me mostró un video acerca de la creación con Kenneth Copeland, y me dijo: “tienes que escuchar a este hombre predicar”. Mientras escuchaba, me di cuenta que había una gran diferencia entre lo que Kenneth Copeland enseñaba y lo que me estaban enseñando en el seminario, donde algunos profesores hacían parecer a Dios como una persona esquizofrénica.
“El Señor me dijo que quería que estudiara bajo Kenneth Copeland. No teníamos dinero para una conexión de Internet, así que fui a la librería de nuestra iglesia y escogí una de sus series llamada: “Desarrollando una amistad con Dios.” Costaba $20, los cuales no teníamos. Ahorrando un poco aquí y allá, le tomó a Amy cuatro meses alcanzar esa suma. Ella compró la serie para mi cumpleaños y la escuchamos una y otra vez. Aprendimos que era posible ir a la universidad sin deudas. También aprendimos acerca de la Universidad de Oral Roberts (ORU) y sentimos que debíamos ir allá. Transferí todos mis créditos y nos mudamos a Tulsa un año más tarde”.
Ambas compañías en las que trabajábamos tenían oficinas en Oklahoma; sin embargo, Dios tenía un plan diferente. Él le dijo a Shaun que se inscribiera en una pasantía universitaria, en lugar de conseguir otro trabajo.
“¿Cómo puedo hacer eso?—preguntó Shaun.- “Sólo tenemos dinero para la mitad de mi cuota de ingreso”.
El Señor guio a Amy a aplicar para trabajar en ORU. La contrataron la misma mañana en que se vencía el pago de la cuota de ingreso.
“¿Tu esposo estudia aquí?”
“Sí”.
“Como eres una empleada, el recibirá un descuento del 50%”.
Las hojas del otoño se cayeron de los árboles ese invierno, dejando a Tulsa en una postal deprimente que contrastaba con el cielo oscuro y nublado. Mientras las fiestas se aproximaban, Shaun y Amy no tenían dinero para ir a visitar a su familia en Minnesota. Y para completar, el día previo a Navidad era el cumpleaños de Amy—el primero que pasaría sin su familia—.
Los padres de Amy habían adoptado tres niños y después de 14 años de matrimonio, su mamá había descubierto que estaba embarazada. Ella había crecido siendo la menor de cuatro en una familia muy unida en una granja en Minnesota. Su tía la había guiado al Señor cuando tenía 14 años y muy poco tiempo después había sido llamada al ministerio.
Para Amy, mudarse a Tulsa no había sido una sorpresa, excepto lo mucho que extrañaba a su familia. Había sido algo estremecedor. Esa tarde antes de la Navidad, un viento helado golpeaba sus ventanas mientras Amy lloraba. Shaun acariciaba su espalda y le decía las únicas palabras que sabía que la confortarían. “Valdrá la pena por el llamado”.
Poco tiempo después, una noche el Señor se apareció a Shaun en una visión. Jesús lo llevó afuera. Cuando Shaun miró el cielo, en vez de estrellas, vio un gráfico de línea de tiempo que tenía muchas subidas y bajadas. El Señor le explicó que esa era la historia de la humanidad desde Adán y Eva. Jesús le señaló una línea roja que interceptaba el gráfico en caída. Jesús le dijo: “En ese momento regresaré”. Él le señaló sólo unos milímetros más arriba de esa misma línea roja y le dijo: “Aquí es donde estás en este momento de la historia”.
Shaun le respondió: “¡Señor, es muy pronto! ¡Muchas personas todavía no te conocen!”
Jesús le respondió: “Sí, es por eso que te he llamado.”
Cuando nos hicimos colaboradores con KCM, ofrendamos por encima de nuestro diezmo. A pesar de que la mitad de la cuota universitaria de Shaun estaba paga, teníamos que creer por el resto del dinero de cada semestre. Un semestre necesitábamos $3.000—recuerda Amy. “Una mujer de Minnesota nos envió un cheque por ese monto. Ella dijo que el Señor le puso en oración que lo necesitábamos.”
“En otra ocasión recibimos un cheque por el monto que necesitábamos de la compañía en la que Shaun había trabajado en el pasado. Quien hizo entrega del dinero dijo que se había decidido distribuir los fondos de la cuenta de retiro de Shaun. Shaun nunca supo que tenía una”.
Camino al éxito
Shaun se sentó en la clase y escuchó a varios profesores experimentados que daban consejos:
“Donde la mayoría de los ministros se equivocan es en lanzar su ministerio propio tan pronto salen de la universidad. Quieren ser el jefe inmediatamente”—dijo el profesor. “Sin embargo, la duración del ministerio se extiende significativamente si primero te sometes al ministerio de otra persona. Especialmente bajo alguien que ya tiene éxito”.
Eso no era lo que Shaun quería escuchar. El dejó una carrera de negocios en 1998 por el deseo de su corazón de ministrar el evangelio. Cinco años más adelante, eso todavía no había sucedido.
Después le tocó escuchar a otro ministro hablar acerca de ministros que había conocido durante muchos años: “La mayoría de ellos que habían salido directamente a su propio ministerio ya no estaban ministrando”. El hombre dijo: “Aquellos que trabajaron para el ministerio de otro hombre hasta que Dios les dijo, pudieron levantar un ministerio propio”.
Cuando Shaun se graduó de ORU en el 2002, su padre le contó una historia que nunca antes había escuchado: “Cuando tenía 10 años, acepté al Señor mientras miraba a Oral Roberts en la televisión. Dios me habló y me dijo: “Como Oral Roberts, seguirás tu llamado en tu vida y te haré respetado a nivel mundial”.
Continuó explicando que creció, y que se dedicó a los negocios, se casó y tuvo tres hijas. En ese momento la forma de pensar en su denominación era que Dios mantendría la humildad del ministro y la iglesia, al mantenerlos pobres. El padre de Shaun no vio cómo podría ministrar y proveer para su familia.
Su padre oró: “Señor, si me das un hijo, te lo dedicaré para que cumpla mi llamado”. Shaun había sido la respuesta a esa oración y su padre lo había dedicado al Señor desde su nacimiento. Shaun estaba sorprendido por la historia y maravillado de que su familia había completado ese círculo, precisamente en ORU. No haber cumplido su llamado era uno de los pesares más profundos para su papá.
Shaun no quería cometer el mismo error. Él y Amy tenían la certeza de aquello que Dios tenía planeado para sus vidas. Ellos creían que Dios los había preparado para ministrar a matrimonios a nivel mundial. Sin embargo, Shaun oró: “Señor: ¿Qué quieres que haga el resto de mi vida?”
Quiero que seas un Pastor.
Shaun admite: “Me puse a llorar; nunca quise ser un pastor. ¡No podía imaginarme planeando un sermón para cada semana por el resto de mi vida! ¡De hecho, durante mi primer año de universidad en la clase de oratoria, me levantaba y no podía recordar nada!”
En vez de lanzar su ministerio, el Señor les dijo que aplicaran para trabajar en KCM. En el 2003, Shaun y Amy obedecieron y se mudaron a Texas. Shaun trabajó en el departamento de compras. Amy hacía maquillaje en el departamento de televisión.
“Amábamos trabajar en KCM”, comenta Amy. “Nuestros cargos nos permitían ver a Kenneth y Gloria por detrás de escena. Ellos eran las mismas personas que conocíamos en el púlpito”. Shaun aplicó para dos posiciones pastorales en KCM, pero no las consiguió. Él estaba feliz y optimista, pero por debajo de su fachada había una tristeza profunda en él. Cada día que pasaba, parecía alejarlo más de su llamado.
Lo más difícil para Shaun era la espera. Con cada año que pasaba, el concepto de fe y paciencia se hacía más débil en su corazón, el cual se angustiaba por ministrar al perdido. Sentía como si su llamado estuviera fuera de alcance.
Después, un día Keith Moore predicó en la capilla: “Es tu trabajo ser fiel en donde estás”, dijo. “Se diligente y Dios te promoverá cuando vea que estás listo”. Cuando Shaun salió de la capilla ese día, cada rastro de tristeza se había evaporado.
“Ese mensaje me liberó”, recuerda Shaun. “Mi responsabilidad era simple: Ser fiel adonde estaba. Me permitió apreciar lo que Dios me había llamado a hacer cada día y a vivir en el presente”.
El siguiente paso
De vacaciones en el Rancho Cristiano Ironwood Springs, Shaun y Amy se relajaron sentados junto a la fogata. El fuego crujía contra el cielo nocturno.
“¿Amy, te está hablando el Señor?”, Shaun preguntó.
“Sí”.
“¿Te está hablando acerca de mudarte a Rochester, Minnesota para pastorear una iglesia?”
“Sí”.
“A mí también”.
“Sabíamos que estábamos llamados a pastorear una iglesia en Rochester, Minnesota”, recuerda Shaun. “Sin embargo, sabíamos que podíamos salirnos del tiempo de Dios y entorpecer Su plan. En vez de salir corriendo y mudarnos, comenzamos a orar por el tiempo de Dios. Los dos sentimos que debíamos mudarnos en el otoño del 2008, lo cual nos daba dos años más en KCM. Oramos para que Dios nos confirmara que plantar esta iglesia realmente viniera de Él”.
Una noche, mientras esperaban por el tiempo de Dios, Shaun tuvo un sueño muy vívido. En ese sueño entraba al edificio principal de KCM y veía un papel en el suelo. Lo recogía y lo ponía en la basura. Después, el Señor le hablaba: “Porque has tratado este ministerio como si fuera el de tu padre, te estoy promoviendo a tu propio ministerio.”
En la segunda parte del sueño, una biblia se abría y Shaun leyó 1 Timoteo 1:12. Dos palabras de esa escritura estaban en negrita:. «Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, que me fortaleció, porque me consideró fiel al ponerme en el ministerio».
El 30 de octubre del 2008, diez años después de que Shaun aceptó su llamado al ministerio, Dios lo envió con su esposa Amy a Rochester, donde empezaron con una conferencia de matrimonios de 5 semanas. Después, en marzo del 2009, lanzaron la Iglesia High Point con solo 17 personas. Para el final del primer año, tenían 30 miembros.
“No despreciamos ese pequeño comienzo”, nos explica Shaun. “Las iglesias de la palabra de fe habían tenido problemas en esa área. Nos dijeron que nunca nadie había tenido más de 100 personas y que la mayoría habían cerrado; sin embargo, nosotros perseveramos con nuestra congregación. Tuvimos noches de oración y lágrimas en las cuales tuvimos que recordarnos que Dios nos había dicho que debíamos hacerlo y que no podíamos darnos por vencidos. Realmente ahora hemos podido experimentar el fruto de la paciencia, con tantas personas que han recibido a Cristo y en la gente fiel y talentosa que se nos ha unido en esta visión de parte del Señor”.
“Esta área es un punto internacional debido a la Clínica Mayo. Reyes y líderes del mundo vienen aquí todos los años, junto a otras 1,3 millones de personas. Muchos buscan lo espiritual, y también ayuda médica. Así que nuestro foco principal en cada evento es alcanzar personas para Cristo”.
Hoy, siete años después de fundar la iglesia, están más fuertes que nunca. Más de 500 personas llaman ahora la iglesia High Point su hogar. “Recientemente inauguramos un nuevo edificio y tenemos dos servicios los domingos. La universidad me enseñó acerca de la homilética y hermenéutica, pero la colaboración con KCM abrió un nuevo mundo para nosotros, enseñándonos cómo obtener victoria en situaciones de la vida real que parecían imposibles”.
“Dios me habló una vez” nos comparte Shaun: “Muchas iglesias están buscando diversas maneras para conseguir dinero, en vez de buscar maneras para promocionar el evangelio”.
En la iglesia High Point la gente está recibiendo vida eterna. A través de la iglesia y los ministerios de evangelización, ya han visto hasta el momento llegar a Cristo más de 3.000 personas, el corazón de los padres e hijos siendo restaurados para Dios y los unos con los otros como Malaquías 4:6 lo describe. Matrimonios y familias han sido sanados. Y como si eso no fuera una bendición suficiente, su familia ha crecido incluyendo tres hijos: Courtney de 12 años, Whitney de 8 y Caleb de 5.
Cuando los pastores Shaun y Amy Gustafson recuerdan los retos de los últimos 18 años, una cosa es clara:..¡todo valió la pena por el llamado!