Era un día nublado, con nubarrones grises que reflejaban calles grises, edificios igualmente grises y el gris que todos acarreaban. Todo lucía idéntico mientras Sergei Finayev, a sus 18 años, caminaba por las calles de Minsk, Bielorrusia. Nadie sonreía.
La opresión del comunismo dejaba poco espacio para la expresión de la alegría.
Como el resto de los niños, Sergei había sido adoctrinado en el comunismo desde su infancia. De joven y en primera instancia, lució con orgullo una estrella roja con la imagen de Lenin. En segunda instancia, se había graduado al uso de bufandas rojas.
La educación obligatoria había sido buena. Les habían enseñado inglés, y que Dios no existía. Eso no fue algo que Sergei se cuestionó. Había nacido en una familia atea y sido criado en un país ateo.
Dios no existía. Eso no era un problema.
Sergei se detuvo en una esquina, esperando que pasara el tráfico. Un viento punzante le enfriaba la cara.
El problema era que Sergei tenía una profunda sensación de que algo en el reino espiritual sí existía. Lo había experimentado durante horas escuchando música heavy metal. Se había encontrado con él a través del ocultismo. Lo iba a experimentar de nuevo hoy al ver una película de terror. Para Sergei, las películas de terror eran como una puerta al reino espiritual.
La persona promedio en Minsk no podía pagar una videograbadora, pero un hombre de negocios de allí había comprado una y había comenzado un “cine-café”. Sergei entró en calor con una bebida caliente y se acomodó en un asiento donde vio Nightmare en Elm Street (Pesadilla en la Calle Elm).
Al salir de la cafetería más tarde esa noche, casi intentó hablar con alguna fuerza espiritual.
Hambre Espiritual
“En retrospectiva, ahora sé que lo que experimenté durante cuatro años, desde los 14 a los 18, fue un hambre espiritual”, relata Sergei. “Si hubiera habido una iglesia donde el Espíritu del Señor estuviera presente, probablemente me habría salvado. Durante esos años, pasé horas en mi habitación escuchando música heavy metal. Me la pasé al borde del ocultismo. Cuando comencé a ver películas de terror, me encontré con el espíritu de temor y sentí la piel de gallina.”
“Yo era el hijo único en una familia amorosa. Mi padre, Yuri, era ingeniero. Mi madre, Rita, una maestra de jardín de infantes. Mis padres trabajaron duro para darme una buena vida. La única persona cristiana que había conocido era mi bisabuela. La madre de mi abuela había sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial. Ella era una ortodoxa rusa, pero no vivía en Bielorrusia. Vivía en el país fuera de Moscú, donde la visitábamos cada verano. La recuerdo como una persona muy cálida y amable. Creo que ella oró por nosotros.”
“Mirando al pasado, me doy cuenta de que las bufandas rojas que usábamos en la escuela eran como las que vemos hoy en Corea del Norte. En la escuela, cantábamos canciones, lo que yo llamaría canciones de adoración a Vladimir Lenin.”
Mientras Sergei caminaba de puntillas alrededor de la oscuridad espiritual, la Unión Soviética era sacudida por el glasnost. Esa nueva apertura les permitió a los medios más libertad. Los editoriales describieron la actual crisis financiera y la incapacidad del gobierno para reparar los problemas.
Sergei asistió a una universidad para convertirse en ingeniero. Como la mayoría de los estudiantes, fumaba, bebía y festejaba. El 26 de diciembre de 1991, la Unión Soviética se disolvió y
los misioneros inundaron el lugar por medio de las nuevas puertas que se abrieron.
¿Estás Listo?
A principios de 1993, durante el segundo año de Sergei en la universidad, un amigo llamó y le hizo una pregunta en inglés. “Sergei”, dijo, “¿qué piensas de Jesús?”
“Me gustaría saber más”, respondió Sergei.
En mayo de ese año, Sergei y su amigo se reunieron en una cafetería con jóvenes misioneros de la organización Jóvenes con una Misión (Youth With A Mission). Contaron historia tras historia sobre Jesús. Después de un rato, uno de ellos miró a Sergei y le preguntó: “¿Estás listo?”
“Sí.”
“Jesús, por favor, ven a mi vida”, oró Sergei mientras entregaba su corazón al Señor. Después, se sintió envuelto en una gran sensación de paz.
“Fui a casa y se lo dije a mis padres”, recuerda Sergei. “No estuvieron del todo felices. Especialmente mi madre. Ambos eran ateos y no creían que Dios existiera. Dejé de fumar, beber y salir de fiesta. Eso también molestó a mi madre.”
“No estás actuando como un joven normal”, me acusó.
Sergei asistía a la iglesia cada domingo y escuchaba el mensaje. Durante el almuerzo, predicaba lo que había oído, palabra por palabra, a sus padres. Estaban más que frustrados con él.
Sergei no sabía nada acerca de una palabra de sabiduría. Pero un domingo le habló palabras a sus padres que vinieron directamente del Espíritu Santo.
“Muy pronto, ambos serán salvos y parte de la Iglesia”, les dijo Sergei. “Ustedes serán los líderes de un grupo hogareño.”
Descartando lo que su hijo acababa de decirle, su madre le respondió: “Hace un año estabas en algún tipo de filosofía. Después, te metiste en la religión oriental. Lo dejarás pronto.”
Excepto que él no lo hizo.
Al año siguiente, en 1994, KCM publicó algunos libros pequeños en ruso, que los padres de Sergei acordaron leer. Para cuando terminaron, habían orado la oración de salvación impresa en el reverso de los libros. Ahora, nacidos de nuevo, se unieron a la iglesia y pronto se convirtieron en líderes grupales. No mucho después, tomaron un curso bíblico de tres meses que, según Sergei, les ayudó a cimentarse en la fe.
Hambre de aprendizaje
“Mi líder de grupo local, Natasha, trabajó para los Ministerios Jim Kasemen”, recuerda Sergei. “Tenía una estantería llena de libros de Kenneth E. Hagin que yo quería leer. Me senté con un diccionario. Me tomó dos horas leer una página. Luego, alguien le dio a Natasha una copia de la revista La Voz de Victoria del Creyente, la publicación mensual de KCM. Cuando Rick Renner comenzó a ayudar a KCM a emitir su transmisión en la televisión rusa, también miramos eso.”
Sergei solo había sido cristiano alrededor de un año cuando Satanás comenzó a atacarlo por todos lados. Pensamientos oscuros y negativos bombardearon su mente. Pensamientos de miedo y derrota, desesperación y angustia mental.
El Señor le dijo a Sergei que confesara un final deseable a través de la Palabra de Dios, y lo dirigió a leer y meditar 1 Tesalonicenses 5:23: «Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser —espíritu, alma y cuerpo— irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo.» (Nueva Versión Internacional).
Sergei confesó ese versículo y llamó a su espíritu, alma y cuerpo completos. Aprendió a usar las Escrituras de la Biblia para pintar una imagen de victoria en su mente, una imagen que dominaba la oscuridad del diablo. También aprendió a vivir una vida de alabanza a Dios.
“He aprendido que la batalla tiene lugar en tu mente”, dice Sergei. “Estaba saliendo de ese ataque cuando escuché que KCM estaba buscando un estilo particular de voz rusa en nuestra área. Me pidieron que hiciera una grabación de prueba, que fue enviada a una universidad en los Estados Unidos. Dijeron que hablaba un ruso perfecto, sin acento.”
En septiembre de 1995, Sergei se convirtió en la voz de la televisión rusa para el hermano Copeland.
Hablando como un “texano”
“Lo más difícil para mí fue que nunca había hablado tanto”, Sergei relata sobre su nueva tarea como la voz rusa para el hermano Copeland. “Me fue difícil seguirle el paso. Me llevé cada video a casa y los vi mientras tomaba notas. Marqué donde aceleraba, donde disminuía la velocidad y cuando se detenía. Al día siguiente grabé la voz en ruso en el estudio. Luego lo vi por tercera vez para ver si funcionaba. En ese momento, no tenía idea de cuánto de la Palabra de Dios estaba ingiriendo.”
“A veces me emocionaba tanto que casi gritaba cuando el hermano Copeland estaba hablando. Me dijeron que me calmara. Me emocionaba porque los conceptos que él enseñaba eran las mismas cosas que el Señor me había enseñado a usar para oponerme a ese ataque.”
“Me habían enseñado el estilo británico de inglés en el colegio, no el tipo “texano”. Tuve que aprender a decir cosas como: “¡Te reto doblemente como un perro!” y “¡No me mires como una rana en una tormenta de granizo!”
“Estaba grabando 25 mensajes al mes. Estaba tan lleno de la Palabra que, si alguien me preguntaba, predicaba un sermón.”
Ese mismo año, Sergei y Natasha se casaron.
En 1996, Sergei comenzó a enseñar fe en la escuela bíblica local. En 1997, él y Natasha asistieron a la Convención Internacional de Creyentes de KCM en Birmingham, Inglaterra. El hermano Copeland los llamó en privado y les dijo que tenía una palabra para ellos. “La Palabra de Dios te enseñó cómo vivir en libertad”, dijo el hermano Copeland. “Aférrate a lo que te han enseñado sin importar nada. No dejes que nadie ni nada te lo robe.”
El Poder del Nombre
En 1998, Natasha dio a luz a su hija. Cada uno de ellos buscó al Señor para pedirle un nombre para ella. Luego, acordaron compartir el nombre que habían recibido.
“Está bien”, comenzó Sergei, “tú dices el nombre primero.”
“No, tú vas primero.”
“Vamos a hacer esto”, sugirió Sergei. “A la cuenta de tres, los dos diremos el nombre.”
¡Uno, dos, tres!
“¡Vera!”
Los dos habían oído el mismo nombre. En ruso, Vera significa fe.
“Tratamos de vivir por fe en todo”, explica Sergei. “Cuando comencé a hacer doblajes de voz para el hermano Copeland, comenzamos a aplicar los principios a nuestra propia vida. Liberamos nuestra fe para poseer nuestro propio apartamento sin deudas. Hacia fines de 1999, compramos un apartamento sin pedir prestado. Al año siguiente, en el 2000, los precios inmobiliarios aumentaron seis o siete veces. Aunque las cosas habían mejorado en Bielorrusia, siempre habíamos manejado autos viejos y usados. En el 2010, fuimos bendecidos con un auto nuevo, libre de deudas.”
Uno de los mensajes que cambió la vida de Sergei y Natasha fue una serie de enseñanzas que el Hermano Copeland hizo con Mark Brazee acerca de orar en lenguas y hablar los misterios de Dios. Aunque ellos habían enseñado la serie antes, no se tradujo al ruso hasta 1999.
Orando los Misterios
Sergei comenzó a orar en lenguas durante al menos una hora al día. “Me prendió fuego”, recuerda Sergei. “Era como prender un fósforo en un bosque seco. Creo que estaba orando mi futuro. Comencé a recibir una nueva dirección de Dios. Me dijo que me enviaría a diferentes iglesias, diferentes ciudades y diferentes lugares para enseñar la Palabra.”
En el 2001 empezaron a llegar las invitaciones.
A lo largo de los años, Sergei ha hablado en Noruega, Finlandia, Alemania, Israel y los Estados Unidos. En el 2008, Dios lo conectó con Rick Renner, y los dos hombres se hicieron amigos. El Señor abrió la puerta para que Sergei predicara en la iglesia de Renner en Moscú. Cuando no está grabando los mensajes del hermano Copeland en ruso, Sergei está ministrando en el mundo de habla rusa.
En el 2013, Sergei voló a Fort Worth para asistir a una conferencia de ministros. En el 2018, regresó para asistir a la Convención de Creyentes del Suroeste de KCM.
“Me siento muy honrado de ser colaborador de KCM”, dice Sergei. “Kenneth y Gloria son los generales de Dios en el Cuerpo de Cristo. A medida que sembramos en este ministerio, vemos un impacto mundial.”
En estos días, los padres de Sergei siguen siendo líderes de un grupo hogareño en su iglesia, compartiendo el evangelio con todos los que escuchan y enseñando la fe. Hoy, Natasha, que ha trabajado para KCM desde 1994, es la principal responsable de traducir las transmisiones del programa LVVC al ruso. Sergei luego usa las traducciones escritas para hacer los doblajes de voz. La hija de Sergei y Natasha, Vera, tiene 20 años y hace honor a su nombre, asistiendo a la Convención de Creyentes del Suroeste en Fort Worth en agosto.
Han pasado 23 años desde que Sergei comenzó a hacer voces en ruso para Kenneth Copeland. Aunque no lleva la cuenta, Sergei estima que ha grabado unos 4.000 mensajes en ese idioma.
Antes de cada grabación, oro lo mismo. “Señor, ayúdame a unirme a la unción en el hermano Copeland cuando predicó este mensaje. Ayúdame a estar en acuerdo espiritual con él.”
El evangelio es un lenguaje universal, dice Sergei. Es el lenguaje del amor, toca los corazones y transforma las vidas.