Tienes todas tus necesidades satisfechas? // Si la respuesta es no, ¿por qué no?
Podría preguntarle eso a mil creyentes, y la mayoría de ellos simplemente sacudirían la cabeza desconcertados. “No lo sé, hermano Copeland”, me responderían. “Sin importar lo que haga, sigo acarreando esta enfermedad, estos problemas financieros, estas terribles circunstancias. Sólo estoy esperando que Dios haga algo al respecto.”
¡Eso es trágico! Porque mientras esperan a Dios, ¡Él los está esperando a ellos!
El libro de Santiago dice: «Pedís, pero no recibís, porque pedís mal». En otras palabras, si tus necesidades simplemente siguen sin ser atendidas, es porque no estás orando en lo absoluto, o porque crees que estás orando y en verdad, ¡no lo estás haciendo!
Esa noticia puede sorprenderte, especialmente si perteneces al grupo de los que han usado la oración como una especie de hueso de la suerte espiritual, siguiendo los pasos, pero sin esperar resultados. Si esa ha sido tu actitud, ¡cámbiala! Ha llegado el momento de que tomes en serio la oración. Debe dejar de orar sólo porque es lo que se espera que hagas. Tienes que dejar de orar solamente porque siempre es lo que haces en un momento dado en el servicio de la Iglesia. ¡Necesitas empezar a orar para obtener resultados!
En Lucas 18:1: «Jesús les contó una parábola en cuanto a la necesidad de orar siempre y de no desanimarse.» Una versión que realmente habla de la manera que a mí me ministra lo dice de esta manera: «Los hombres deben orar siempre y no caer en la tentación de darse por vencidos.» ¡Eso me gusta!
Si alguna vez hubo un momento en que necesitamos orar, es ahora. Estamos enfrentando una hora extremadamente crítica. El diablo está literalmente matando gente con enfermedades, drogas, depresión y cualquier otra arma que pueda tener en sus manos. Al mismo tiempo, está provocando luchas y disensiones, tratando de desarmar al Cuerpo de Cristo en quien reside el poder y la autoridad para detenerlo.
Estamos siendo presionados por todos lados. Pero no te sometas ni te rindas. ¡Ora! Ora con precisión. ¡Ora esperando por resultados, y estarás en la cima!
¡Ora con precisión!
¿Notaste lo que acabo de decir? Dije: “Ora con precisión.”
No puedes simplemente decirle a Dios cualquier clase de oración que te sabes de memoria desde hace muchos años y esperar que Él la responda. Debes orar de acuerdo con las pautas que te ha dado en Su PALABRA.
Por favor, no me malentiendas. No tienes que sentarte con la boca cerrada, aterrorizado de decirle algo incorrecto a Dios. Él te ama. Él está allí para ayudarte, no en tu contra. Él no está esperando que seas perfecto para responder a tus oraciones. Sin embargo, Él espera que ores de acuerdo con Sus instrucciones. No porque Él quiera hacerte difícil obtener una respuesta, sino porque quiere hacer que le sea difícil a Satanás entrometerse y arruinar las cosas.
Piensa en ello como un sistema de seguridad diseñado para mantener al diablo sin acceso a la fuente de poder de la oración. Dios te ha dado el código secreto. Entonces, no te quedes afuera gritando acerca de tus problemas… ¡usa el código y accede!
¿Estoy diciendo que, si oras y oras con precisión, puedes esperar recibir lo que pides todas las veces? ¡Sí! ¿No es un poco presuntuoso? No, ¡pero sí es audaz! Tienes un derecho bíblico a ser valiente.
Según la PALABRA de Dios, tienes una invitación permanente de tu Padre celestial de acercarte «confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para cuando necesitemos ayuda.» (Hebreos 4:16). Esa palabra alcanzar es una palabra de certeza. El diccionario dice que significa “tomar posesión”. Ora, esperando tomar posesión de lo que necesitas, no solo de vez en cuando, sino ¡siempre!
En años pasados, es posible que hayas tenido ese tipo de confianza en la oración. Pero, si eres como la mayoría de las personas, has sufrido algunas desilusiones. Has visto que algunas de tus oraciones quedan sin respuesta. Y en lugar de abordar el problema y luchar con él con la oración y en La PALABRA hasta que se resolviera, simplemente te alejaste diciendo: “Supongo que nunca sabes lo que Dios va a hacer.”
Bueno, déjame decirte algo. TÚ SABES lo que Dios hará cuando acudes ante Su presencia con una oración precisa inspirada por el Espíritu de Dios. ¡Él te responderá! Hará exactamente lo que le pediste que hiciera. ¿Cómo puedo estar tan seguro? ¡Él nos ha dado tres garantías!
Garantía No. 1: El Nombre de Jesús
En Juan 16:23, Jesús dijo: «De cierto, de cierto les digo, que todo lo que pidan al Padre, en mi nombre, él se lo concederá.»
Mira ese versículo de nuevo. ¿Cómo dijo Jesús que debemos dirigirnos al Padre? En el nombre de Jesús. Su Nombre es una de las garantías que tenemos de que nuestras oraciones serán respondidas.
Si lees Filipenses 2:9-11, descubrirás el porqué. Allí, el apóstol Pablo nos dice: «Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios el Padre.»
¡El Nombre de Jesús tiene autoridad sobre todos los demás nombres! Es una de las garantías más poderosas que tienes de que tus oraciones serán respondidas. Usa la influencia que el Nombre lleva cada vez que oras. ¡Después, espera que cada circunstancia en tu vida doble su rodilla al Nombre de Jesús!
Ten cuidado con las expresiones religiosas que pueden robarte esta garantía. He escuchado a muchos creyentes con buenas intenciones terminar su oración con la frase, “por el amor de Jesús.” Pero Jesús no dijo que oraras por “Su amor”. Él dijo que oraras en Su Nombre.
Yo solía cometer ese error. Una noche estaba orando porque sufría de dolor de estómago. “Oh, por el amor de Jesús”, oré, “sana mi estómago.” Después de haber dicho eso un par de veces, el SEÑOR me habló en el interior. Espera un momento, dijo: ¿A quién le duele el estómago, a ti o a mí?
“¡A mí!”, le respondí.Y muy claramente, Él me dijo: Entonces ora en Mi Nombre sobre tu estómago.
Garantía No. 2: La PALABRA de Dios
En Juan 15:7, Jesús nos da otra garantía. Él dice: «Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan todo lo que quieran, y se les concederá.»
Muchos creyentes se frotan las manos y se preocupan por si están orando de acuerdo con la voluntad de Dios. “Oh” dicen, “ciertamente no puedo esperar que Dios haga algo por mí que esté fuera de Su voluntad.” Y tienen toda la razón. ¡Pero no necesitan perder el tiempo perplejos! ¡Necesitan tomar sus Biblias y descubrir cuál es la voluntad de Dios! La PALABRA de Dios ES Su voluntad.
Mi amigo, Dios nos ha hecho algunas promesas muy específicas en Su PALABRA. Y es Su voluntad cumplir con cada una de ellas en tu vida. De hecho, esas promesas están divinamente garantizadas por un contrato que ha sido firmado en la sangre de Jesús.
Piénsalo de esta manera. Su Biblia es la última voluntad y testamento de Jesucristo. Es un registro de tu herencia. Todo lo que te pertenece ha sido anotado en ese libro. Y lo más inteligente que puedes hacer es usarlo. Seguro que no quieres dejarlo en la repisa y simplemente arrojarte al suelo llorando: “¡Oh, Dios! ¡Oh Dios! Estoy buscando la verdad.”
El SEÑOR simplemente diría: “¡Bueno, está esperándote en la repisa!”
Saca tu Biblia del estante, descubre lo que dice acerca de tu problema en particular y luego basa tu oración en eso. No bases tu oración en lo que recuerdas que La PALABRA de Dios dice. ¡Léela! Incluso si has leído esa promesa cientos de veces, vuelva a leerla.
Déjame explicarte por qué es tan importante. En Mateo 4:4, Jesús dice: «Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» La PALABRA de Dios es para tu espíritu lo que el pan es para el cuerpo. ¿Puedes alimentarte con el recuerdo de un bife?
Prueba esto. Cierra los ojos y visualízate rebanando un limón. Ahora, pon esa rodaja de limón entre tus dientes y, cuando diga tres, muerde con tal fuerza que el jugo salga a chorros en tu boca. Uno. Dos. Tres. ¡Muerde!
Lo más probable es que tengas un recuerdo tan vivo de lo que es morder un limón que se te esté haciendo agua la boca en este momento. Pero, déjame preguntarte algo. ¿Te has nutrido con ese recuerdo? ¡No! Recordar la PALABRA de Dios no es suficiente. Aliméntate de lo que dice una y otra vez. Sácala y léela. Ve a la iglesia y escúchala en forma predicada.
Un día leerás un versículo familiar, un versículo que has leído miles de veces antes, y de repente Dios te dará la mayor revelación que hayas tenido en tu vida. ¡Una revelación completamente nueva de ese versículo tan familiar! Y es probable que sea exactamente lo que necesitas saber para orar efectivamente sobre tu situación actual.
Por supuesto que puedes orar de improviso. Sí, se puede orar de memoria. Sí, se puede orar desde La PALABRA que está depositada en tu espíritu mientras caminas por la calle. Pero me atrevo a decir esto: no obtendrás resultados de la oración que oras mientras caminas por la calle si no has pasado un tiempo de rodillas frente a la PALABRA de Dios, permitiendo que el Espíritu desarrolle tu vida de oración. Si no te has tomado el tiempo de poner en tu interior cualquier PALABRA, ¡no saldrá ninguna! Si oro por algo durante un período de tiempo y percibo en mi espíritu que no estoy obteniendo resultado alguno, voy a La PALABRA de Dios y veo cómo debo cambiar mi oración. Eso suena lógico, ¿no? Pero hay mucha gente que no lo hace.
En lugar de ir a LA PALABRA y ver cómo necesitan cambiar, tratan de cambiar a Dios. Probablemente has escuchado a algunos de ellos orar. Continuarán tratando de convencer a Dios de lo mucho que les duele o de lo pobres que son. Rogarán y suplicarán mientras actúan como si tuvieran que cambiar de alguna manera lo que Dios piensa acerca de la situación.
Desafortunadamente esas personas estarán esperando por un largo tiempo.
Dios nunca va a cambiar. Hebreos 13:8 dice: «[Él]es el mismo ayer, hoy, y por los siglos». Y si estás teniendo problemas para que tus oraciones sean respondidas, no es porque Él te esté reteniendo, es porque de alguna manera estás fuera de línea con Su PALABRA.
Hace unos años, este ministerio tenía más de un millón de dólares de retraso en sus pagos. Oré al respecto, pero la situación no mejoró. De hecho, siguió empeorando.
Fui a Dios en oración y le dije: “¡Señor, necesito un millón de dólares!”
Finalmente, fui a la PALABRA. Hice mi tarea y oré con la mayor precisión posible. Fue entonces cuando el SEÑOR me respondió. Sin embargo, Él no me respondió dándome un millón de dólares. En cambio, me dijo: Te dije en Mi PALABRA que satisfaría todas tus necesidades, ¿verdad?
Le dije: “Sí, eso es lo que prometiste, y necesito un millón de dólares.”
No, no lo necesitas, me respondió. Eso me sorprendió.
“¿No lo necesito?”
No, me dijo. Necesitas hacer algunos cambios en la forma en que está operando tu ministerio porque no está alineado con Mi PALABRA en un área de sus finanzas y lo ha estado por varios años. Mi boca se abrió de par en par al escucharlo. No tenía ni idea. Pero busqué en la PALABRA y descubrí de qué estaba hablando e hice los cambios necesarios. Fue entonces cuando comenzó a llegar el dinero que había estado pidiendo.
Lo mismo sucederá en tu vida cuando tomes en serio la oración, te alinees con La PALABRA y comiences a esperar resultados. Dios comenzará a lidiar con los problemas de raíz en tu vida. Él no desperdiciará Su tiempo jugando con las hojas como nosotros lo hacemos; Dios irá directo a la raíz del problema.
Primera de Juan 5:14-15 dice: «Y ésta es la confianza que tenemos en él: si pedimos algo según su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, también sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.» Si oras de acuerdo con La PALABRA, puedes estar seguro de que estás orando de acuerdo con la voluntad de Dios. Y tienes la garantía de que la respuesta está en camino.
Garantía No. 3: El Espíritu Santo
La efectividad de tu vida de oración depende del grado de confianza que coloques en el Espíritu Santo. Él es el brazo de poder de Dios. Él es el que garantiza que el trabajo se lleve a cabo. Si quieres ver cómo funciona el Espíritu Santo, sólo mira en Génesis 1. Lee los versículos 1-3: «Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas cubrían la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Y dijo Dios: «¡Que haya luz!» Y hubo luz.»
El Espíritu Santo estaba presente, moviéndose sobre la faz de las aguas antes de la Creación. Pero el simple hecho de Su presencia no logró nada. Fue cuando Dios habló y dijo: «¡Que haya luz!», que el Espíritu Santo estalló en acción. ¡Él trajo la luz con tal vigor que aún viaja a través del universo, devorando la oscuridad a una velocidad de 300.000 Km por segundo!
La próxima vez que empieces a orar sobre un problema aparentemente imposible, piensa en eso.
Si has nacido de nuevo, el Espíritu Santo está presente en tu interior tal como estaba presente en el día de la Creación. Y Él responde a la PALABRA de Dios hoy en día tan poderosamente como lo hizo entonces.
Mientras más fe tengas en Él, mientras más confianza deposites en Él, más asombrosos serán los resultados. ¡Sólo piensa en eso! El poder que creó el universo, el poder que resucitó a Jesucristo de entre los muertos, se activa en tu vida cuando hablas la PALABRA de Dios en oración. ¡Aleluya, qué garantía!
Te exhorto desde este día en adelante a hacer de la oración el fundamento de tu vida. Construye tu matrimonio, tu carrera y tu ministerio en ella. Si no lo haces, estarás asegurando tu propia falla. Si lo haces, ¡Dios te garantizará el éxito!