Nada hará que tu fe crezca más rápido que aprender sobre la bondad de Dios. Entre más revelación tienes acerca del tema, más florecerás en cada área de tu vida. Es por eso que en 1998 el Señor específicamente me dijo que predicara acerca de Su bondad, y no temiera el reproche de los hombres.
Dios tuvo que añadir la parte de “no temer el reproche de los hombres”, porque la verdad en cuanto a la bondad de Dios puede ser controversial. La gente ha discutido sobre el tema por años. Durante los años 50, por ejemplo, cuando el hermano Oral Roberts empezó a predicar acerca del tópico, aun algunas de las multitudes del llamado “evangelio completo” se molestaron con él.
¡Especialmente aquellos que estaban en el ministerio!
Los predicadores habían invertido muchos años desarrollando sermones acerca de Job, enseñando cómo Dios pone enfermedad y pobreza sobre la gente “como una bendición disfrazada”. Y el hermano Roberts estaba desencajando sus sermones.
Recuerdo a Kenneth E. Hagin contando acerca de unos ministros que se le habían acercado, quejándose por la situación. “Me enojo cuando escucho a Oral Roberts diciendo que Dios es un Dios bueno”, le dijeron.
El hermano Hagin les respondía: “¿Qué es lo que quieren que él haga?, ¿Decir que Dios es un Dios malo?
“Bueno, no”, le respondían. “¡Pero él les está dando la impresión equivocada a las personas!”
¿La impresión equivocada?
El hermano Roberts sólo estaba diciéndole a la gente que Dios quería que estuvieran sanos y bendecidos. Sólo les estaba predicando la verdad, y lo estaba tomando directamente de la Biblia. Salmos 145 dice:
«El Señor es compasivo y lleno de ternura; lento para la ira y grande en misericordia. El Señor es bueno con todos, y se compadece de toda su creación. Tú, Señor, levantas a los que tropiezan, y reanimas a los que están fatigados. Todos fijan en ti su mirada, y tú les das su comida a su tiempo. Cuando abres tus manos, colmas de bendiciones a todos los seres vivos. Tú, Señor, estás cerca de quienes te invocan, de quienes te invocan con sinceridad. Tú respondes a las peticiones de quienes te honran; escuchas su clamor, y los salvas».
¡Eso es la bondad de Dios! De acuerdo con esos versículos, no era Oral Roberts quien estaba dándole a la gente la impresión incorrecta de Dios, ¡sino aquellos que lo criticaban! En lugar de predicar la Palabra, ellos estaban solamente repitiendo tradiciones religiosas; no tenían ni la menor idea que esas tradiciones habían sido empezadas por el diablo. Pero era así. El enemigo hace todo lo que puede para evitar que la Palabra de la bondad de Dios llegue a las personas. Él ha invertido miles de años diciendo mentiras acerca de Dios y tratando de arruinar Su reputación.
Eso mismo fue lo que hizo en el Jardín del Edén. Cuestionó la Palabra de Dios, y le sugirió a Eva que Dios les había mentido a ambos acerca del árbol de la ciencia del bien y del mal. En esencia, le dijo: “Dios no es realmente bueno, no tiene las mejores intenciones en su corazón”.
Es increíble que Eva simplemente no se haya reído de esa mentira. Después de todo, su vida en el Jardín del Edén estaba absolutamente inundada de la bondad de Dios. Ella y Adán estaban totalmente rodeados por ella.
Ella tenía el esposo perfecto, y él la esposa perfecta. Comían la comida perfecta, la cual crecía abundantemente en arboles perfectos. Eran la pareja mejor vestida que podría haber caminado en la faz de la Tierra; estaban vestidos con vestiduras de luz. La Biblia también dice que tenían abundancia de oro: «El oro de esa tierra es bueno» (Génesis 2:12).
Y para completar, Dios los visitaba personalmente todos los días. Él caminaba y hablaba con ellos en la frescura de la tarde. Las escrituras no nos dicen qué les decía durante esas visitas, pero estoy segura que siempre les revelaba algo maravilloso. A lo mejor les compartía secretos del universo, o probablemente les hablaba de los planes maravillosos que tenía para sus vidas.
Sin importar cuál fuera el contenido de sus conversaciones, me puedo imaginar que cada vez que Adán y Eva escuchaban que venía, decían: “¡qué alegría, aquí viene nuevamente! ¡Vayamos a ver qué cosas emocionantes tiene para nosotros hoy!”
Te has preguntado alguna vez cómo Eva pudo haber experimentado tanto de la bondad de Dios y aún así, terminar creyendo las mentiras del diablo. Yo no puedo entenderlo, ¿y tú? Sin embargo, eso fue lo que pasó.
Adán tampoco estaba jugando golf en ese momento. Él estaba a su lado, así que ambos hicieron la misma elección. Ambos decidieron tomar el lado del diablo y desobedecer a Dios. Como resultado, murieron espiritualmente. Perdieron sus vestiduras de luz. Y cuando Dios vino a hablar con ellos al Jardín, corrieron a esconderse porque no podían soportar más Su presencia. El miedo los arrancó de Su lado, no pudieron caminar más con Él en Su gloria, ni escuchar las cosas maravillosas que tenía para compartirles.
Piensa cuán devastadora debió haber sido esa pérdida. El diablo les robó a Adán y Eva la vida más maravillosa que alguien pudiera experimentar —simplemente haciéndolos dudar de la bondad de Dios—.
El cielo es el límite
A pesar de que ésta es una historia muy triste, para nosotros los creyentes del Nuevo Testamento hay buenas noticias al final de todo: lo que el diablo logró en el Jardín ha sido eliminado. Como dice Efesios 2:4-7: «Pero Dios, cuya misericordia es abundante, por el gran amor con que nos amó, nos dio vida junto con Cristo, aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados (la gracia de Dios los ha salvado), y también junto con él nos resucitó, y asimismo nos sentó al lado de Cristo Jesús en los lugares celestiales, para mostrar en los tiempos venideros las abundantes riquezas de su gracia y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús».
Esto significa que nosotros podemos hacer exactamente lo contrario de lo que Adán y Eva hicieron. Nosotros podemos poner nuestra fe en la bondad de Dios, obedecer Su Palabra y los susurros del Espíritu Santo, y comenzaremos a ver el Jardín del Edén restaurado en nuestras vidas. Podemos vivir nuestras vidas en el lugar que Dios diseñó para nosotros — un lugar maravilloso, un lugar en el que nos despertamos cada día pensando como Adán y Eva lo hicieron: ¿Qué cosas maravillosas tiene Dios para mí hoy?
“¡Gloria eso suena demasiado bueno para ser verdad!”
Lo sé, pero es la manera en la que Dios es. Su bondad hacia nosotros sobrepasa nuestras imaginaciones más grandiosas. Es por eso que la Biblia dice en los Salmos 31:19:
«¡Cuán grande es tu bondad, la cual reservas para los que en ti confían! ¡Delante de todos la manifiestas a los que en ti buscan refugio!»
La Biblia Amplificada dice en 1 de Corintios 2:9-10: «Las cosas que ningún ojo vio, ni ningún oído escuchó, ni han penetrado en el corazón del hombre [todo eso], son las que Dios ha preparado (creado y mantiene listas) para los que lo aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por medio del Espíritu…».
En nuestras propias fuerzas, nosotros no podemos ni siquiera soñar toda la bondad que Dios tiene guardada para nosotros. Si no tuviéramos la Palabra y el Espíritu Santo para revelárnoslo, no podríamos tratar de descifrarlo con nuestras mentes. Un estudioso hebreo de la Biblia dice en su comentario acerca del Salmo 31 que Dios es tan bueno, “que no hay un límite en Su dar, excepto la capacidad que tienen sus criaturas de recibir”.
En otras palabras, el cielo es el límite. Cada uno de nosotros puede tener tanto de la bondad de Dios manifestándose en nuestras vidas, como podamos recibir.
¿Qué determina cuánto recibimos?
¡Las cosas que creemos! Como Jesús dijo: «Para quien cree, todo es posible» (Marcos 9:23).
¿Cómo podemos incrementar nuestro creer?
De acuerdo con Romanos 10:17, «la fe proviene del oír, y el oír proviene de la palabra de Dios». Así que incrementamos nuestra fe al escudriñar la Palabra de Dios y encontrar lo que dice. Entre más llenamos nuestros corazón con la Palabra, mas podremos ser como la gente llamada “buena tierra” en la parábola del sembrador en Marcos 4: ellos escucharon la Palabra, la aceptaron y recibieron, y ésta produjo fruto —algunos el treinta por ciento, otros sesenta por ciento y algunos cien por ciento—.
Esta es la razón por la que invertir tiempo en la Palabra de Dios es vital. Le abre la puerta a todas las cosas buenas que Dios tiene para nosotros. En Marcos 4:24, Jesús lo dijo de esta manera: «con la medida [de pensamiento y estudio] con que ustedes midan [la verdad que escuchan], será la medida [de virtud y conocimiento] que regresará a ustedes—y más [además] le será dado a los que escuchan» (AMP).
Nadie más puede hacerlo por ti
Quizás alguien diga: “yo le dejo la lectura de la Biblia a mi esposa. Ella tiene más tiempo que yo para hacerlo”.
Eso será algo muy bueno para ella, pero malo para ti. No puedes vivir de la Palabra que tu esposa pone dentro de su corazón más de lo que puedes vivir de la comida que ella come. Ella podría comer una comida por ti tres veces al día. Ella podría comer un plato entero por ella y otro por ti. ¿Qué pasaría si hiciera eso? Ella se pondría gorda y tú estarías muerto de hambre.
Lo mismo es cierto con respecto a la Palabra de Dios. Si quieres beneficiarte de ella, debes recibirla por tí mismo. Debes invertir tiempo en ella. Con esto no estoy diciendo que tienes que estudiarla durante muchos años para empezar a ver resultados. La Palabra de Dios puede empezar a cambiar cosas en tu vida rápidamente, especialmente si te concentras en ella y la mantienes en frente de tus ojos y tus oídos todos los días.
“Pero Gloria, ¡no puedo hacer eso!, tengo un trabajo de tiempo completo y responsabilidades familiares que manejar. Mi agenda está totalmente llena”.
Es posible, pero lo más seguro es que aún tengas varias horas disponibles del día. Por ejemplo, cuando regresas a casa del trabajo, en lugar de mirar las noticias o sentarte a cambiar canales en la TV, podrías invertir la tarde en la Palabra.
Eso fue lo que Ken y yo hicimos. Al comienzo, cuando descubrimos acerca de la bondad de Dios y cómo accederla por medio de la fe, invertimos casi todo nuestro tiempo libre escuchando predicaciones y estudiando la Biblia. En ese momento habían guerras en el mundo y colapsos económicos, pero nosotros nos los perdimos porque estábamos demasiado enfocados en la Palabra como para leer los periódicos o mirar televisión.
Tengo que admitirlo: teníamos un poco más a favor que otras personas.
Estábamos desesperados por solo una cosa. Éramos como los hombres que se reunieron alrededor de David cuando era perseguido por Saúl en el Antiguo testamento. Estábamos afligidos, presos de la amargura y llenos de deudas (1 de Samuel 22:2).
Y por otro lado, teníamos muy poco que hacer. A pesar de que Ken era un estudiante en Oral Roberts y estaba ocupado durante el día, yo estaba en la casa con los niños. No tenía un auto y tampoco dinero para gastar (¡Es increíble todo el tiempo libre que puedes tener cuando no tienes auto ni dinero!). Así que cuando finalmente encontramos la respuesta a nuestros problemas, nos dedicamos a la Palabra de Dios. La escuchábamos, la leíamos y hablábamos de ella todo el tiempo. Buscábamos la sabiduría de Dios como otras personas buscan el oro y la plata.
No obtuvimos todo lo que queríamos de la noche a la mañana, pero nuestros corazones empezaron a cambiar inmediatamente. En menos de un año estábamos libres de deudas y empezamos a incrementar financieramente, y también en otras áreas de nuestra vida.
¡Hemos estado proclamando la bondad de Dios desde entonces!
De una forma u otra, por más de 47 años, hemos estado diciendo lo que la Biblia dice en Salmos 145:1-4,7: «Te exaltaré, mi Dios, mi Rey; por siempre y siempre bendeciré tu nombre.
Todos los días te bendeciré, por siempre y siempre alabaré tu nombre. Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza; su grandeza es inescrutable. Todas las generaciones celebrarán tus obras, y darán a conocer tus grandes proezas. Divulgarán el recuerdo de tu inmensa bondad, y a grandes voces dirán que tú eres justo».
Con el trascurso de los años hemos descubierto que esta clase de alabanzas son extremadamente evangelistas. La gente se interesa por Dios cuando escuchan acerca de Su bondad y Su bendición. Son atraídos hacia Él cuándo ven Cristianos viviendo en gozo, prosperidad, salud y paz —y especialmente cuando descubren que Dios quiere que ellos también tengan esas cosas—.
La mayoría de no creyentes (y aun algunos cristianos) piensan que Dios es el que está causando los problemas. Como Eva, ellos han caído en la mentira del diablo. Pero cuando escuchan y son testigos de la bondad de Dios que se manifiesta en nuestras vidas, descubren la vedad: no es Dios, sino el diablo el que ha estado arruinándoles todo. El enemigo es el que ha estado causándole enfermedades, atando su dinero para que sus familias no tengan comida, o ropa, o un buen lugar para vivir.
Cuando las personas ven lo miserable que es el diablo, ellos le dan la espalda y salen corriendo directo a los brazos amorosos de Dios. Hacen a Jesús el Señor de sus vidas, y terminan con el dominio del diablo en sus vidas. Si se mantienen creciendo en la fe, antes de que puedan darse cuenta, estarán hablando como tú, yo y Oral Roberts.
Ellos estarán predicándoles a todos aquellos que quieran escuchar las buenas nuevas: “Dios es un Dios bueno”.