Cuando nuestro hijo John estaba creciendo, no hacía nada despacio, ni fácil. Le gustaba ir tan rápido como fuera posible en cualquier cosa en la que estuviera montado. Le gustaba poner todo patas para arriba y tomar toda clase de riesgos que nos hacían terminar en el hospital para que los médicos le efectuaran suturas.
Ken y yo tratábamos, con frecuencia, de decirle que tuviera diversión sin meterse en problemas. Sin embargo, como la mayoría de los chicos, estaba determinado a hacer las cosas a su manera. Así que un día nos sentamos con John y le compartimos esta verdad. “John”, le dijimos, “al final de cuentas, tu papá y yo somos más listos que tú”.
A pesar de que esto sucedió ya hace muchos años, y de que hoy John es un hombre sabio al frente de nuestro ministerio, siempre recuerdo esas palabras porque me traen a la memoria lo que Dios le está diciendo a Sus hijos con insistencia. Una y otra vez nos dice en la Biblia, de una manera u otra, que Él es más listo que nosotros. Él sabe más que nosotros, y si lo escuchamos y nos ponemos de acuerdo con Él, podemos evitarnos un montón de problemas y disfrutar una vida BENDECIDA: «Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni son sus caminos mis caminos. Así como los cielos son más altos que la tierra, también mis caminos y mis pensamientos son más altos que los caminos y pensamientos de ustedes» (Isaías 55:8-9).
Tal como Ken y yo siempre queríamos lo mejor la John, Dios siempre quiere lo mejor para nosotros. Él es un buen Padre y él nos da Su Palabra para decirnos exactamente cómo podemos vivir llenos de vida y paz. Sin embargo, depende de nosotros que hagamos lo que Él dice. Depende de nosotros que decidamos si vamos hacer o no las cosas a su manera.
Ha sido así desde el Jardín del Edén. Cuando Dios creó a Adán, no lo forzó a hacer las cosas a Su manera. Él simplemente le dijo lo que debía hacer y lo que no para conseguir el éxito. Le dijo que ejerciera dominio y sojuzgara la Tierra, y que no comiera del árbol del conocimiento del bien y el mal.
Si Adán hubiera decidido hacer las cosas a la manera de Dios, su vida hubiera sido perfecta para siempre. Si hubiera hecho lo que Dios le compartió, nunca hubiera conocido la enfermedad, la fatiga, la pobreza o cualquier otra parte de la maldición. ¡Todo lo que hubiera conocido es Su bondad!
Sin embargo, Adán hizo una elección distinta. Escogió ignorar lo que Dios dijo y hacer lo que él quería. Como resultado, Adán se perdió la voluntad de Dios para su vida.
¿Sabes que lo mismo nos puede pasar a nosotros como creyentes? A pesar de que hemos nacido de nuevo y que Dios tiene un plan maravilloso para nuestra vida, si ignoramos Su Palabra, podemos perdernos Su voluntad para nosotros. Sí, nos iremos al cielo cuando muramos. Pero no experimentaremos todas las BENDICIONES que Dios planeó que nosotros disfrutáramos en el camino.
“Bueno”, podrías decir, “yo creo que Dios está en control, y no importa lo que yo haga. Él hace que todas las cosas obren para mi bien. Después de todo, ¿no es eso lo que la Biblia dice?”
No, no lo es. La Biblia dice: «sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman» (Romanos 8:28). Y Juan 14:21 dice: «El que tiene mis mandamientos, y los obedece, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo lo amaré, y me manifestaré a él». Así que, si no estamos expresando nuestro amor por el Señor descubriendo y haciendo lo que Él nos ha mandado a hacer, Él no puede hacer que todas las cosas obren para nuestro bien. Si no estamos llevando nuestros pensamientos y nuestra vida de acuerdo con Su Palabra, Él no puede ayudarnos como Él quisiera.
Lo que no conoces puede lastimarte
Lee la Biblia y verás que es cierto: Dios nunca ha podido cumplir Su mejor voluntad en la vida de la gente que es desobediente e ignorante. Él nunca ha podido BENDECIR completamente a aquellos que están muy ocupados o son muy perezosos para caminar en Sus caminos. ¡Por el contario! Él dijo en Oseas 4:6: «Mi pueblo ha sido destruido porque le faltó conocimiento».
La falta de conocimiento puede ser un gran problema para nosotros, los creyentes. Ésa es la razón por la que muchos cristianos están luchando todo el tiempo con la derrota. Ellos no tienen suficiente conocimiento para apropiarse de la victoria que Jesús ha provisto para ellos.
Debido a mis enseñanzas acerca de la sanidad, muchas veces la gente me dice: “He hecho todo lo que sé para ser sanado y todavía estoy enfermo”. ¿Sabes lo que eso me dice? Que ellos todavía no saben lo suficiente. Si ellos supieran lo suficiente y hubieran actuado sobre lo que sabían, ya estarían sanos.
Lo mismo podríamos decir acerca de todos nosotros en una u otra área. Ninguno de nosotros conoce todo que necesitamos saber acerca de los caminos de Dios. Por esa razón es tan importante para nosotros que continuemos estudiando la Palabra y obedezcamos Romanos 12:2: «Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente».
Todos nosotros hemos crecido con estas maneras de pensar carnales; y la manera de actuar del mundo es distinta a la de Dios. No existe acuerdo entre lo que Él piensa y la forma natural en la que el hombre piensa.
«Porque los que siguen los pasos de la carne fijan su atención en lo que es de la carne, pero los que son del Espíritu, la fijan en lo que es del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Las intenciones de la carne llevan a la enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden» (Romanos 8:5-7).
Esos versículos simplifican las cosas, ¿no te parece? Nos dicen que podemos pensar de dos maneras. O podemos pensar carnalmente, o podemos pensar espiritualmente.
Ya que pensar espiritualmente es la clave para la vida y la paz, mientras más lo hagamos, más exitosos seremos. Más sanos seremos. Mas prósperos y victoriosos seremos.
Lo contario también es cierto. Mientras más carnalmente pensemos, menos victoriosos seremos. Más derrotados seremos. La Biblia es muy clara al respecto. Romanos 8:6 nos dice que tener una mente carnal es muerte. Así que, si la cosas no están funcionando en algún área de nuestra vida, necesitamos revisar nuestros pensamientos. Necesitamos revisar dónde estamos siendo mentalmente carnales y operando como el mundo, en lugar de como Dios lo hace.
Cuando hacemos las cosas a la manera del mundo, obtenemos los resultados del mundo, y eso no es divertido porque el mundo es un caos, gobernado por el diablo. El mundo opera bajo condenación y la ley del pecado y de la muerte. ¡Como creyentes, no se supone que vivamos bajo la ley del pecado y de la muerte! Como Romanos 8:1-2 dice: «Por tanto, no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte».
¿Por qué no hay más creyentes viviendo en esa clase de libertad? Porque para experimentarla tenemos que hacer más que sólo nacer de nuevo. Debemos caminar siguiendo el espíritu. Si caminamos por la carne, si nos rehusamos a renovar nuestra mente con la Palabra de Dios y a aprender a caminar de acuerdo con Su voluntad, el diablo nos impondrá la suya. Nos mantendrá pensando en un nivel natural. Nos engañará haciéndonos aceptar las enfermedades y la economía del mundo, y nos sacará de la salud divina y la abundancia que nos pertenecen en Jesús.
Personalmente, he decidido que es más fácil ser diligente en la Palabra y tener una mente espiritual que permanecer con una mente carnal y permitirle al diablo mantenerme enferma y en quiebra. Yo sé lo que es estar en quiebra, y no lo disfruté.
Ken y yo estuvimos en quiebra en los primeros años de nuestro matrimonio. Cuando me casé con él, me case con él y sus deudas bancarias. En ese entonces parecía como si estuviéramos en deuda de manera sobrenatural. Nos manteníamos pidiendo más dinero prestado, sin tener nada que respaldara lo que nos prestaban. No sé cómo era posible, pero nosotros lo hacíamos.
¿Cómo fuimos liberados de ese ciclo miserable de las deudas?
Dejamos de hacer las cosas a nuestra manera y empezamos a hacerlas a la manera de Dios. Descubrimos lo que Él dice acerca de la prosperidad en Su Palabra. Lo creímos, y actuamos de acuerdo con eso.
Vale la pena darlo todo por Dios
Desde el momento en que Ken y yo empezamos a ponernos de acuerdo con la Palabra de Dios y a caminar de acuerdo con el Espíritu en vez de con la carne, nuestra vida mejoró. No dimos un paso de la noche a la mañana al nivel de BENDICIÓN que disfrutamos hoy en día, pero todo lo que aprendimos de la Palabra de Dios hizo un poco más para cerrarle la puerta a Satanás para que operara en nuestra vida. Cada verdad de las escrituras que encontrábamos, al ponerlas en práctica, nos hacía un poco más libres.
Lo mismo sucederá contigo. Mientras más actives la ley del Espíritu de vida en Jesucristo, más libertad y victoria disfrutarás—espiritual, física, financieramente, y en cada área de tu vida. Mientras más lo des todo por Dios y Su Palabra, mejor y con más paz vivirás.
¡Por esa razón, siempre estoy animando a la gente a darlo todo por Dios! Es lo que Ken y yo hicimos. Nosotros no esperamos hasta que alguien hizo una reunión para escuchar la palabra de fe. Nosotros leímos nuestras Biblias y escuchamos predicaciones día y noche. Tomamos un curso rápido en la Palabra porque sabíamos que allí era donde estaba nuestra liberación. ¡La respuesta a nuestros problemas estaba en la Palabra de Dios y nosotros decidimos buscarla!
“Pero Gloria”, podrías decir, “la razón por la que podías pasar tanto tiempo en la Palabra es porque eres una predicadora”.
¡Yo no predicaba en 1976! En ese entonces, Ken era el único predicador en la familia. Yo era una ama de casa con dos niños pequeños. Pero yo no me valí de esa excusa para desatender la Palabra. Yo no me senté y dije: “bueno, dejaré que Kenneth haga esa parte”. Yo busqué la Palabra con todo lo que tenía.
Era como ese hombre del que Jesús habló, el cual encontró una perla de gran valor: ¡Yo encontré la Palabra de Dios! Yo descubrí que la Biblia no es tan solo un libro de cosas que puedes y no puedes hacer; es Dios hablándome. ¡Es Dios diciéndole a Gloria cómo vivir!
Recuerdo una ocasión cuando tan solo estaba empezando en la vida de fe, en la que escuché a alguien decir que un predicador había dicho que la Biblia no debía tomarse literalmente. Me sentí espantada con la idea. Pensé: Realmente estaría loca si no me tomara la Biblia literalmente, porque, de no hacerlo, mejor no lo haría en lo absoluto.
Hoy en día todavía tengo la misma actitud. La manera en la que lo veo es que si alguien no se toma la Palabra de Dios por lo que dice, entonces no la ha entendido. En lo que a mí respecta, ¡yo la tomo!
Yo creo que Dios quiere decir exactamente lo que dice. Creo que la Biblia es Dios hablándome de manera personal. La guardaré. Haré lo que Proverbios 4:20-23 dice: «Hijo mío, presta atención a mis palabras; consiente y sométete a mis razones. No las pierdas de vista; guárdalas en lo más profundo de tu corazón. Ellas son vida para quienes las hallan;
son la medicina para todo su cuerpo. Cuida tu corazón más que otra cosa, porque él es la fuente de la vida» (AMP).
Cuando leo esos versículos, frecuentemente recuerdo algo que vi en Manila hace varios años cuando Ken y yo estábamos predicando allí. Estaba una mañana en nuestra habitación del hotel preparándome para predicar acerca de los ríos de vida que fluyen desde nuestro corazón y al observar por la ventana, vi una hermosa fuente afuera del hotel. El agua de la fuente disparaba al aire, probablemente unos 15 metros de alto.
Mientras la observaba, me di cuenta de que mientras el agua se mantuviera fluyendo de esa manera, ningún tipo de basura podría permanecer en la fuente. Ningún residuo podría caer en ella porque la fuerza del agua era muy potente. Sin embargo, si el agua disminuyera su presión y caudal, alguien podría bloquear esa fuente con desperdicios.
El Señor me enseñó una lección que nunca olvidaré con esa imagen. Me mostró que, como creyentes, somos muy parecidos a esa fuente; si tan solo tenemos un chorrito de la Palabra en nuestro corazón, el diablo puede venir y poner su basura en nuestra vida. Él puede tapar nuestro fluir espiritual. Sin embargo, si mantenemos nuestro corazón lleno de la Palabra, el no podrá hacerlo. Por mucho que trate, las fuerzas de la ley del Espíritu de vida se mantendrán empujando la basura de Satanás fuera de nuestra vida.
¡Esa es la razón por la que vale la pena hacer cualquier cosa que se requiera para poner la Palabra de Dios en primer lugar en tu vida!
Satanás no puede poner su pie sobre nosotros cuando la vida y paz divinas estén emanando desde nuestro hombre interior. Él no puede mantenernos enfermos cuando tenemos el gozo del Señor fluyendo desde nosotros. No puede atar nuestras finanzas cuando caminamos en el espíritu y hacemos las cosas a Su manera.
¡Así que se listo! Llenemos nuestro corazón con la Palabra de Dios y aprendamos a hacer las cosas a Su manera. Sus caminos son más altos que los nuestros. Sus pensamientos son más altos que los nuestros. ¡Pongámonos de acuerdo con nuestro Padre celestial, y vivamos BENDECIDOS!