De todos los secretos para tener éxito que han sido inventados, hay uno que los supera con claridad. Puede hacerte prosperar cuando la economía del mundo entero está en problemas. Puede mantenerte seguro en los lugares más peligrosos. Si decides vivir conforme a este secreto, no solo te protegerá, perfeccionará y te dirigirá en cada situación; este te permitirá vivir consistentemente una vida sobrenatural.
¿Dónde puedes encontrar este secreto tan poderoso?
En realidad es revelado a través de la Biblia. Pero personalmente pienso que fue María, la madre de Jesús, quien lo resumió en la forma más concisa. En la boda de Canan, después de informar a Jesús que a los anfitriones de la fiesta se les había acabado el vino, ella le dijo a los sirvientes de la casa estas siete palabras: «Hagan todo lo que Él les diga» (Juan 2:5).
Esas son sin lugar a dudas unas de las palabras más sabias que alguna vez se hayan pronunciado. Cuando los sirvientes en la boda actuaron de acuerdo a estas palabras, se trasladaron del mundo natural a lo sobrenatural del plan de Dios. Ellos obedecieron el mandamiento de Jesús y llenaron las vasijas con agua. Él cambió el agua por vino y transformó una situación desastrosa en un éxito divino.
“Sí, lo sé” podrías decir. “Esas son la clase de cosas que siempre pasan en la Biblia cuando Jesús se involucra en una situación. Solo que yo no puedo encontrar la manera de que eso mismo me pase a mí”.
Es muy fácil: Haz todo lo que te diga que hagas.
Esa es la clave para hacer que Jesús se manifieste a Sí mismo y desate el poder de Dios — en cualquier momento, lugar, y en cualquier área de tu vida. Jesús mismo lo confirmó. En Juan 14:21, Él dijo: «El que tiene mis mandamientos, y los obedece, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo lo amaré, y me manifestaré a él».
Si todavía no lo has hecho, deberías subrayar ese versículo en tu Biblia. Dibuja pequeñas estrellas a su alrededor. Resáltalo como sea porque es supremamente importante y necesitas prestarle atención.
La mayoría de los cristianos no lo hacen. Ellos solo están tratando de averiguar en sus propias fuerzas cómo hacer para que Jesús se les manifieste. Están llorando, ayunando, tirados en el piso, rogándole que se mueva en medio de sus circunstancias, familias, finanzas y sus iglesias.
Lo hacen con sinceridad. Y aun así nada pasa, porque Jesús no dijo: “Me manifestaré a Mí mismo a la persona que llore más”; Él no dijo, “Me manifestaré a Mí mismo a aquellos que pasen mas tiempo sin comer”.
Él dijo: «El que tiene mis mandamientos, y los obedece… Yo lo amaré, y me manifestaré a él».
Dios tiene un plan que incluye tu nombre
¿Y cómo haces exactamente para tener y obedecer los mandamientos de Jesús?
Lo haces al poner Su Palabra en primer lugar en tu vida y hacer de ella tu autoridad final. Lo haces al escuchar todo el tiempo lo que Él te está diciendo en las escrituras y en tu espíritu, al preguntarte en forma contínua acerca de cada cosa en tu vida y al obedecer cada mandamiento que te Él te dé.
Podrías decir: “Pero hermano Copeland, no tengo tiempo para eso. Tengo tantas otras cosas que hacer”.
No, debes revertir ese orden. No debes tener tiempo para nada más hasta que no hayas consultado con el SEÑOR. Si no le has preguntado, las cosas que estás haciendo seguramente te están llevando en la dirección equivocada. Puedes estar trabajando en el trabajo incorrecto, viviendo en el lugar incorrecto e ideando los planes incorrectos. Puede que estés haciendo lo que tiene sentido para ti, en lo natural.
¡No se supone que los creyentes vivan de esa manera! Esa es la manera en la que vive la gente del mundo; y si vives como el mundo vive, obtienes los resultados del mundo. Para obtener resultados sobrenaturales —los resultados de Dios—, tienes que averiguar cuál es Su plan.
Quiero que sepas que Él tiene un plan para ti. Él tiene uno para cada creyente. La Biblia no deja ninguna duda al respecto. Dice: “Nosotros somos hechura Suya [Su trabajo propio]; recreados en Cristo Jesús (nacidos de nuevo) para que podamos hacer esas buenas obras que Dios predestinó (planeó por adelantado) para nosotros, [tomando los caminos que Él preparó por adelantado], para que nosotros andemos en ellos [viviendo la buena vida que Él predestinó y alistó para que nosotros viviéramos]” (Efesios 2:10 , la Biblia Amplificada).
También dice en 1 de Corintios 12:18 que Dios nos ha colocado a cada uno de nosotros en el Cuerpo de Cristo “donde mejor le pareció”. Eso significa que Dios tiene un lugar en la Tierra y en el Cuerpo de Cristo con tu nombre, y ése es el lugar al que perteneces. No perteneces a ningún otro lugar en el universo; solamente allí.
No estoy diciendo que Dios quiere que te quedes siempre en el mismo lugar toda tu vida. Estoy diciendo que tu lugar es cualquier lugar que Él te indique. Mi lugar, por ejemplo, es el ministerio y le pregunto todo el tiempo dónde quiere que predique. Puede que un día me diga Londres, Venezuela unos días después, y Chicago el día siguiente. Si lo hace, me pongo en camino porque sé que si voy a dónde Él me manda, es allí donde pertenezco. Y lo que hago entonces prosperará, porque Él se deleita en el bienestar de su siervo (Salmos 35:27).
Las actividades del reino son sobrenaturales
Esta es la manera en la que el reino de Dios funciona — no solo para los predicadores, sino para todo creyente.
No importa si estás pastoreando una iglesia, o atendiendo un puesto de limonadas; cualquier cosa que estés llamado a hacer califica como una actividad celestial. Y como las actividades del reino son sobrenaturales, la clave para tener éxito es hacer siempre lo que Jesús te diga que hagas.
Si Él te pide que pongas un puesto de limonadas, tiene una razón para hacerlo y la forma en la que quiere que se haga. Puede que quiera que invadas el mercado de limonadas con éxito y des millones de dólares para le expansión del evangelio. Puede estar planeando enviar el próximo presidente de tu país a comprarte un vaso de limonada para que así tú puedas orar por él, BENDECIRLO y cambiar el futuro de la nación.
Tristemente, la mayoría de los cristianos no fueron criados para pensar de esa manera. Crecieron escuchando: “Querido, tu puedes ser cualquier cosa que quieras”.
¡No! Definitivamente no es así en el reino de Dios. Si estás en Su reino, Él ya tiene un plan para ti. El plan está pensado para el lugar donde tu iglesia se encuentre. Es allí donde está tu protección. Es allí donde está tu prosperidad. Ése es el plan de LA BENDICIÓN.
Salirte de ese plan de BENDICIÓN y hacer las cosas a tu manera es como salirte de la autopista para andar en una calle sin asfaltar. En lugar de ir a una velocidad constante de 100 o 110 kilómetros por hora, transitarás penosamente de bache en bache. Manejarás a través de ese pueblito llamado “Enfermedad”, el valle de “La quiebra”, y la ciudad “Nadie me ama”. Te encontrarás componiendo canciones estilo “country” acerca de lamentos, disgustos y tristezas.
¿Por qué?
Porque estás fuera de lugar. Estás en la ruta equivocada.
“Pero hermano Copeland, ¿qué pasa si la ruta correcta —en la que Dios quiere que vaya— me lleva a Tombuctú o a otro lugar desconocido, muy lejano?”
¿Y qué si así es? ¿Cómo sabes que Tombuctú no te gustará? Si tu lugar está en Tombuctú, allí es donde se encuentra tu prosperidad. Puede que luzca como el lugar más pobre de la Tierra, pero Dios puede enviarte a ese lugar y hacerte rico. Él puede convertirte en una BENDICIÓN tan grande que el área florecerá económicamente como resultado, haciendo que todo el mundo empiece a llamarla “¡El jardín del Edén de Tombuctú!”
“Bueno, no pienso que eso sea posible”, podrías decir. “No tengo esa clase de fe”.
Entonces empieza a escuchar a Dios. Sus palabras están llenas de fe. Por esta razón, Romanos 10:17 dice: «Así que la fe proviene del oír, y el oír proviene de la palabra de Dios». Cada palabra que Dios habla, sea en la Biblia o por Su Espíritu en tu interior, es un contenedor de fe. Cuando Él te da una orden, Su orden lleva en el la fe que necesitas para obedecerla. La orden en sí misma te autoriza y te da poder para hacer lo que Dios te está diciendo que hagas.
Pero debes oír lo que está diciéndote. Tienes que invertir tiempo con Él, leyendo y meditando Su PALABRA escrita y teniendo comunión con Él en oración.
Yo personalmente le hablo a Dios todo el día. Es fácil hacerlo; después de todo, Él vive adentro de mí. Yo permanezco en Él y Él permanece en mí. Así que tiene sentido que me comunique con Él durante el transcurso del día preguntándole acerca de lo que quiere que haga y cómo quiere que lo haga.
“Bueno, eso suena como una manera grandiosa de vivir, hermano Copeland, pero el SEÑOR no me habla a mí como lo hace contigo”.
Ciertamente lo hace, Él no es un Padre ausente. Él te habla constantemente. La verdad es que le habla a todo el mundo. Si no fuera así, Jesús no hubiera dicho: «¡Mira! Ya estoy a la puerta, y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, yo entraré en su casa, y cenaré con él, y él cenará conmigo». (Apocalipsis 3:20, PDT).
De acuerdo con ese versículo, alguien puede oír la voz de Dios porque Él está hablando todo el tiempo, no con una voz audible desde el cielo que puede ser escuchada con nuestros oídos físicos, sino con una voz que puede ser escuchada en el interior de la persona, en el espíritu.
Si las personas no están escuchando a Dios en el interior, ni aun si Él les hablara con una voz audible les ayudaría. Los hombres del Nuevo Testamento son la prueba de lo que te estoy diciendo. Cuando estaban con Jesús y Dios le habló desde el cielo con una voz muy fuerte, ellos escucharon el ruido pero no entendieron lo que había dicho. Solo pensaron que tronaba (Juan 12:29).
Cuando Dios dijo, ¡corre!
Esta clase de cosas pasa todo el tiempo; el 11 de Septiembre del 2001, por ejemplo, Dios le habló a todo el mundo en el World Trade Center — a cada uno de ellos. Pero ellos no escucharon ni entendieron lo que les estaba diciendo. Si lo hubieran hecho, las torres del World Trade Center ese día hubieran estado vacías.
Gloria y yo tenemos un amigo personal que pastorea una iglesia maravillosa en Wall Street, no muy lejos de Ground Zero. Muchas de las personas de su congregación trabajaban en el World Trade Center. Durante las semanas previas al 9/11, el había estado enseñándoles acerca del poder protector de la Sangre de Jesús y sobre cómo escuchar la voz de Dios.
Él no estaba enseñando sobre estos tópicos porque Dios le hubiera hablado acerca del ataque terrorista. El solamente estaba siguiendo el plan de Dios, haciendo lo que Jesús le dijo que hiciera, y lo mismo hacia la gente de su iglesia. Como resultado, ni una sola persona de su congregación resultó herida.
Uno de ellos esa mañana estaba a punto de cruzar las puertas del World Trade Center cuando escucho a Dios decir: ¡Corre! Así que salió corriendo hacia la esquina y bajó al subterráneo. Otro estaba camino al trabajo cuando decidió llevar a su hija a desayunar en vez de dejarla en el colegio. Ella y yo no pasamos mucho tiempo de calidad juntos, pensó. Y a pesar de que casi nunca llegaba tarde a trabajar, esa mañana en particular estaba llegando tarde porque había decidido pasar tiempo extra con su hija. Se supone que escuchemos a Jesús y hagamos cualquier cosa que nos pida. Ésa es la clave para estar protegido, dirigido y prosperado todo el tiempo.
Recordé esto en forma muy viva hace algunos meses cuando fui a predicar a Maracaibo, Venezuela. El pastor de la iglesia de allí estaba manejando para encontrarse con nosotros en el aeropuerto y decidió primero parar en el banco. Cuando lo hizo, dos hombres se acercaron a él y a su hijo; le pusieron un arma en su cabeza, los amarraron y los cubrieron con capuchas. Pretendían secuestrarlos y robarle su camioneta nueva.
Ahora, este pastor es un hombre de Dios muy valiente. Ha estado haciendo en Venezuela lo que Jesús le dijo que hiciera durante varios años y Dios lo ha BENDECIDO. Su iglesia ha crecido y afectado toda Latinoamérica. Así que no estaba preocupado. El solamente empezó a aplicar la Sangre de Jesús y a perdonar a esos hombres.
Los secuestradores los llevaron a un edificio abandonado para matarlos. Todo el tiempo el pastor se mantuvo declarando palabra de fe y amor sobre ellos. De repente, él y su hijo escucharon la voz de una mujer diciéndoles a los secuestradores: “Es mejor que piensen lo que están haciendo. Este es un hombre de Dios y ayuda a muchísima gente aquí. Es mejor que lo dejen en paz”.
Cuando los secuestradores escucharon eso, se acurrucaron y hablaron entre ellos. Luego los desataron y los soltaron. Se robaron su camioneta, pero él tiene tanto favor con la policía que ellos rápidamente la encontraron y se la devolvieron.
La verdad es que ni siquiera se preocupó en contarme acerca del incidente. Me enteré de lo que había pasado al día siguiente en la iglesia cuando le narró lo sucedido a la congregación completa. ¿Esto sucedió ayer?, pensé. ¿Te secuestraron?
Las palabras que continuó diciendo fueron: “¡Estoy en el plan de Dios y no he terminado! ¡Nadie puede asesinarme! ¡Ese no es el plan de Dios!”
¡Mi amigo, esta es la vida sobrenatural, y es una manera maravillosa de vivir!
Así que continúa con el programa. Decide que lo que Dios te llamó a hacer es lo que verdaderamente eres, y eso es lo que se supone que estés haciendo: Se supone que seas bueno haciéndolo, y que tengas éxito. Se supone que estés sano, próspero y poderoso.
Dios no tiene planes pequeños. Su plan para ti es grande y perfecto en su totalidad. Averigua cuál es ese plan. Quédate quieto y escúchalo todos los días. Y haz cualquier cosa que Él te diga que hagas.