¡Hemos sido equipados con lo necesario para salir victoriosos en cada situación! Primera de Juan 5:4 dice: «Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe». Por fe vencemos al mundo y cumplimos lo que yo llamo “el mandato de dominar”. Esta es la orden que Dios le dio a Adán.
Leemos al respecto en Génesis 1:26: «Entonces dijo Dios: «¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza! ¡Que domine en toda la tierra sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos y las bestias, y sobre todo animal que se arrastre sobre la tierra!»
Quiero que te des cuenta de una cosa. Dios esperaba que Adán y la humanidad tomaran dominio sobre esta Tierra. Tener dominio significa: “regir, gobernar, dominar o manejar”. Dios esperaba que Adán y todos los que vinimos después de él ejerciéramos mayordomía y propiedad. Se suponía que estuviéramos a cargo aquí. Ese era y es el plan de Dios.
La reconexión del hombre con Dios
Antes de que Adán pecara, tenía una línea de comunicación directa con Dios. Él pudo nombrar a cada animal porque Dios estaba constantemente impartiéndole revelación. Adán percibía lo que Dios pensaba—él estaba vitalmente conectado a Dios.
Sin embargo, cuando pecó, esa conexión se rompió. Adán pasó de recibir revelación a operar basado en información—es decir, las cosas que percibía a través de sus cinco sentidos. Desde la caída del hombre, la humanidad pecaminosa ha estado sembrando en la carne y la Tierra ha estado cosechando corrupción. Como resultado, el juicio vendrá sobre la Tierra. De hecho, yo creo que estamos viviendo en los últimos tiempos—los días que Pablo llamó “tiempos peligrosos”, en su segunda carta a Timoteo. Sin embargo, tú y yo hemos sido escogidos por Dios para vivir en esta época y en este tiempo. Como la Reina Ester, hemos nacido «para un momento así» (Ester 4:14).
Y gracias a Jesús, esa conexión con Dios nos ha sido restaurada. Después de que nacimos de nuevo, nos reconectamos con Dios. Hemos aprendido de la Palabra de Dios a cómo caminar por fe, en vez de únicamente ver las cosas en lo natural. Somos hechos a la imagen y semejanza de Dios—por fe y no por vista. Debemos hablar como Dios: “llamando las cosas que no existen como si existieran”. Debemos ver como Dios: “mirando no las cosas que se ven, sino las que no se ven”.
Quizás estés pensado: Pastor Winston, lo que está diciendo es muy fuerte. No sé si sea así… después de todo, yo vengo de mi pueblito en mi país.
Bueno, quiero que sepas que, si has nacido de nuevo, ¡del único lugar del que vienes es de Dios!
Naciste de Dios y fuiste creado en Jesucristo para la buena obra (Efesios 2:10). Hay obras que puedes hacer solamente con la habilidad de Dios. Nosotros debemos operar de la misma manera que Dios opera—con Su poder, Su unción, Su amor y declarando Su Palabra. Nosotros somos Sus hijos, coherederos con Su Hijo Jesús, y hemos recibido esa habilidad. ¡El mundo desesperadamente necesita ver esas buenas obras! Vivimos en una época en la que la Tierra se está tambaleando por la enfermedad, el hambre, los desastres naturales y la pestilencia. Jesús dijo que este tipo de cosas se verían en los últimos tiempos (Mateo 24:6-8). Él también dijo en Juan 16:33: «Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo».
La Fe funciona desde el corazón
El plan de Dios para el hombre siempre ha sido que dominara la Tierra. Jesús lo demostró cuando estuvo entre nosotros. Él le dijo al padre del joven poseído por demonios en Marcos 9:23: «Para quien cree, todo es posible».
¿Cómo crees? Con tu corazón. No crees con tu cabeza. Tu mente únicamente cree lo que puede ver o sentir—se alimenta de los sentidos. La cabeza no ha sido diseñada para ver lo invisible—pero el corazón sí. Tu corazón, es decir, tu espíritu, se alimenta de la Palabra. En ocasiones, cuando declaras lo que la Palabra dice a tu cabeza le puede parecer “raro o loco” porque para tu cabeza es imposible.
Eso le sucedió a Marta en la tumba de Lázaro. Ella se acercó a Jesús y básicamente le dijo: “si hubieras llegado antes, mi hermano no habría muerto”. Jesús le respondió: «Tu hermano resucitará» (Juan 11:23).
Marta pensó que Jesús estaba hablando de la resurrección del último día. Ella no podía entender con su mente la idea de que Jesús resucitaría a Lázaro, ahí mismo, en ese momento. Marta estaba viendo la situación en lo natural. Jesús no.
Lo que Jesús realmente estaba diciéndole a Marta era lo que Dios le dijo a Moisés en Éxodo: «YO SOY». Dios no tiene futuro y no tiene pasado. Él está por fuera del tiempo.
La fe borra la demora del tiempo
Cuando estás tratando con la fe, estás operando por fuera de lo temporal y en lo eterno. Cuando caminas por fe, puedes tener dominio sobre el tiempo.
La mujer siro fenicia que se acercó a Jesús en Marcos 7:26 demostró una fe que movió a Jesús por fuera de lo temporal. Su hija estaba enferma en su casa y ella solamente quería que Jesús la sanara. Ella no era judía, así que no tenía pacto alguno. A pesar de eso, persistió con su fe.
Cuando Jesús le dijo que Él había sido enviado para los judíos (en esa época), y no a los gentiles, a quienes los judíos consideraban equivalentes a perros, la mujer llamó a Jesús “Señor” y le dijo que aún los perros recibían las migas que caían debajo de la mesa.
Viendo que su fe era tan grande, Jesús salió de lo temporal y sanó a su hija. Él respondió a su fe como si ella estuviera bajo el Nuevo Pacto.
¡Cuando realmente tienes fe en Dios y en Su Palabra, todas las cosas son posibles!
Dios tiene un depósito celestial, o tesoro, para nosotros. Pedro lo describe de esta manera: «Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia» (2 Pedro1:3). Dios ya nos ha dado todas las cosas, y todas las cosas significa que todo está incluido.
Es importante que estemos completamente convencidos de esa verdad. Estamos viviendo en una época que es “dura de lidiar con ella y difícil de soportar” (2 Timoteo 3:1, Biblia Amplificada, Edición Clásica). En el sistema del mundo las cosas cada vez se pondrán más difíciles. Nosotros debemos manifestar la voluntad de Dios en esta Tierra sin importar lo que Satanás haya hecho y vaya a hacer. ¡Nosotros estamos aquí para manifestar el reino y atraer a la gente para que sea salva!
Depende de nosotros demostrar el poder y la gloria de Dios. Nuestro trabajo es recuperar todo lo que Satanás se ha robado. Nuestro trabajo es ir a todo el mundo y predicar el evangelio. ¡Nuestro trabajo es cumplir con el mandato de dominar!