Hoy en día el mensaje de la Gracia es un tema “caliente” en el cuerpo de Cristo. Por un lado, algunos creyentes están tratando de impartir revelación acerca de la gracia que es verdadera e inspirada por Dios.
Y por el otro lado, están aquellos que parecen estar furiosos porque la gracia interfiere con sus tradiciones religiosas. Escuchan a alguien predicando el mensaje de la gracia y asumen: “Uh, Oh… él está hablando de gracia; ¡eso significa que todos pueden ir por ahí actuando salvajemente y haciendo lo que les de la gana!”.
No sé de qué clase de gracia están hablando, porque la gracia en la que vivo no me da un pase gratuito para pecar. La gracia en la que yo vivo —y la que espero que tú vivas— es acerca de una relación personal. Esa gracia no se pregunta: “¿Qué cosas inmorales puedo hacer?”. Por el contrario, dice: “¿Cómo puedo con mi vida honrar a aquel que me ha dado tanto?”.
Si no entiendes la gracia de la que estoy hablando, entonces estás a punto de descubrir una verdad poderosa. Es el momento de que seas libre —libre del pensamiento del antiguo pacto que te mantendrá atado a la forma vieja de hacer las cosas. Es el momento de vivir la vida que la gracia provee. Y para hacerlo debes saber exactamente lo que la gracias es.
La gracia es un nuevo pacto
Dos de los pactos que encontramos en la Biblia son el que Dios le dio a Moisés (la Ley) y el que vino a través de Jesús (Juan 1:17). La dispensación de estos pactos, es decir, la entrega de las reglas por medio de las cuales Dios operaba, han cambiado del antiguo al nuevo pacto. La forma en que Dios actuaba en el antiguo pacto cuando trataba con Adán, Caín y Abel, Moisés, y cómo Él actúa hoy en día se basan en acuerdos específicos, y diferentes.
Si no entendemos las diferencias entre las dispensaciones del antiguo y el nuevo pacto, nos encontraremos mezclando un poco de lo viejo con un poquito de lo nuevo —un poco de ley, con un poquito de gracia—. En lugar de eso, necesitamos ver el amor y la misericordia de Dios a través de los ojos del nuevo pacto. Y la comprensión de esa realidad nos permitirá recibir la vida suministrada para nosotros a través del Nuevo Testamento.
La gracia es Jesús
«Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria (la gloria que corresponde al unigénito del Padre), llena de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de ella, y clamó diciendo: “De ella es de quien yo decía: ‘Viene después de mí, pero es anterior a mí; porque ya existía antes que yo’ ”. Ciertamente de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo» (Juan 1:14-17).
La ley, establecida por Dios bajo el antiguo pacto, fue dada por Moisés; pero la gracia y la verdad —ambas palabras son sinónimas en la Palabra de Dios— vinieron por Jesús. Entiende que la gracia es más que un tema. La gracia es una persona, y Su Nombre es Jesús. Jesús apareció lleno de gracia y verdad; eso es lo que Él es. Él es gracia y verdad.
Gálatas 4:4-5 dice: «Pero cuando se cumplió el tiempo señalado, Dios envió a su Hijo, que nació de una mujer y sujeto a la ley, para que redimiera a los que estaban sujetos a la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos».
Jesús nació bajo la ley para que así Él pudiera cumplirla totalmente, y liberar al pueblo de Dios de la misma. El nació para que ellos pudieran entender y recibir el amor de Su Padre, y como resultado, pudieran cumplir cualquier cosa que necesitara ser cumplida.
Jesús no vino para darnos más ley; Él vino para redimirnos a ti y a mí de la Ley. La Biblia Amplificada lo dice de esta manera: “Para comprar la libertad de (rescatar, redimir y reparar por) aquellos que estaban sujetos a la Ley, para que pudieran ser adoptados y tener una filiación conferida sobre nosotros (y ser reconocidos como hijos de Dios)” (Versículo 5).
Los hijos de Dios —tú y yo— somos guiados por el Espíritu Santo. No necesitamos ser guiados por lo que estaba escrito en piedras, porque el Espíritu de Dios se mueve dentro de nosotros, y nos guía.
La gracia es justicia
Cuando te pones bajo la gracia de Dios, no pecarás más; pecarás menos. Tito 2:11-14 dice: «Porque la gracia de Dios se ha manifestado para la salvación de todos los hombres, y nos enseña que debemos renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y vivir en esta época de manera sobria, justa y piadosa, mientras aguardamos la bendita esperanza y la gloriosa manifestación de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras».
La gracia de Dios nos da el poder de vivir justa y piadosamente. Cuando estamos bajo la gracia de Dios, el amor de Dios es tan fuerte que nos condiciona. No queremos hacer lo que antes hacíamos porque estamos focalizados en Jesús y en lo que Él ha hecho por nosotros. Las cosas de las que no estamos seguros, nos serán reveladas a medida que dependemos del Espíritu Santo para mostrarnos Su verdad. Él nos guiará paso a paso a través de las respuestas a nuestras preguntas y nos llevará a aguas más profundas.
La gracia es redención
Gálatas 3:10 y 13 dice: Porque todos los que dependen de las obras de la ley (quienes buscan ser justificados por la obediencia de la ley de rituales) están bajo maldición y condenados a desilusión y destrucción, pues está escrito: “Maldito (condenado, destinado a destrucción, sentenciado al castigo eterno) sea todo aquel que no se mantenga (viva) firme en todas las cosas escritas en el libro de la ley, y las haga”… Cristo nos redimió de la maldición (sentencia) de la ley (que es condenación), y por nosotros se hizo maldición (el mismo), porque está escrito (en las escrituras): “Maldito todo el que es colgado en un madero (es crucificado)”» (AMP).
En otras palabras, si estás convencido de que necesitas vivir por la Ley, mejor asegúrate que la cumples completamente. No puedes sólo cumplir algunos mandamientos y fallar en otros. No; si fallas en uno, es como si fallaras en todos.
Algunas personas piensan: Dios nos ama tanto que nos dio la ley para que pudiéramos tener 10 normas por las que vivir. Otros creen que los miró y dijo: “Oh, estas personas son tan pecadoras. Mejor les doy la ley”. Ninguno de estos pensamientos es correcto. Dios proveyó la Ley para llevarnos al final de nosotros mismos.
Gálatas 3:19 (AMP), responde las preguntas del propósito de la ley: «Entonces, ¿para qué sirve la ley? Pues fue añadida (más tarde, después de la promesa, para mostrar y exponer la culpa del hombre) por causa de las transgresiones, (para hacer al hombre más consciente del pecado) hasta que viniera la semilla (los descendientes, los herederos) a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en manos de un mediador».
El hombre no tenía entendimiento del pecado hasta que la Ley fue dada. Ese entendimiento trajo conciencia de pecado, culpa y condenación. Dios estaba tratando de llevarnos a un punto en el que reconociéramos que no podíamos mantener la Ley. Nunca seríamos lo suficientemente buenos. Necesitábamos un Salvador. ¡Necesitábamos a Jesús!
Gracia es Favor inmerecido
En la dispensación actual de la Gracia, nosotros disfrutamos del maravilloso pacto del favor inmerecido de Dios. No hay nada que podamos hacer para ganarlo: Dios nos lo dio en forma libre y gratuita. Aunque nosotros no merecemos Su favor, éste aparece de todas maneras. Dios nos lo dio porque precisamente no lo merecemos, ni lo ganamos o trabajamos para obtenerlo.
Comienza a créele a Dios por abundante favor que no te mereces. Bajo el antiguo pacto, tenías que trabajar para merecer el favor de Dios, ser justo, bendecido y prosperado; pero ya no es así. Hebreos 8:10 dice: «Éste es el pacto que haré con la casa de Israel: Después de aquellos días (dice el Señor) pondré mis leyes en su mente, y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo». Dios estaba revelando la ley del amor. Cuando Él dijo: “Yo seré su Dios”, Él estaba diciendo: “Cuando estés enfermo, voy a sanarte. Cuando necesites liberación, voy a liberarte. ¡Soy tu Dios, estoy comprometido y soy fiel a ti!”.
Esto es la Gracia
Servimos a un Dios que quiere que nosotros lo deseemos. Él quiere que seamos salvos porque estamos enamorados de Jesús, quien pagó el precio del rescate por nosotros y ha sido misericordioso a pesar de nuestros pecados.
La gracia puede ser simplemente resumida de esta manera:
Bajo el antiguo pacto, estábamos atado por la Ley. Sin embargo, bajo el nuevo pacto de la gracia, has sido liberado de la Ley.
Bajo la Ley, tenías que obedecer un código de normas escritas. Pero bajo la gracia, obedeces los susurros del Espíritu Santo.
Bajo la Ley, debías ser bueno para obtener buenos resultados. Pero bajo la gracia, recibes los resultados gracias a Jesús, y no porque tú seas bueno.
Bajo la Ley, recibes lo que mereces. Pero bajo la gracia, recibes lo que no mereces.
Requiere de fe el entender lo que la gracia nos ofrece. En lugar de focalizarte en el pecado y cómo evitarlo, observa lo que el amor de Dios ya te ha dado. Recibe Su amor por gracia, y así recibirás la contención necesaria para resistir el pecado. Estarás motivado para vivir una vida santa porque estarás focalizado en el hecho de que Dios te ama tanto, que pagó el precio necesario para tu rescate, aún antes de que fueras creado. Éste es el regalo de la gracia del nuevo pacto, ¡y está disponible para ti!