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Kenneth Copeland

Busca primero el reino

enero, 2017 No hay comentarios
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Busca primero el reino
La Voz de Victoria del Creyente enero, 2017
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Miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas?

Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas. Por lo tanto, les digo: No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas? ¿Y quién de ustedes, por mucho que lo intente, puede añadir medio metro a su estatura? ¿Y por qué se preocupan por el vestido? Observen cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan, y aun así ni el mismo Salomón, con toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se echa en el horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe? Por lo tanto, no se preocupen ni se pregunten “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” Porque la gente anda tras todo esto, pero su Padre celestial sabe que ustedes tienen necesidad de todas estas cosas. Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas (Mateo 6:24-33).

En estos versículos de las escrituras, Jesús declara que la meta principal de una vida cristiana exitosa es: buscar primero el reino de Dios y su justicia. ¿Qué es  exactamente el reino de Dios? Algunas personas piensan que es el cielo; sin embargo, el reino de Dios en su sentido literal, no es el cielo. El cielo es el lugar en donde Dios habita, pero el reino de Dios alcanza más allá. El reino de Dios es básicamente Dios mismo, porque Él no puede separarse de Su reino. Él es el reino. Sin Él, el reino ni siquiera existiría.

El reino de Dios incluye más que el cielo, tal como el reino de la Tierra es más que este planeta. El reino de la Tierra incluye la atmósfera que la rodea y las leyes que lo gobiernan. El reino de Dios es el mundo del espíritu. Éste es gobernado por Dios y por las leyes de Dios.

Como cristianos, nosotros operamos por leyes espirituales—las mismas leyes que gobiernan el reino de Dios. En Romanos 8:1-2 el apóstol Pablo escribió: «Por tanto, no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte». Nosotros vivimos en este planeta, en este instante del tiempo, por la ley de la vida que gobierna el mundo del espíritu, en lugar de la ley del pecado y la muerte que gobierna el mundo natural.

Cuando decidiste que Jesús fuera el Señor de tu vida, naciste de nuevo de la muerte a la vida. Primera de Juan 5:1 dice: «Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, ha nacido de Dios». En Lucas 12:32 Jesús dijo: «Ustedes son un rebaño pequeño. Pero no tengan miedo, porque su Padre ha decidido darles el reino». ¡No eres dueño solamente de una parte del reino de Dios; eres el dueño de todo!

Sin embargo, Jesús nombró dos cosas que debemos buscar en Mateo 6:  Él nos dijo que buscáramos (1) el reino de Dios y (2) Su justicia. Saber que somos ciudadanos del reino de Dios es tremendo, pero si no tenemos la revelación de la justicia, nunca sabremos la realidad de nuestros derechos del reino.

La justicia es estar justificados delante de Dios. Es un regalo gratuito, que se recibe por medio de la fe, no por medio de los sentimientos. Romanos 3:21-22 dice que la justicia ya se ha manifestado por la fe en Jesucristo. Ya ha llegado.

Observando a través de los ojos de Dios

Examinémoslo a través de los ojos de Dios. Dios ve al creyente a través de Su PALABRA. Él nos ve en Jesucristo. Él no nos ve de la misma manera que nosotros nos vemos. Necesitamos vernos de la manera que Dios nos ve, para después, actuar conforme aquello que vemos. Los que Dios ve es lo que realmente somos. De acuerdo con 2 Corintios 5:21, hemos sido hecho la justicia de Dios en Jesucristo. Pueda que no lo sintamos de esa manera o no luzca como tal, pero de cualquier manera es la verdad. Nosotros somos hoy el Cuerpo de Cristo en la Tierra—un espíritu con Él, hueso de Su hueso, carne de Su carne, llenos de Su poderoso Espíritu Santo.

Nos fortalece darnos cuenta de que tenemos una posición justa delante de Dios. Esto hace que esperemos resultados cuando oramos. He aprendido a depositar mi confianza y fe en mi posición justa con Dios—no por algo que yo haya hecho, sino por lo que Jesús ya ha hecho por mí.

Nos ha sido dado el reino de Dios y tenemos una posición en ese reino que es igual a la posición de Jesús. Dios nos ama tanto como amó a Jesús durante Su ministerio terrenal. La Biblia dice que en Dios no hay cambio ni sombra de variación (Santiago 1:17). Él no varía. Él es el mismo hoy, como lo fue hace 2.000 años. Él te ama y me ama a mí, ahora mismo, con el mismo amor, la misma dedicación y la misma devoción, más allá del propio entendimiento humano. Él nos ama con ese amor copioso, abundante y poderoso con el que el ama a Jesús ahora mismo. En Efesios 2 leemos la descripción magnífica del amor de Dios hacia Su iglesia. Los versículos 6 y 7 nos dicen que Él nos levantó y nos sentó en lugares celestiales con Jesús con una razón: «para mostrar en los tiempos venideros las abundantes riquezas de su gracia y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús». El versículo 10 dice: «Nosotros somos hechura suya; hemos sido creados en Cristo Jesús para realizar buenas obras». Necesitamos permitir que nuestro lugar en Cristo Jesús tome su lugar en nosotros.

La voluntad de Dios

La voluntad de Dios es que nos apropiemos del reino. Recuerda lo que Jesús dijo: «a su Padre le ha placido darles el reino» (RVA-2015).

La voluntad de Dios para nosotros es que vivamos por encima del mundo malvado. Colosenses 1:12-13 dice: «darán las gracias al Padre, que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; y que también nos ha librado del poder de la oscuridad y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo».

La voluntad de Dios es que caminemos en la nueva vida, a semejanza de Cristo. Pablo le escribió a la iglesia de Gálatas: «Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en ustedes» (Gálatas 4:19). Estamos predestinados a ser conformados a la imagen de Su Hijo.

Como ciudadanos del reino de Dios, hemos recibido derechos, privilegios y libertades para que disfrutemos toda cosa que nuestra posición justa delante de Dios nos provea—no como siervos, sino como hijos (Gálatas 4:7). Romanos 8:16-17 dice: «El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo». Nuestra ciudadanía es del reino de Dios. Nosotros no somos ciudadanos de este mundo. Nosotros estamos en el mundo, pero no le pertenecemos. Vivir en el reino de Dios es un placer y un privilegio que es más grande de lo que la mente humana pueda comprender. Dios no tenía que traernos a Su reino. Él no tenía que mandar a Jesús a morir por nosotros. Sin embargo, ¡lo hizo!, y podremos disfrutar la eternidad con Él. ¡Alabado sea Dios!

Jesús dijo en Juan 16:13-15: «Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y se lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y se lo dará a conocer a ustedes». Esta es una invitación abierta para que el Espíritu Santo nos muestre el interior de Dios mismo.

El hombre fue creado en la misma categoría con Dios para que pudiéramos recibir revelación y conocimiento directamente de parte de Él. Viviendo en Su reino, apartados de la autoridad de Satanás, con Jesús como nuestro SEÑOR, nosotros estamos abiertos a las enseñanzas y al entrenamiento del Espíritu Santo. La naturaleza del hombre se puede entrenar: su espíritu se puede entrenar, su mente se puede entrenar, su cuerpo se puede entrenar. Él lo creó de esta manera para que pueda expandir su habilidad. Dios creó al ser humano con la capacidad de aumentar su productividad. Nosotros tenemos la capacidad de desarrollar la capacidad ilimitada de Dios para el éxito.

Es una bendición magnífica ser un ciudadano del reino de Dios y tener una relación tan cercana con el Padre. ¡Él es el Dios del universo y nosotros somos Sus hijos! Él quiere bendecir y prosperar a Su familia para que podamos ir en Su poder—no sólo para gobernar al diablo en el mundo, sino también para alimentar al mundo.

JESÚS ES EL SEÑOR


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