Maureen Brown se despidió con un saludo final ante los aplausos mientras la cortina se cerraba, después de su presentación en la ciudad de Nueva York; había sentido que había sido maravillosa. Caminando entre los bastidores hacia el camerino, vio a una niña emocionada, de pie en uno de los corredores. Me recuerda a mí misma a esa edad, pensó Maureen.
Como la menor de seis hijos criados en St. Louis, Missouri, Maureen no se había satisfecho con tan solo ver a sus hermanas mayores bailar. A los 4 años, se había infiltrado tantas veces en sus clases, que al final la instructora le había permitido quedarse. En consecuencia, Maureen pudo estudiar danza desde muy pequeña, con la bailarina principal en la Academia de Danzas Pelagie Green Wren como instructora. Para sus 12 años, ya estaba bailando bajo las órdenes de Nathalie Le vine en el Ballet Metropolitano de St. Louis.
Y mientras asistía al colegio privado Rosati-Kain en bachillerato, una academia católica privada para niñas que las preparaba para la Universidad, Maureen había logrado sobresalir en lo académico mientras estudiaba danza, actuación y canto. A los 15 años, estaba haciendo coreografías y enseñando a niñas más pequeñas. Ese mismo año, hizo una audición para el renombrado teatro de Danza de Harlem y fue aceptada en el programa de verano de ocho semanas en la ciudad de Nueva York.
Después de graduarse del bachillerato, Maureen se mudó a la ciudad de Nueva York donde asistió a la Universidad de Nueva York, estudiando en la prestigiosa Escuela de Artes de Tisch. Desde allí, Maureen fue impulsada en una carrera nada menos que espectacular.
En 1988 actuó en la producción musical de Maurice Hines, Harlem Suite, la cual tenía actores tan renombrados como Jennifer Holliday y Stephanie Mills, la cual se extendió por una temporada de año y medio. Vivió en Luxemburgo mientras hacía presentaciones en Francia, Bélgica y Alemania en diversas producciones como Aida y Bubblin’ Brown Sugar. También fue incluida en viajes a Japón y Australia. En los Estados Unidos se presentó en The Best of Broadway y en el Radio City Music Hall Christmas Spectacular en Nueva York, y actualmente forma parte de diversas producciones todos los años.
Desde su apartamento en Nueva York, Maureen apreciaba una vista más que espectacular—las Torres Gemelas de la gran ciudad. Sirviéndose una taza de café, Maureen observó a través de la ventana de la cocina y reflexionó acerca de su vida. Ella había cumplido y excedido todas sus metas y expectativas profesionales. Había viajado por el mundo. Había bailado, actuado y cantado su camino en los innumerables corazones de miles de personas. Había generado un currículum impresionante. Tenía una vida maravillosa y un apartamento con una vista espectacular.
Entonces, se preguntaba, ¿por qué tengo esa sensación de vacío, como si me faltara algo?
Una voz suave y apacible
“Mis padres nacieron en 1921 y los dos tenían carreras educativas”, recuerda Maureen. “Ahora me doy cuenta que debieron haber sufrido persecución por su color de piel; sin embargo, nunca lo mencionaron. Crecimos rodeados por gente negra educada y con influencia; sin embargo, ninguno de ellos mostraba resentimiento alguno. Nunca escuchamos nada negativo. Aun hoy en día no le presto atención a la dialéctica negativa acerca de este país”.
“Mis padres eran fuertes, graciosos, ingeniosos y nos aseguraron que podríamos lograr cualquier cosa. Ellos apoyaban nuestros sueños y metas. En nuestra familia se presuponía que tendríamos éxito y sobresaldríamos. Éramos una familia católica que sabía mucho acerca de Dios, pero que no lo conocía”.
“En 1999, empecé a asistir a la Iglesia Bautista Mariners, la cual era una iglesia de la Palabra. Yo no tenía idea de lo que eso significaba en ese entonces, pero las personas se reunían a la hora del almuerzo para orar, y yo estaba cautivada”.
“En el 2001, hice una audición para un rol en la obra Aida de Disney Espectacular, y en menos de 48 horas recibí una llamada ofreciéndome el trabajo. Esa no es la manera en la que ocurre normalmente. Ellos me preguntaron dónde me gustaría hacer mi presentación. Podíamos presentarnos en Broadway, en el tour de los Estados Unidos o en Ámsterdam. Por supuesto todo el mundo quería Broadway, y eso era lo que tenía más sentido para mí porque sería otra función impresionante en ese teatro”.
“Pero en mi mente deambulaba una idea persistente desde mediados de Enero de ese mismo año: Tienes que salir de Nueva York. Tienes que salir de Nueva York. Tienes que salir de Nueva York. No me había percatado que era el Señor guiándome, pero obedecí la sugerencia, y respondí que quería presentarme en Ámsterdam”.
“Dejé la ciudad de Nueva York el 4 de agosto del 2001, y me mudé a Ámsterdam. El 11 de Septiembre del 2001 nos llamaron a todos y nos informaron acerca de los ataques terroristas en contra de los Estados Unidos. Mientras veíamos las noticias de las Torres Gemelas, todo lo que yo podía decir era: ‘¡Ese es mi barrio!’ ”.
Fuera de sincronización
El 13 de Agosto del 2003, Maureen regresó a los Estados Unidos, y en el periodo de Diciembre de ese año hasta Abril del 2014 se presentó en el Tour de la costa oeste de Dreamgirls. En California, la manera de hablar entre sus compañeros de trabajo la conmocionó. Se discutían abiertamente tópicos sociales muy delicados, cosas que ella jamás hubiera podido discutir en público. A pesar de que muchos de sus amigos y compañeros vivían lo que algunos podrían considerar como un estilo de vida cuestionable, Maureen los aceptaba por quienes eran, y nunca los juzgó. Pero algunas de esas personas criticaban a los cristianos por vivir fuera de sintonía con el mundo.
A pesar de que todavía no era salva, ella reconocía que sus creencias eran contrarias a las de la mayoría de sus amigos. Cuando Maureen compartió sus creencias con un par de sus amigos más cercanos, le dijeron que estaba en el lado equivocado de la historia. Ellos no entendían cómo, siendo parte de una minoría doble—una mujer afroamericana—podía tener valores tradicionales. Ella estaba aterrada de que había perdido todos sus amigos y compañeros de trabajo cuando ellos descubrieron lo que creía. Se
sintió atrapada.
De regreso en Nueva York, Maureen empezó a moldear su carrera de locución en la radio y sus talleres privados para musicales de teatro, de voz, dicción y entrenamiento, los cuales hasta el día de hoy la mantienen viajando por todos los Estados Unidos y por fuera del país.
Cinco años más tarde, en Agosto del 2008, Maureen estaba en el gimnasio haciendo yoga cuando escuchó esa misma voz suave que le advirtió que saliera de Nueva York en el año 2001.
Si no dejas de beber, salir y tratar de ser como el mundo, no crecerás.
“Mientas medité en Sus palabras, sentí que Dios estaba diciéndome que ir a la iglesia no era suficiente. Él quería mi vida. Él quería que diera un paso dentro del reino”.
Una vez más, Maureen obedeció las órdenes. Dejó de tomar y cambió sus hábitos. A medida que experimentó el amor de Dios, Él la ascendió de nivel.
“Siempre juzgué mi vida al compararla con la de mis amigos”, recuerda Maureen. “Pensé que así era como Dios me juzgaba. No fue hasta que me di cuenta de que Dios no me juzgaba por mis amigos, sino por Su Palabra, que me di cuenta que estaba en un error. Escogí el día de San Valentín del 2008 para empezar una nueva relación con el Señor. Ese fue el día en el que empecé a practicar el celibato. Desarrollé un apetito tan voraz por Dios que no fue difícil para mí hacer esa clase de compromiso”.
Sin embargo, había algo que era difícil para Maureen—un problema que no sabía cómo resolver. Poco a poco, sin darse cuenta, había estado gastando más de lo que podía, generando una deuda en tarjetas de crédito de $20.000 en el proceso.
Esclava de la deuda
Un viento helado soplaba la nieve con frenesí mientras Maureen peleaba a través de la nieve derretida camino a su apartamento. Una vez adentro, sacó todas sus cuentas y las puso sobre la mesa. Calculadora, papel y lápiz en mano, se sentó a enfrentar sus deudas.
Tenía que haber una solución.
Mordiendo la punta del lápiz, Maureen observó la columna formada por los números. Horas más tarde, sintió ganas de llorar. Refregándose la cara con sus manos, enfrentó los hechos. No existe una salida. Todo lo que podía pagar era el interés para impedir que su casa financiera de tarjetas se desplomara.
Sus ancestros habían sido esclavos, pensó Maureen. Sin embargo, ella había nacido libre y había recibido toda oportunidad para lograr el éxito. Sin embargo, se había auto esclavizado por el sistema—Bloomingdale, Macy’s y Best Buy. ¿Cómo podía haber sido tan exitosa en cumplir sus metas profesionales, y fallar tan miserablemente al manejar sus finanzas? Se fue a dormir sintiéndose tan fría y vacía como el viento invernal.
Maureen continúo actuando, bailando y cantando. Formó parte del jurado en competencias de danza y entrenó las voces de muchos estudiantes en los Estados Unidos y Canadá. Hizo locuciones, y donó su talento para videos y películas.
En el 2009, una de sus oraciones fue contestada cuando un apartamento en el octavo piso en un edificio en Times Square se ofreció en alquiler. Vivir en ese lugar había sido su sueño por muchos años, y ahora se había convertido en una realidad.
“Amo la ubicación y especialmente la vista”, admite Maureen. “Soy fanática de los deportes, así que la primera cosa que hice fue montar mi televisión para la pretemporada deportiva. Un día estaba cambiando canales cuando vi a un hombre joven con un pizarrón que decía: ‘Saquen sus Biblias’ ”.
“¡No sé cómo describir lo que sucedió en ese momento, pero sentí como si mi espíritu adormecido repentinamente se hubiera despertado! Yo sabía que ésta no era una enseñanza bíblica típica. Sacudió mi interior. Descubrí que ese joven era Jeremy Pearsons con su esposa Sarah. Ellos estaban en un programa llamado La Voz de Victoria del Creyente. Vi el programa ese día y no podía esperar por el próximo”.
“Durante dos semanas vi a Jeremy y Sarah enseñar todos los días. Jeremy frecuentemente les agradecía a sus abuelos Kenneth y Gloria Copeland, por permitirles estar en el programa. Si Jeremy era así de bueno, ¡no podía imaginarme como serían sus abuelos!”
“Después de dos semanas, Kenneth y Gloria regresaron. Mientras los escuchaba, sabía que mi vida nunca sería la misma. ¡Sus enseñanzas eran innovadoras! Aunque todavía amaba los deportes, La Voz de Victoria del Creyente se convirtió en uno de los programas obligatorios en la TV. Lo miraba todos los días de la semana y nuevamente los domingos”.
“Ellos me enseñaron acerca de la prosperidad y las deudas; me di cuenta que había estado viendo a mis finanzas con la perspectiva incorrecta. Consideraba el cheque de mi sueldo como mi manera de salir de deudas. Sin embargo, Kenneth y Gloria me enseñaron que eso no funcionaría. Mi salario era mi semilla. Mientras las semanas se volvieron meses, aprendí a nombrar mi semilla y a liberar mi fe por provisión”.
Enfrentando al gigante
Pronto, Maureen contactó a KCM y empezó a recibir mensualmente la revista del ministerio. Ella devoraba los artículos de la revista, y también las cartas mensuales de Kenneth Copeland. Además, empezó a ordenar las series de enseñanzas. Lo que más la emocionó, comenta Maureen, fue el día que ordenó Tu plan Espiritual de diez días para un Rompimiento Financiero. Respirando profundamente, observó la montaña de cuentas que había puesto sobre la mesa. Enfrentaría esas deudas, y esta vez vencería al gigante en su vida.
Sentada frente a la mesa, abrió el libro y leyó la primera tarjeta de acción. Hizo todo lo que la tarjeta le ordenaba. A pesar de que siempre había diezmado, ahora diezmaba y ofrendaba en fe. Le puso un nombre a su semilla. Aun incrementó sus propinas. Mes tras mes, dinero llegaba de lugares inesperados. Al siguiente año, en enero del 2010, se hizo colaboradora con KCM.
“Me tomó cuatro años” recuerda Maureen. “Sin embargo el 16 de julio de 2013, pagué la última tarjeta de crédito. Por fin era libre; ya no era más esclava de las deudas. Mientras salía de deudas, también aprendí a orar. Para ese momento ya sabía que orar en el Espíritu era algo bueno; sin embargo, todavía tenía pensamientos mundanos así que no lo hacía. Me preguntaba si realmente me cambiaría”.
“Después de resistir la idea por varios meses, el 15 de Agosto del 2013, empecé finalmente a orar en el Espíritu. Después, casi dos años más adelante, Gloria y Billye Brim estaban en el programa en el que Billye retó a los televidentes a orar en el Espíritu por media hora todos los días. ¡Lo hice, y cambio mi vida! En estos días no permito que nada o nadie interfiera con mi tiempo de oración. Cuando tengo compañía, les explico que no hablaré con nadie en la mañana hasta que haya tenido mi tiempo con el Señor”.
Ese mismo año, Maureen decidió hacer una cartelera de visión. En el pasado, ella había hecho una cartelera de visión de lo que deseaba conseguir en su carrera. Sin embargo esta cartelera de visión era diferente. Se trataba de lo que esperaba lograr por fe. Al final del año, revisó su colección de revistas LVVC y recortó fotos, frases, palabras, citas, creando el rompecabezas de su cartelera. Ésta era una manifestación física de su camino de fe. Cada año hace una nueva.
Maureen asistió por primera vez a la Campaña de Victoria de Washington en el 2013 y no se ha perdido ninguna desde entonces. “Colaborar con KCM significa que formo parte de una familia de fe”, nos relata Maureen. “Los días en los que era una cristiana oculta en mi clóset se han terminado. Hablo un lenguaje diferente. Estoy ungida y determinada para declarar la Palabra de Dios”.
“Siempre he soñado con cantar el tema de una de las películas de James Bond. Sin embargo, estaba escuchando al hermano Copeland el año pasado en Woodbridge, Virginia. Me di cuenta que no quiero prestarle mi talento dado por Dios a James Bond si eso me costara mi unción. Oraré por las puertas abiertas en mi vida, y no aceptaré ningún papel que pueda costarme la unción. ¡Este es mi jubileo y no extraño el mundo!”
Maureen Brown ha aprendido, que la ruta menos transitada, es el camino estrecho que lleva a la victoria.